Nuestra suerte cambió este 8 de noviembre. El cambio de gobierno en los Estados Unidos tendrá consecuencias brutales para Europa y el mundo entero. De nuevo, fuimos testigos de una campaña política alimentada por el odio, la misoginia y el racismo. Y de nuevo, funcionó.
Ya me decía Juan García Luján que Sofía Feith es una maravilla. Hace falta tener los pies y la mente muy metidas en la realidad y la memoria canarias para producir este texto que la mujer incorpora al clamor general en defensa, no solamente de la Montaña de Tindaya, sino también de los valores que ella representa.
Me da lo mismo si fueron millones o poca gente: el derecho a expresar la voluntad es el mismo. La gente catalana le ha gritado al m undo que quieren expresarse y la cerrilidad españolista expone su vergüenza intolerante ante el mundo. Y sépase que en la parva concentración de Tarragona, que pretendía opacar la magnitud de la demostración democrática de Barcelona, del brazo de la pepera Alicia Sanchez-Camacho, estaba la que se dice socialista, Carme Chacón y el peculiar ciudadano, Albert Rivera. No se ocultan, en su alianza contra el pueblo. El nacionalismo incivil españolista está dejando que el asunto llegue al límite. Con la fácil que sería permitir las consultas. Pero eso es democracia, y no pueden aceptarlo. Y hay que decirlo de nuevo: lo que pidió la gente catalana este glorioso 11 de septiembre, es el respeto al derecho a votar.
"Los antiabortistas españoles exigen al presidente salvadoreño que “resista” con ‘Beatriz’: tampoco cesárea"
Pero en El Salvador se impuso el sentido común. Ya Beatriz se ha salvado y el feto no desarrollado ha muerto. Porque sin cerebro no hay vida.