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viernes, 26 de abril de 2024 08:03h.

CoATIción Canaria desenvaina el naife - por Nicolás Guerra Aguiar

El señor Ruano León, exconsejero de Presidencia, Justicia y Seguridad en el primer mandato del actual presidente del Gobierno de Canarias (2007-2011) le pide al señor Rivero que dé un paso a un lado para que se produzca la renovación política en CoATIción Canaria

CoATIción Canaria desenvaina el naife - por Nicolás Guerra Aguiar

   El señor Ruano León, exconsejero de Presidencia, Justicia y Seguridad en el primer mandato del actual presidente del Gobierno de Canarias (2007-2011) le pide al señor Rivero que dé un paso a un lado para que se produzca la renovación política en CoATIción Canaria. O lo que es lo mismo, que el señor presidente está de más, pues aspira a una tercera elección. Y resulta cuando menos perplejante –cuando no jocosa o trágica- la tal petición en boca, precisamente, de una persona que lleva viviendo ininterrumpidamente de la política desde su primer cargo en 1993 hasta hoy, veintiún años después, con aspiraciones a continuar si no como responsable político directo sí, al menos, en el plácido reposo de un sillón parlamentario tal otras muchas señorías de su mismo grupo como, por ejemplo, el señor Perestelo Rodríguez. Don José Luis, desde 1991 (veintitrés años atrás) ha sido consejero cabildicio; presidente del Cabildo palmero y, a la par, senador; diputado en Madrid y, ahora, parlamentario canario. 

   Y como el retroceso de CoATIción es notorio y preocupa, sectores rebeldes a la continuidad del señor Rivero comienzan a poner en práctica sus estrategias para desplazarlo. Y no porque tengan a alguien con exquisitas capacidades, atractivo para los votantes que fueron, una persona que devuelva a los canarios simpatizantes la confianza y la seguridad en una coalición que fue esperanza, sueño nacionalista, utopía de rigor, seriedad y buen hacer. Porque ahora todo se está moviendo en torno a una persona absolutamente desconocida ya no solo en las islas orientales sino, incluso, en las propias santacruceras: es el señor alcalde de La Laguna, don Fernando Clavijo Batlle, “el mejor alcalde que ha tenido aquella ciudad”, según la señora Oramas (parlamentaria regional por CC; exalcaldesa lagunera; actual diputada en Madrid). Fue ella quien lo presentó en una conferencia que el señor Clavijo impartió en Madrid y a la que asistió el señor Soria.

   Se celebró, en efecto, aunque fue una concurrencia incompleta: a ella no pudieron acudir ni la señora Julios ni el señor Bañolas, presidenta y secretario general  de CC en Gran Canaria, respectivamente; tampoco el señor Padrón, vicesecretario de Coordinación y Estrategia Municipal de CC. La razón, puramente logística: al señor alcalde lagunero le fue impósibol mandarles un avión desde Madrid, como sí hizo con un coche oficial del Ayuntamiento de La Laguna para que los recogiera en Los Rodeos, pues en algún guachinche tenían que hablar de muchas cosas íntimamente relacionadas con la batalla contra el señor Rivero, su compañero del alma, compañero. Y aunque nada sabemos de aquella reunión (a fin de cuentas, personal, relacionada con CC), sí hay afiliados a la espera de una explicación, si no por parte del señor alcalde lagunero (pasará un quilo de la crítica) sí, al menos,  de la tríada grancanaria que acudió a ella y usó un coche oficial para algo que nada tenía de oficial, aunque conspiraciones, intrigas y complós siguen formando parte del ADN de muchos políticos, más ahora en vísperas electorales en que mandan las listas cerradas sobre las vocaciones de servicio a la sociedad.

   Pero frente a las perras de vino en Nivaria; a reuniones clandestinas (ninguno de ellos puede argumentar que son monomanías de la época franquista) y a la mala costumbre de no mirar para el interior de sus ya desmoronadas murallas, los supuestos confabuladores contra el señor Rivero acaban de tropezar con una encuesta –oh, casualidad- realizada para Canarias7 y Diario de Avisos. Según la tal, CC, la misma que lidera el señor Rivero, repetiría ahora mismo sus veintiún parlamentarios lo cuales, no olvidemos, formarían parte de listas cerradas e, inclusivamente, serradas por el námber guan si don Paulino consiguiera encabezar la segunda reelección. Que cuando este señor  coge una calentura política, tengo la impresión de que enrabiscamientos y enroñamientos son como fogaleras que levantan mucha llama. (Y aunque la tal encuesta –ya lo aclaran en sus posdatas los periódicos- le da diecisiete escaños al PSOE, ha de saberse que fue realizada antes de que el bolivariano antisistema de extrema izquierda con ADN yijadista -Podemos- brotara de las tinieblas abismales.)

   Que estas cosas sucedan es algo normal; a fin de cuentas, en un sistema democrático –o supuestamente, para ser más preciso- hay quienes se consideran capacitados para liderar agrupaciones o partidos, y es cierto, claro. (Otra cosa es que lo crean los demás, claro). Por tanto, que el señor Clavijo Batlle organice conferencias… en Madrid, encuentros y estrategias con vistas a ocupar la cabeza de la lista en las próximas elecciones al Parlamento canario no solo no puede sorprender sino que debe verse como algo normal. Y que intente desplazar al señor Rivero –a fin de cuentas, ya lleva ocho años como presidente- para él ser candidato a la presidencia puede jeringar, pero forma parte del juego político.

   Sin embargo, inmediatamente salta a la vista algo importante: el próximo presidente volverá a ser mencey, no guanarteme ni faycán. Es decir, seguirá siendo nivariense, que para eso allí están los votos. Con lo cual se rompe el pacto de alternancia en la presidencia entre Gran Canaria y Tenerife, como si las otras cinco islas no estuvieran en las voluntades de CC. Desechadas, por tanto, las iniciales apetencias del señor Morales (majorero; lleva casi veinte años en cargos políticos) y del eterno aspirante señor Castro Cordobez (palmero; entró en política en 1979, treinta y cinco años atrás, y en ella vive, se ascetiza y pernocta), la mar de fondo revuelve lo que siempre se mostró como un relajado entendimiento entre ATInerfeños. Sin embargo, margullan ambiciones de gentes maduradas en la cosa pública que empujan sin razonamientos para, al menos, permanecer.

   Quizás el Congreso de septiembre signifique una derrota para el señor Rivero, no sé. Pero aunque así fuera, seguirán los de siempre. Y eso, señor Ruano, no es renovación, cambio, lo que el pueblo exige y reclama.

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