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jueves, 02 de mayo de 2024 22:38h.

Anticapitalistas ante el próximo ciclo electoral y las elecciones europeas

 

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Anticapitalistas

ante el próximo ciclo electoral y las elecciones europeas

Estos meses se aproxima un nuevo ciclo electoral, que se concretará en las elecciones vascas, catalanas y europeas. En esta declaración, nos centraremos en comunicar la posición de Anticapitalistas ante estas últimas, aprovechando sin embargo para esbozar brevemente una serie de caracterizaciones de la coyuntura que implican también al periodo en su conjunto. Para conocer la opinión sobre los casos vasco y catalán, nos remitimos a las posiciones que emitan nuestras compañeras en las respectivas naciones.

Impasse, guerra y desastre ecológico

Este ciclo electoral llega en un contexto en el que las contradicciones destructivas del capitalismo a nivel global se están agravando estructuralmente. La guerra en Ucrania ha desatado una serie de tendencias presentes en la época. El choque entre el expansionismo de Putin y la hegemonía del declinante pero persistente imperialismo norteamericano, se expresa en una brutal guerra en Ucrania, en la que mueren trabajadores de un lado y del otro, azuzados por un odio etno-nacionalista que solo favorece los intereses de las burguesías. Lejos de ser un episodio aislado, la guerra en Ucrania ha extendido sus efectos sobre las “democracias liberales”, acelerando los planes de remilitarización de la UE y avivando el discurso y las prácticas homicidas en las fronteras, mientras en el interior de los estados se produce un proceso de “desdemocratización” de largo aliento del cual todavía solo hemos visto sus primeros pasos. Las necesidades sociales pasan a un segundo plano y la mal llamada transición verde capitalista es un objetivo olvidado: el plan actual del capitalismo pasa por prepararse para la guerra. El ascenso de la extrema derecha aparece como otro síntoma de la búsqueda de un cierre nacional y en clave de guerra interior por parte de amplios sectores de las viejas clases medias.

Mientras Europa dice apoyar a Ucrania para defender la “democracia y los derechos humanos” (un derecho que solo puede ser defendido por la solidaridad internacionalista, nunca por las potencias imperialistas) en Gaza, Israel está cometiendo un genocidio ante los ojos del mundo entero y la complicidad de los gobiernos capitalistas. La tenaz resistencia del pueblo palestino no ha sido apoyada por ningún gobierno autodenominado democrático. En su lugar, los gobiernos, incluyendo el español, han desoído el clamor de las calles y han continuado manteniendo relaciones diplomáticas y comerciando con armas con el estado sionista de Israel.

Sobre el mar de fondo del desastre ecológico, los gobernantes europeos tratan de exportar la crisis a países más pobres mientras mantienen un bienestar relativo en el centro capitalista. La presión de la guerra también es una forma temporal de eludir las contradicciones de clase internas, así como las tensiones entre las diferentes facciones nacionales de las élites europeas. Sin embargo, esa situación también tiende a resquebrajarse a largo plazo, mediante un proceso desigual que combina prebendas para un sector de la población, precariedad y pérdida de poder adquisitivo creciente para amplias capas de la clase trabajadora y exclusión permanente para un conjunto cada vez mayor de la sociedad. Al contrario que en los periodos históricos anteriores, la carrera armamentística no va acompañada de un ciclo de ascenso capitalista: no hay optimismo ni horizontes de victoria, solo un marcado camino hacia el desastre del que todo el mundo es consciente, aunque unos opten por no querer verlo o por creer que no se puede evitar.

En ese sentido, el llamado gobierno progresista español formado primero por PSOE y Unidas Podemos y posteriormente por PSOE y Sumar, ha sido el más fiel realizador de esas tendencias en el Estado español, añadiéndole ignominias particulares como su traición al pueblo saharaui. Su política exterior se alinea fielmente con la OTAN, aumentando brutalmente el gasto militar y aplicando una política de cierre fronterizo a costa de las vidas migrantes. Mientras los salarios pierden poder adquisitivo y las inversiones de dinero público fluyen hacia el capital privado, el progresismo impone una política de paz social que integra a ciertos sectores de las clases subalternas en la política estatal, cancela temporalmente el conflicto con las naciones sin estado, integrando a sus élites políticas en la gobernabilidad del régimen, y se presenta como el único dique de contención a la derecha. Inestabilidad y crisis, cierre de las expectativas de transformación social, impotencia de las izquierdas, ascenso de las fuerzas autoritarias, nuevos miedos y un plan de la clase dirigente que implica guerra, destrucción social y desastre climático: esa es la foto que proyecta la actual coyuntura.

