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viernes, 03 de mayo de 2024 09:54h.
fútbol
Sociedad

¡Qué bello es el fútbol! (Enrique Bethencourt)

 

ENRIQUE BETHENCOURTEn su acostumbrada miopía estratégica, CANARIAS 7 relega a su edición papelera el artículo de Enrique Bethencourt. De todas maneras, en esta ocasión yo, Chema Tante, romperé mi costumbre de afirmar el interés de lo escrito por el sensato articulista. No comparto la pasión futbolera de Enrique, por más que la respete. Creo que siempre, no solamente en estos momentos, hay que denunciar la saturación comercializadora de una actividad deportiva. Y no me refiero únicamente a los presuntamente culpables de granujadas actualmente entalegados, Villar y Padrón. Me refiero sobre todo a una locura económica que infecta de sobrepagos y de evasiones y elusiones fiscales completamente incompatibles con un espectáculo de masas. No. No me parece nada bello, eso del fútbol. Las evoluciones en el campo no pueden ocultar la hediondez. Es mi opinión, pero, en todo caso, ahí está el grato estilo de Bethencpurt sosteniendo lo contrario.

Cultura

Roger Xuriach: “La brecha entre fútbol e intelectuales comienza a superarse” (Entrevista Enrique Bethencourt)

 

PANENKAROGER XURIACH

ENRIQUE BETHENCOURTEnrique Bethencourt mantiene un dilatado empeño en reivindicar los valores del fútbol. No seré yo quien censure la brega del hombre, a pesar de que condeno con todaas mis fuerzas los tóxicos efectos que producen en la sociedad la exagerada mercatilización y el hipercrecimiento financiero asociado al fútbol. La conversión del deporte en un espectáculo de masas, infecta, a  mi juicio, a toda la operación. Sin embargo de ello, no dejo de valorar positivamente los esfuerzos de Enrique que, esta vez, se reflejan en la entrevista que le hace en CANARIAS 7 a Roger Xuriach  "coordinador de la revista PANENKA una publicación, ‘el fútbol que se lee’, que aborda el fenómeno de este deporte desde otra dimensión"

Firmas

Ni veré el fútbol ni votaré - por Alejandro Floría Cortés

alejandro floría cortésCada vez los gobiernos se parecen más entre sí. De hecho siempre fueron la misma cosa en las embusteras democracias occidentales, aunque el abuso de los tópicos y el conveniente traslado de la mentalidad del hooligan a la política y a una presunta identidad nacional, han maquillado largo tiempo esta cruel evidencia.