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Mohamed VI de Marruecos: un rey ausente, rico y enfermo

 

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Mohamed VI de Marruecos: un rey ausente, rico y enfermo *

SEPTIEMBRE 11, 2023

 

Tras el terremoto del 9 de septiembre, sorprendió a muchos el prolongado silencio del monarca ante la catástrofe sucedida a su pueblo

MOHAMED VI
MOHAMED VI POR CHARLIE HEBDO

Existe una figura intocable en Marruecos que se llama Mohamed, el sexto de su nombre en la realeza alauí. Nacido hace 60 años en Rabat y entronizado en 1999 tras la muerte de su padre, es este un individuo de tez pálida y con una fina barba creciéndole sobre las mejillas, una figura intocable cuya residencia se reparte entre París, Gabón y el reino que le tocó comandar. Tal es así, que en 2022 el rey Mohamed VI pasó más de 200 días fuera de Marruecos, y no fue precisamente porque se le acumularan las visitas oficiales a terceros Estados: en 2022 se hizo viral un vídeo del monarca tropezándose por las calles parisinas, unos pensarían que bebido, en una escena impropia del representante de una nación histórica como lo es Marruecos.

MOHAMED VI
MOHAMED VI

La sensación de abandono cunde por el Alto Atlas

Es el rey que no está. El rey ausente. La probabilidad se cumplió con la certeza de las matemáticas, y cuando un terrible terremoto asoló su reino este 9 de septiembre y sus súbditos rascaban en los escombros con las manos desnudas, Mohamed estaba en París, lo más probable que disfrutando del palacete que compró la sociedad francesa SCI Deschannel (cuyo 99,9% pertenece al monarca) por 80 millones de euros en 2020. Este palacete, que no es sino una de tantas propiedades en su posesión. Doce palacios y 1.000 sirvientes le esperan las veinticuatro horas del día en su Marruecos natal, entre que el Estado le permite el acceso a una cifra que ronda los 250 millones de euros anuales con que financiar sus necesidades y las de su familia.

Es un rey con buen gusto: si su pueblo utiliza hoy en las montañas del Atlas burros con que cargar los cadáveres de sus seres queridos, se estima que Mohamed cuenta con una amplia colección de Porsches, Rolls Royces, Bentleys, Cadillacs y Maserattis que podrían llegar a alcanzar la cifra de 600 vehículos. Cuenta además con un Boeing 747 y otro Boeing 737 que le permiten desplazarse a larga distancia con comodidad. Un rey, un hombre de negocios. Se le considera el máximo accionista de un número de empresas entre las que entraría el Grupo ONA, holding dedicado a las telecomunicaciones pero también a la minería, a las energías renovables y a la banca.

Lo más sorprendente del rey Mohamed VI, casi se diría que este es su mayor logro, sería que ha conseguido mantener una monarquía absolutista y desinteresada por el pueblo en pleno siglo XXI. Ni siquiera puede compararse a la realeza árabe: mientras los monarcas de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos gobiernan sendas naciones con un crecimiento económico disparado en los últimos años, siempre atentos al desarrollo de su pueblo y la modernización de la infraestructura, Mohamed brinca entre palacios dejando tras de sí una nación incapaz de sostenerse si no es expulsando a riadas de jóvenes en dirección a Europa. Luis XIV y Fernando VII estarían orgullosos de Mohamed. Para los monárquicos de la vieja escuela, el rey marroquí es un referente al que admirar.

Quien se revuelve contra su autoridad lo paga caro. Les ocurrió a Éric Laurent y a Catherine Graciet, dos periodistas franceses que fueron acusados y condenados en 2015 por “chantajear” al rey marroquí. Y siendo Marruecos una extensión de la corona, o parte de ella, confundidos ambos en uno sólo, el periodista español Ignacio Cembrero también ha sido llevado a los tribunales hasta cuatro veces por el reino alauí.

Es un rey ahogado en los lujos frente a la precariedad de su pueblo, ausente, desinteresado, objeto de mil críticas en el extranjero… y amado sin embargo por su pueblo. La relación entre Mohamed VI y sus súbditos es digna de estudio. Apenas podría uno escuchar críticas negativas contra su figura al preguntarle a los viandantes en Rabat o Casablanca, mucho menos en los pueblos aislados del interior, mientras que cualquier amago de crítica ciudadana se dirigirá casi exclusivamente contra el Gobierno marroquí (que no deja de ser una marioneta del poder real pero que sirve de útil distracción para encañonar las frustraciones del populacho). Mohamed VI es todopoderoso y, por tanto, omnipotente; es perfecto. Una suerte de gobernante ideal que haría salivar a Maquiavelo.

 

MOHAMED VI POR PADYLLA
MOHAMED VI POR PADYLLA

El Gran Marruecos

El sistema marroquí ha construido desde mediados del siglo pasado un útil concepto para justificar la actitud de sus monarcas, que consiste en el ideario comprendido como Gran Marruecos. Un pensamiento nacionalista con tintes anexionistas (bien conocidos en Argelia, el Sáhara Occidental y las plazas españolas del norte de África) que nombran a la dinastía alauí como representantes de esta nación que sería el Gran Marruecos, un gigante magrebí que las naciones vecinas contribuyen a refrenar. Argelia es el enemigo, aunque ofrezca su ayuda tras el terremoto, lo mismo que España y su territorio, pese a que acogemos hoy a más de dos millones de marroquíes con ayudas del Estado y empleo. El rey ausente es por el contrario un líder exento de crítica. Y si los lujosos aeropuertos y grandes estadios de fútbol sirven hoy para camuflar las carencias de tantas naciones cuya población escarba en la basura, el lujo vinculado a Mohamed sirve de excelente discurso para aparentar la gloria del Gran Marruecos que nunca ocurrirá más allá de los sueños.

 

PADYLLA
PADYLLA

La enfermedad que aqueja al soberano desde hace años también sirve como un mecanismo para blindar su poder. De su enfermedad nace una preocupación por su salud y de esta preocupación nace un interés por su buena salud, su bienestar. Dicha dolencia sería la sarcoidosis, una enfermedad autoinmune sistémica que lleva a quienes la sufren a tener depósitos de células inflamatorias, de nombre granulomas no caseificantes, las cuales afectan a los pulmones, los ojos, los ganglios linfáticos o la piel.

El periodista Francisco Carrión publicaba en el diario El Independiente en septiembre de 2022 un artículo en donde citaba a un experto de la familia real marroquí que afirmaba que “el hecho de que al rey ya no le importe nada, ni su imagen ni lo que digan de él ni los asuntos más graves del Estado, es porque ha decidido vivir la vida que le queda. Y es precisamente lo que está haciendo”. Esto explicaría la constante lejanía del monarca frente a su pueblo. Pero nada puede saberse sin lugar a dudas. La imagen de un monarca ubicado en una posición superior y revestida con una aureola de poder absoluto impide a los medios de comunicación acceder a ciencia cierta a los entresijo de la realidad que padece.

Un poder absoluto: el rey nombra al jefe del Gobierno, promulga las leyes y puede disolver las dos cámaras del Parlamento, nombra a diez de los veinte miembros del Consejo Superior del Poder Judicial, es la máxima autoridad religiosa y el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, además de la primera fortuna del país. En definitiva, controla a partes iguales los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Y nadie puede respirarle por encima dentro de su territorio.

* Publicado y ELIMINADO por LA RAZÓN

https://www.larazon.es/internacional/mohamed-marruecos-rey-ausente-rico-enfermo_2023091164feee9ed60bc60001c54bcf.html

 

mancheta junio 23