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jueves, 02 de mayo de 2024 00:19h.

Ecotasa, ese aliado del medioambiente en Canarias - por Oriol Prunés

 

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ACBA  Asociación para la Conservación de la Biodiversidad en Canarias

Ecotasa, ese aliado del medioambiente en Canarias - por Oriol Prunés, conservacionista, miembro de la Asociación para la Conservación de la Biodiversidad en Canarias (ACBC)

 

La saturación turística a la que ha llegado ya La Graciosa nos avisa de nuevo que, ahora más que nunca, se hace necesario y urgente implantar la ecotasa en Canarias, siempre y cuando se destine a su fin legítimo, y a ningún otro, y siempre que esa tasa mereciera tal nombre. Según los cálculos más conservadores, se estima que la recaudación por año de este tributo oscilaría entre los 120 y 150 millones de euros, cuando el último presupuesto de la Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial ascendió a 261 millones.

Canarias ha vuelto a alcanzar cifras récord de visitantes en lo que llevamos de 2023. Al acabar este año, habrán visitado el Archipiélago, con toda seguridad, en torno a 14 millones de turistas. Es una cifra próxima a la de 2018, el año anterior a la pandemia. El negocio turístico -en definitiva- va viento en popa, digan lo que digan las plañideras de siempre; y no solo por la cantidad de estadías sino también por los ingresos habidos, de los más altos en los últimos tiempos.

Pero esa masa de turistas, a todas luces exorbitante, impone dramáticamente a nuestras islas un consumo ingente, que ha sobrepasado todos los límites, tanto de recursos ambientales (agua, suelo, costas, biodiversidad…) como de infraestructuras. Aterra, tanto como entristece, constatar que, desde hace ya más de tres décadas, cuando el eminente ecólogo Machado Carrillo evacuó su alarmante informe*, el medioambiente y el desarrollo turístico parecen un eterno maridaje imposible de conciliar en las Islas.  Porque es muy poco lo que se ha avanzado de entonces acá. Apenas nada. Demasiada presión añadida a un territorio frágil y escaso que, por otra parte, ya soporta la presión de sus más de 2.200.000 habitantes.  

Es de toda evidencia que los dineros recaudados por la vía de la ecotasa han de contribuir a equilibrar el pernicioso impacto que semejante avalancha de visitantes provoca sobre no pocos de nuestros mermados o esquilmados ecosistemas; y a mantener saludables, además, aquellos otros, únicos a escala planetaria, por los cuales Canarias resulta tan atractiva como destino turístico. ¿Habrá que recordar, una vez más, que hasta el más arrastrado de los turistas acude a estas islas atraído por sus singularidades paisajísticas y medioambientales? El primer huevo de oro que pone esta gallina se llama biodiversidad, una biodiversidad exclusiva y propia de las islas oceánicas; y, detrás de ese huevo, vienen todos los demás. Conviertan a Canarias en un destino turístico más -sol y playa y punto- y se habrán cargado la gallina.

Porque a tal punto es la ecotasa uno de los tributos principales de la fiscalidad ecológica, que cada vez son más los territorios que, estragados por la presión del turismo masivo, se dotan de este recurso fiscal. Impuesto directo, el turista debe pagar una tasa módica diaria por pernoctación. Las administraciones pueden disponer así de medios económicos alternativos y adicionales destinados a aminorar el severo impacto ambiental que provoca la estancia de tantos visitantes. De modo que la naturaleza de este tributo exige que se preserve su carácter netamente finalista; la recaudación debe destinarse solo a la conservación y a la restauración del medioambiente. Y a nada más que a eso. Que ya sabemos la querencia enfermiza que tienen por el hormigón, por el faraonismo arquitectónico, muchos de los “administradores” de la cosa pública.

La ecotasa se ha impuesto con bastante éxito en distintos lugares del planeta. En contra de lo que sostienen sus detractores, en particular aquí y allá las patronales del sector turístico, su repercusión sobre la llegada de turistas es prácticamente nula. Así se ha podido constatar, por traer a colación un caso que nos es cercano, en las Islas Baleares, donde el conocido oficialmente como “Impuesto de Turismo Sostenible” se aplica casi sin interrupción, desde hace dos décadas, y sin que se haya apreciado merma alguna en el número de turistas.

La señora Jessica de León, flamante consejera de Turismo y Empleo, se ha manifestado contraria en estos días a que se adopte la ecotasa en Canarias porque, según ella, no es necesaria (sin allegar los motivos). Es así que la consejera -¿cabía esperar otra cosa?- se enrola en el barco de los patronos del sector, quienes una y otra vez se han ensañado con el “tributo verde” esparciendo la especie de que sería un gravamen inasumible. Ahuyentaría, repiten cansinamente, a los turistas. Sin embargo, como bien demuestra la favorable experiencia de aquellos lugares donde ya se aplica, el visitante no deja de acudir a un destino porque tenga que pagar un suplemento que, en realidad, solo le supone un coste mínimo, casi inapreciable. El rechazo de la ecotasa se sostiene, pues, en un prejuicio ideológico que los hechos desmienten categóricamente.

 

(1) Machado Carrillo, A., 1990. Ecología, medio ambiente y desarrollo turístico en Canarias. Gobierno de Canarias. Consejería de la Presidencia.

* Gracias a Oriol Prunés

ORIOL PRUNÉS
ORIOL PRUNÉS

 

mancheta junio 23