La aventura de ser español, ayer y hoy

Erasmo Quintana

La autoflagelación es lo nuestro; la soberbia y la arrogancia también. Cainismo, pues, e intolerancia religiosa española han sido las señas de identidad. El imperio patrio fue arrumbado con un arma nueva: la propaganda acompañada de la mentira. Para nuestra vecina Francia, España vale poco, es poca cosa. Fue invadida por Napoleón Bonaparte y se la apropió. Éste dejó a su hermano Pepe Botella como su rey, hasta que fue el mismo pueblo llano quien, en una grandiosa gesta (Dos de Mayo) recuperó el honor mancillado y perdido, arrojando del suelo patrio al francés. Pero Francia siempre ha jugado un papel siniestro y preponderante sobre los intereses de España, y no nos tiene respeto. 

En estos días hemos visto cómo se repite el vandalismo sobre nuestros camiones de fruta nada más pisamos suelo francés: abordan y derraman nuestros productos vitivinícolas y son derramados en la calzada sin la menor protesta de los productores y del Gobierno español. Parecemos marionetas en manos francófonas y hemos perdido parte de nuestra dignidad y libertad. 

A la muerte de Carlos II el Hechizado, de la Casa de Austria sin descendencia, Luis XIV de Borbón, Emperador francés, pone como Rey de España a su nieto Felipe V, tratando a nuestro país como una colonia francesa. Hasta hoy, que la Jefatura del Estado continúa en manos Borbonas, es decir, francesas. Esta fue la gran fechoría que nos hizo tragar el dictador Francisco Franco, dejando con todas las prebendas del más alto mando militar su inviolabilidad personal y la mayor representación política (democracia vigilada), que se hereda de padres a hijos una corona de origen francés.

Pobre y castizo país éste, haciendo acallar al “pueblo soberano” del que emana el poder, y al que se le hurtó su voz. Tiene, por desgracia, una endeble y vergonzante historia que no empieza ni acaba con la pérdida de sus posesiones americanas y filipinas, aquellas raspas de un importante imperio, detonante de su empobrecimiento y frustración de las élites, decadencia y fracaso, junto al resentimiento que todo ello generó.

Ahora tocaré un tema del que no tengo mayor información para contrastar con lo que viene sucediendo en nuestro país. Por ello, no sé si habrá alguna  nación de nuestro entorno que tenga el número de actos violentos contra el sexo femenino, con resultado de muerte. Todos los fines de año el número de asesinatos se aproxima a la centena, y para los representantes políticos de VOX, no hay violencia de género o maltrato a la mujer. Sin embargo, nuestro país es la avanzadilla de las políticas social-humanas dirigidas a la mujer víctima de la ancestral cultura musulmana, pues creemos que sus hijos, los españoles -no todos evidentemente- llevan interiorizado un machismo heredado genéticamente, puesto que en la piel de toro hispana cohabitó el musulmán durante ocho siglos. Corre, pues, por las venas del español sangre mahometana sin que lo pueda remediar. 

La invasión árabe tuvo su inicio en el verano del año 710, por el bereber Tarif Malluk, atravesando por primera vez el estrecho de Gibraltar con unos 400 hombres en viaje de inspección. Tras una breve correría por Algeciras, llevándose un gran botín, organizaría una expedición de mayor envergadura; reuniendo un verdadero ejército, se aposentó al otro lado del Estrecho. Poco a poco, pues, Batalla de Guadalete por medio, el mundo musulmán fue ganando territorio peninsular, hasta llegar a las fronteras de Vasconia y el Reino de Asturias, que no pisó el moro. El resto fue la islamización de la Península, convertida en Al Andalus. Hasta la Rendición de Granada el 2 de enero de 1492, que puso fin al proceso histórico de la Reconquista expulsando al último rey Nazarí por los Reyes Católicos. 720 años duró la dominación musulmana en España.

Es obvio que ochocientos años de convivencia y compartiendo el mismo territorio musulmanes y cristianos (téngase en cuenta que es la raza judía quien fue expulsada por los Reyes Católicos), casos de cruces de sangre parece algo natural e inevitable que se produjeran. Esto es lo que nos hace afirmar que el presente sojuzgamiento y muerte a la mujer, ¿no hunde sus raíces en el gen almorávide o mozárabe andalusí? Alguna razón tiene que haber para que el hombre español dé muerte con tanta sangre fría a su mujer o expareja, bárbara anomalía que se produce un año tras otro con el mismo o parecido número de asesinatos. Sabemos la inexistente buena consideración que de la mujer tiene el mundo musulmán, mozárabe o mahometano. Para esta cultura la mujer es menos que nada, a la que humilla y esclaviza, escondida a la mirada humana con el burka. Para él, la mujer es solo un objeto sin alma ni sentimiento, que le pertenece por completo.

* Gracias a Erasmo Quintana