La casa de mi tía
No basta con rasgarse las vestiduras, cada vez que el número de gente martirizada por la represión inhumana de la inmigración llega a niveles que merecen titulares. Muertas o heridas, estas personas que ejercen el derecho a buscarse la vida, merecen respeto y solidaridad. Concertinas o alambre palestino, le llaman. Son unas navajas o cuchillas, colocadas en la valla de Melilla. La bestialidad recuperada por el muy católico -pero poco cristinao, evidentemente- ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz es, además de un atentado contra las personas, una maligna estupidez. Es lo que explica con toda claridad Manel F. en este alegato gráfico. Hagan lo que hagan, la gente seguirá intentando entrar en la opulenta Europa.