25 N Día por la eliminación de la violencia contra las mujeres. Todavía los privilegios continúan siendo de los hombres - por Erasmo Quintana

A pesar del gran avance que últimamente han protagonizado las mujeres, el antifeminismo y la misoginia se vuelven cada vez más violentos. Decimos esto con una cierta dosis de incredulidad con nosotros mismos, porque en el fondo queremos pensar que somos unos exagerados, y que la cuestión no es tan negra como la percibimos en nuestra íntima individualidad. Pero qué caracho, sí que se ajusta a la más clamorosa verdad.

En este tema que nos ocupa, la misoginia, el papel que desempeña el partido extremaderechista  de VOX no es casual. Va en su ADN el asignar al sexo femenino el papel subsidiario, secundario y de sumisión que el patriarcado franquista reservó a la mujer.

Hay que recordar que este partido heredero del fascio niega la violencia de género, apreciación que nos choca en mucha mayor medida cuando son las correligionarias de ese partido las que lo afirman tan contundentemente. No cabe duda que el supremacismo masculino hace estragos en el feminismo y en la igualdad de género. Más de cincuenta mujeres han sido asesinadas en lo que va de año, y éste no ha terminado. Según nuestra cultura machista (que es la que manda), la mujer está mejor atada a una pata de la cama, en la cocina, encargada de la prole y a lo que mande el hombre, del que estará “a su disposición”. La misoginia, la homofobia y la violencia machista intrafamiliar tienen una espectacular historia de asesinatos. Por lo tanto, el acoso sexual a la mujer es un fenómeno colateral que debemos considerar y condenar siempre, no solamente en este DÍA INTERNACIONAL POR LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES.

Un Día que se establece en el recuerdo, como representantes universales de las tantas mujeres agredidas, de las Hermanas Mirabal, las Mariposas, víctimas de la crueldad de la dictadura trujillista.

También nos quedamos embobados e incrédulos viendo por la TV esas imágenes con un gentío impresionante que se repite noche tras noche en la madrileña calle de Ferraz, frente a la sede del PSOE, de gente adulta y bien vestida insultando soezmente al presidente del Gobierno, al Rey y a la Constitución, seguido de cantos del Cara al Sol y sus Montañas Nevadas, junto a enardecidos Vivas a Franco, a José Antonio y, ahora, a Milei. con señales de una peligrosa involución facha. Estas acciones certifican el temor a blanquear los nazis.

Con aquella calma chicha, hasta que pasado un tiempo tasado y medido en que los vándalos empiezan a tratar de derribar las barandillas metálicas y hacer gestos desafiantes ante los cuerpos antidisturbios, que los mismos ignoran no respondiendo a la provocación cretina. Yo, con mi edad ya provecta, pensaba que lo había visto todo. Equivocado de mí, pues sigo presenciando las mayores estupideces humanas, ésas que son capaces de hacer, como digo, personas adultas y bien vestidas. No tengo miedo a equivocarme si afirmo que esa Amnistía que quieren rechazar no se la creen en el fondo de sus caletres, que es una falacia como un templo de grande, pero que les sirve de excusa perfecta para desembarazarse del trauma que les provoca a la mayoría carca de las derechas, porque democráticamente una vez más no pueden gobernar.

El supremacismo y el machismo se dan la mano cuando de atacar a la mujer se trata. Una joven confiesa que ha vivido episodios de este tipo de forma muy agresiva. ¿Qué nos está pasando?, es la pregunta. De una manera bastante violenta, un hombre la siguió hasta que llegó a su casa, acosándola sexualmente. Poco tiempo después, sufrió una segunda agresión en una guagua, con insinuaciones por un hombre que estaba a su lado. Pocas fechas más tarde, yendo por nuestras calles, se percata que un reducido número de jóvenes estaban hablando sobre sus pechos. Es algo que ya se normaliza por lo frecuente. Esto la empujó a hablar del tema con otras mujeres, sorprendiéndose de la normalización, pues habían muchas que contaban la misma historia.

El machismo ultramontano y carpetovetónico que supervive todavía, sobre todo en la península Ibérica, hemos dicho en otro lugar que pudiera responder a ese crisol de razas que la configuran pero, sobre todo, a los ochocientos años de pervivencia mahometana en la piel de toro. Así que, aquel “la maté porque era mía” pertenece genéticamente a la entraña misma de lo español aunque debamos tener en cuenta que este fenómeno del machismo no es exclusivo de nuestro pueblo, puesto que es una lacra que se da a nivel mundial. En nuestro caso las estadísticas no mienten: invariablemente, año tras año el número de mujeres asesinadas por el maltrato machista en el seno familiar se repite. En este mes de noviembre, por ejemplo, ya tenemos cincuenta y dos las víctimas de género, y el año aún  no ha terminado. El feminismo ve una permanente amenaza por parte de los hombres, y ello es muy triste, pues a pesar de que vivimos en pleno siglo XXI, y la educación que se da en las escuelas y principales medios de comunicación va aceptable, ésta no llega como es debido, pues se sigue pensando que la mujer es un ser inferior. Los hay que se creen con derecho a poseer a una mujer en contra de su voluntad, con la peregrina idea de que ella le pertenece legítimamente, y que nada ni nadie se la puede quitar.

* Gracias a Erasmo Quintana