Balance y perspectivas para Anticapitalistas

La coyuntura es obviamente muy distinta a la de hace diez años. Los partidos de izquierda que ascendieron tras la crisis de 2008 están pulverizados o integrados residualmente en el sistema tras una serie de giros, capitulaciones y renuncias. De SYRIZA a Podemos o SUMAR, las grandes experiencias nacidas al calor de la crisis de 2008 fueron incapaces de plantear una alternativa sistémica y de construir proyectos sólidos e independientes del poder capitalista, traicionando las expectativas de cambio que amplios sectores de la clase trabajadora habían depositado en ellos: de los intentos de cambio fracasados surgen las contra-revoluciones preventivas. El panorama a día de hoy es otro: la ilusión se ha volatizado, traicionada, y el desencanto y el agotamiento moral son los sentimientos predominantes que funcionan como gasolina de la reacción en curso.

Después de nuestra ruptura con Podemos, al convertirse este proyecto en otra herramienta de la gobernabilidad capitalista, desde Anticapitalistas hemos reorientado nuestros esfuerzos militantes a insertarnos en las luchas, mejorar nuestra implantación y renovar nuestro bagaje programático a través de la discusión colectiva. En ese sentido, pese a la pérdida de visibilidad mediática que supuso nuestra decisión y de las dificultades propias derivadas del fracaso, así como de la evolución lamentable de una herramienta en la que tanta gente había puesto sus esperanzas, hemos avanzado positivamente en el terreno del trabajo de base, consolidando nuestra presencia en las luchas sociales y en defensa del territorio, en la juventud, en los sindicatos y en las luchas internacionalistas contra la guerra y el genocidio sionista contra el pueblo palestino.

Nuestra vía estratégica se basa en generar las condiciones desde el trabajo militante para un proyecto político ecosocialista, internacionalista, feminista y anti-racista, que emane de los sectores más militantes de la clase trabajadora y de los movimientos sociales, reconstruyendo la posibilidad de una expresión política antagonista al sistema capitalista, en ruptura con sus instituciones políticas y sus partidos. Para ello, también nos hemos apoyado en las posiciones parlamentarias en Europa (representadas por Miguel Urbán), que nos han permitido amplificar nuestra oposición a la deriva militarista y ecocida de la UE.

Partiendo de esas condiciones y de ese balance, en nuestra organización hemos debatido sobre la conveniencia de presentarnos o no a estas elecciones europeas. En nuestra conferencia confederal, en la que participaron representantes de las 17 organizaciones territoriales de las diferentes naciones y comunidades autónomas del Estado español, y con un 90% de los votos, evaluamos que no es el momento de impulsar una candidatura. Consideramos que nuestra prioridad es continuar y profundizar este trabajo de recomposición militante, implantación e impulso de luchas, rearmando nuestro proyecto político desde una perspectiva ecosocialista, abiertos siempre a la colaboración con otros sectores o sensibilidades con las que compartamos perspectivas y objetivos.

Por supuesto, desde nuestro punto de vista, las elecciones son un momento de lucha política importante, pero deben darse ciertas condiciones para que esa experiencia sea provechosa para una fuerza que aspira a ser revolucionaria. Presentarnos o impulsar una candidatura a estas elecciones, que funcionan como las últimas de un ciclo que se agota, sería demasiado prematuro y pondría en riesgo los futuros desarrollos de las perspectivas sobre las que estamos trabajando.

Para volver a situar en el centro una política de liberación frente a la reacción en curso, es obvio que hace falta un proyecto político nuevo, que recoja críticamente las lecciones y aprendizajes del ciclo pasado, y abriéndose a las nuevas expresiones de lucha en unas condiciones que son diferentes. A pesar de que la primacía de la política parlamentaria los invisibilice, sigue habiendo luchas y conflictos que se acrecentarán a medida que la crisis se acelere: nuestra tarea es partir de ellos, para alterar la subordinación al marco defensivo que impone la dicotomía progresismo-reacción, con un proyecto político de conjunto y desde una perspectiva hegemónica que nos permita superar los límites de las luchas parciales. Es nuestra obligación partir de esos condicionantes para superarlos, y darles la forma de un proyecto político ecosocialista, internacionalista y feminista, de la clase trabajadora y de todas las personas oprimidas: en esta dirección trabaja Anticapitalistas día a día, a largo plazo y sin pausa.

https://www.anticapitalistas.org/comunicados/anticapitalistas-ante-el-proximo-ciclo-electoral-y-las-elecciones-europeas/

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