“El escritor muchas veces crea un diferente Universo que tiene de común con el que cotidianamente está ahí la necesaria utilización de las mismas palabras, que pueden entonces cargarse de contenidos diferentes, y hasta los nombres de las personas, el paisaje que necesitamos modificar. Ellos extraen el espíritu de un mundo para sobre de él construir un planeta nuevo, acaso con sus notas de magicidad y de ambiente otro. La literatura puede ser así, una parte de ella por lo menos, un arte extraordinario, una vara de virtudes dominadora de la vida, y que comprende, con nuestras propias existencias incluidas, un bloque englobador de la totalidad, todo está dentro de ella. Pero tiene como contrapartida la restricción de su comprensión a un menor número de gentes, morosos de introducirse en su profunda médula. A veces no se puede pasar de los corrientes acaeceres, de la intriga, de lo erótico, tomado muy someramente. La verdadera literatura se puede desprender de esto y dominar suficiente el ánimo. Todas las artes tienen este tipo de limitaciones, a mucha gente se le caerá el libro de las manos, pasarán indiferentes ante el cuadro genial, serán sordos para determinadas músicas”.

Isaac de Vega, “Narrativa hacia el fin de siglo”. II Encuentro de Narrativa Canaria, 1996

“El pueblecito está aún dormido. Ante la chabola, su perro le espera. Hace frío. Se acuesta. Ahora al desaliento de su fracaso sucede una alegría íntima y sosegada. Se arropa bien y procura dormir”.

                                                                                                          Isaac de Vega*

*Fragmento de “El cazón”. Este cuento forma parte de la antología “África Narrativa”, La Marea, 1999. Publicado originalmente en la Gaceta Semanal de las Artes, periódico “La Tarde”: 6 de septiembre de 1956.