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viernes, 03 de mayo de 2024 15:20h.

Y si resulta que...

"...más allá de la posición que cada cual adopte en conciencia,ante la Unión Europea, es absolutamente imprescindible que ninguno de nosotros se llame a engaño ni contribuya a él. Que nadie persiga ilusiones y, desde luego, que no las alimente: esta Unión no es la de los pueblos europeos sino la del gran capital que pisotea nuestro bienestar y nuestros derechos; no es la que obra por la paz y el progreso para los pueblos del mundo sino la que los somete y oprime. Esta UE no es reformable. " FIRMANTES: Joaquín Sagaseta Paradas, Miguel Medina Fernández Aceytuno, José Rivero, Fernando Sena Fernández, José Ramón Pérez Meléndez, José María Alfaya, Pedro Limiñana Cañal, Juan Liñán, Arturo Borges, Javier Doreste Zamora, Arón Cohen, Alejandro Pérez Peñate, María Victoria Calvo, José Labella, Alexis Medina, Sara Donaire, Jonathan García Romero, Fernando Sena Triviño...

Y si resulta que...

Un fantasma recorre Europa... la llamada "Unión Europea". Una Unión que se construyó al servicio de la patronal y del capitalismo, una Unión que destruye las conquistas sociales en todos los países en los que ejerce su ordeno y mando, que impide el ejercicio de la independencia política, monetaria, económica y aduanera de cada uno de sus estados miembros. Que favorece los bajos salarios, la precariedad, el paro y alimenta la xenofobia y el racismo para delectación de una extrema derecha "nacionalista", enemiga de la democracia y del movimiento obrero. Una Unión que nació de la Guerra Fría y que no tiene voluntad pacífica, antes bien, alimenta y administra guerras feroces en el propio solar europeo (Yugoslavia, Kosovo... y ahora dedica su atención belicosa hacia Ucrania en estrecha alianza con los nazis locales), o en el ámbito mediterráneo-musulmán, siempre marcando el paso con la OTAN como brazo armado del imperialismo norteamericano. Una Unión, en suma, que ha demostrado no ser pacífica, ni social ni democrática.

 Durante los años 80, la crítica de un puñado de comunistas con independencia de espíritu y desagradable lucidez que no era precisamente de adivinos a lo Casandra ya señalaba que el ingreso en lo que entonces se llamaba Mercado Común (una denominación más acorde con la auténtica naturaleza de esta fantasmal "unión") era contrario a nuestros intereses como país porque agravaba los factores negativos que dicha integración comportaba. Se advirtió que España se colocaría en una situación de mayor dependencia hipotecando la posibilidad de una política económica y exterior diversificada, que la integración tendría elevados costes económicos y sociales en múltiples ramas productivas y en áreas geográficas determinadas. Que para el pueblo, en general, se iba a producir un empeoramiento generalizado de sus condiciones de trabajo y vida.

Después de 28 años de la entrada en vigor del Tratado de Adhesión, las previsiones de tales análisis se vienen cumpliendo como un maleficio inexorable.

Ahora, en un ejercicio de cinismo, pretenden alimentar la esperanza de que, cuando se supere la crisis, la que nos han montado y la que sufrimos, volverán los buenos tiempos en que florecía el crecimiento económico y con él el empleo. Nada más falso. Se ha puesto muy barato el puesto de trabajo como esclavo. Nunca existieron esos buenos tiempos aunque las grandes superficies, con sus anaqueles cargados de baratijas, sustituyeran al ágora como escenario de la vida pública, que se ha quedado empobrecida, voluntaria y tenazmente desprestigiada por los que pretenden que la "unión" sea una sumisión sin reglas: los pueblos desarmados ante las élites y las élites europeas vendiéndose al imperialismo norteamericano. (Véase y témase ese Tratado de Libre Comercio con los EE.UU. que llevan, por los pasillos de la Unión, tan en secreto). Si Espartaco volviera, además de apuntarnos a su búsqueda de libertad tendríamos que construir una nueva sociedad sobre nuevas bases.

En las presentes circunstancias, nuestro país no puede salir de la crisis en el marco del euro, necesita una moneda propia para competir y una política monetaria soberana para suministrar liquidez al sistema y estimular una demanda razonable. Necesita una política de control público de los sectores estratégicos de la economía y la potenciación de los servicios públicos fundamentales. Necesita redistribuir la riqueza y no concentrarla en muy pocos bolsillos.

El montante de la deuda externa es impagable y, en lo que respecta a la deuda pública, habría que realizar una profunda reestructuración de la misma para aliviar la presión que ejerce sobre las cuentas públicas y evitar la quiebra del sector público.

