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viernes, 26 de abril de 2024 15:48h.

¿Dónde está el límite? - por Ana Vega

Esperaba tarde o temprano encontrarme algún desenlace brutal con respecto al desahucio cruel e injusto que se llevó a cabo en Tacoronte, hacia un matrimonio octogenario.

¿Dónde está el límite? - por Ana Vega

Esperaba tarde o temprano encontrarme algún desenlace brutal con respecto al desahucio cruel e injusto que se llevó a cabo en Tacoronte, hacia un matrimonio octogenario.

Formé parte, aunque virtualmente por no poder asistir a ninguna de las concentraciones llevadas a cabo, para reprochar algo tan vil, y todo por el empeño de un señor( por no llamarle otra cosa ), de sacarles de ahí.

Lloré ese día, no menos ni más que miles de ciudadan@s que ese día asistíamos de una u otra forma al desenlace final.

Las bocas expulsaban palabras de odio, ira e impotencia. Era lo normal.

Pero la vida continúa y por suerte y ante la solidaridad ciudadana, el matrimonio tenía casi preparada una casa acondicionada para poder vivir la última etapa de sus vidas.

Ninguno podemos eludir esas familias que han sido expulsadas de sus viviendas por temas de impagos y que no tenían ningún lugar donde ir. Los hay que incluso están viviendo o debajo de un puente o dentro de sus coches. Y con hijos en muchos de los casos. Y enfermos de cáncer u otras enfermedades irreversibles, también.

Yo no me puedo alegrar de ver esas pintadas en la vivienda de ese ¨señor ", o sus cristales rotos.

¿ Dónde está el límite ?.

De momento deberíamos pensar quien fue realmente el culpable de que esto sucediera.

¿ Acaso nos hemos olvidado del abogado que metió la pata y la jueza que remató dicho desahucio?.

A mi casi medio siglo de vida, no entiendo otra forma de combatir que no sea la palabra. Yo me niego a caer en la misma dinámica de los ultra o los nazis.

Díganme cuando se actúa de esa manera , quie nos diferencia de ellos.

Ahora cogemos y tomamos la violencia como arma para revolvernos contra quienes van en contra de nuestros derechos.

Voy a ir más allá.

Últimamente estoy siendo testigo de como la lucha por el independentismo se ha ido esparciendo por muchas comunidades autónomas. Una sin ir más lejos, Canarias, y como vivo en Tenerife, la tomo como referencia.

Los insultos hacia los que no son canarios aumenta por días. Leo comentarios que me hacen temblar y me recuerdan cuando vivía en mi tierra y se arremetía contra magrebíes, polacos, o cualquier ser humano que viniera de fuera.

Somos inconscientes de que cuando entramos en esos descalificativos, no nos hace diferentes al resto. A ese resto de monstruos que sólo entienden que la tierra es suya y de nadie más.

Que quede constancia que yo soy de las que piensan que el pueblo está en su derecho de decidir lo que quieren. Con lo cual, soy defensora de las consultas a la ciudadanía.

Os recomiendo escuchéis " A desalambrar " de Victor Jara.

Luchamos por un mundo igualitario, pero sin embargo a la práctica llevamos justamente todo lo contrario.

Yo quiero que me respeten, y para eso es imprescindible que yo respete a los demás.

Vuelvo a repetir ¿ Dónde está el límite para actuar de una forma civilizada y cruzar luego la línea que nos lleva a la autodestrucción ?.

Volviendo al desahucio. No creo que tenga que recordar que yo sufrí un desahucio. Cierto es que no fue tan traumático porque me encargué, y lo he dicho infinidad de veces, que mis hijos no vieran tan cruel escenario. Bastante tenían encima como para causarles más traumas.

Por lo cual, sé que es pasar por algo tan cruel , injusto y anticonstitucional. Sí, esa palabra que según Rajoy y su panda de descerebrados, utilizan cuando les viene en gana.

Lo dicho, con la palabra como arma, conmigo hasta el final. Pero aquello que lleve a cometer vandalismo no. Porque simple y llanamente me niego a ser como elllos.

Espero y deseo eso sí, que al final la justicia les de la razón a Berta y Antonio.