Aquí se plantea el gran miedo con que nos amenaza nuestro contumaz fantasma. ¿Y si resulta que nos tenemos que ir de esta Unión y de este euro? Nos dicen que es imposible, que sería a costa de mucho sufrimiento y sacrificio. Pero también sabemos que seguir en el Euro y en la UE supone llegar a niveles de desastre social inconmensurables. ¿Y si no podemos hacer que esta "unión" deje de ser la que nos deja fuera no ya del bienestar sino de la propia supervivencia individual, social, cultural; la que nos augura un futuro catastrófico en el que no podremos reconocernos como ciudadanos europeos?

Ahí es donde el fantasma de la "Unión" se compincha con nuestra particular situación de deficiente cultura política y de derrotismo, amén de contar con decididos colaboradores a la hora de desmovilizar el pensamiento libre. Nos dicen, en todos los tonos posibles y en algunos inaceptables, que no podemos irnos de Europa cuando lo que quieren decir es que nos quieren tener atados a su "Unión". Es como si estuviéramos en el patio de un colegio para niños ricos que nos dicen que tenemos que continuar jugando con ellos... de recogepelotas. Por si algunos no estuvieran dispuestos a ello nos dicen que fuera de ese patio no hay juego posible y que pretender o imaginar siquiera que pudiera haberlo es calificable de comportamiento antideportivo.

Aunque algunos de los condenados a presenciar el partido desde las bandas no veían tantos problemas en jugar en esa cancha (siempre que se elaborasen unas nuevas reglas de juego y se les diera la oportunidad de que todos puedan tocar un poquito el balón), los niños más ricos-ricos  temen quedarse en minoría y anuncian que están dispuestos a ponerse de acuerdo con los que disputaban por el control del patio sin poner en entredicho la propiedad del mismo ni buscar nuevos terrenos donde jugar. De esta manera, piensan formar una nueva mayoría aplastante (grosse koalition, le llaman a eso) para la que poco importa la opinión de los recogepelotas, y que nos dejaría a los demás, convenientemente divididos y desmoralizados, buscando nuevas alianzas para ser, electoralmente, más numerosos que los “grossecoaligados”, aunque en medio de pintorescas dificultadas por la variedad de opiniones sobre cómo juntarnos.

Alguien ha clamado, refiriéndose al TTIP UE-EEUU: "Hundamos su Unión Europea". ¿Con nosotros dentro o fuera? Porque cuando lo del Titanic, los de tercera clase no llegaron ni a los botes. Podemos pensar que la salida de la "Unión" y del euro está llena de dificultades pero no más dramáticas que las que padecemos dentro y, desde luego, los que manejan el paquebote ni nos dicen la verdad por megafonía ni quieren que podamos pensar en navegar por nuestra cuenta.

Y sin embargo es bueno que comencemos cuanto antes a hacer pedagogía política, decir que hay otras uniones posibles, explicar que las uniones deben establecerse sobre la base del mutuo interés y consentimiento y no aceptar que, en nombre de sus intereses disfrazados del "no se puede", nos impidan impulsarnos por el camino de las profundas transformaciones favorables a la inmensa mayoría.

Debemos ya decir claramente que no queremos esta Unión Europea, que no queremos que nos pongan precio en euros y que nos vendan barato a los grandes intereses del Imperialismo USA y al gran capital financiero.

Es un hecho que, ante las elecciones europeas y sobre la UE en general, existen diferentes posturas dentro de cada uno de los países entre quienes se proclaman comunistas y, de manera más general, entre las fuerzas que se afirman anticapitalistas. Pero, más allá de la posición que cada cual adopte en conciencia, es absolutamente imprescindible que ninguno de nosotros se llame a engaño ni contribuya a él. Que nadie persiga ilusiones y, desde luego, que no las alimente: esta Unión no es la de los pueblos europeos sino la del gran capital que pisotea nuestro bienestar y nuestros derechos; no es la que obra por la paz y el progreso para los pueblos del mundo sino la que los somete y oprime. Esta UE no es reformable. 

FIRMANTES: Joaquín Sagaseta Paradas, Miguel Medina Fernández Aceytuno, José Rivero, Fernando Sena Fernández, José Ramón Pérez Meléndez, José María Alfaya, Pedro Limiñana Cañal, Juan Liñán, Arturo Borges, Javier Doreste Zamora, Arón Cohen, Alejandro Pérez Peñate, María Victoria Calvo, José Labella, Alexis Medina, Sara Donaire, Jonathan García Romero, Fernando Sena Triviño...

 

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