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viernes, 26 de abril de 2024 21:41h.

La freidora del señor alcalde capitalino - por Nicolás Guerra Aguiar

  Aunque es discutible aquella afirmación de que una imagen vale más que mil palabras, lo cierto es que ahí está y la he visto en varios periódicos, incluidos los digitales: el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, señor Cardona, abandonó otras tareas de gobierno y se desplazó hasta Cáritas Diocesana -¿en guagua?- para entregar una freidora industrial...

La freidora del señor alcalde capitalino - por Nicolás Guerra Aguiar

  Aunque es discutible aquella afirmación de que una imagen vale más que mil palabras, lo cierto es que ahí está y la he visto en varios periódicos, incluidos los digitales: el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, señor Cardona, abandonó otras tareas de gobierno y se desplazó hasta Cáritas Diocesana -¿en guagua?- para entregar una freidora industrial. Loable acción, sin duda, en cuanto que la inmoralidad del actual sistema económico sigue imponiéndose a una inmensa parte de la población llevada a condiciones infrahumanas en lo social y absoluta desmoralización en lo personal, cuando no a bajísima autoestima. (Supongo que en otra visita llevará los productos para freír, supongo.)


  Y para tal revolucionario acontecimiento, el señor alcalde se hace acompañar por otros dos representantes públicos: uno, la señora concejala de Asuntos Sociales (¡menos mal que encontró un güequito en su atiborradísima agenda de trabajo!: la carga laboral de “lo social” le impone compartir agotadoras tareas con el señor concejal de Empleo, Bienestar Social e Igualdad). El otro, el correspondiente de Deportes, señor Ester, cuya presencia tampoco entiendo –es mi limitación intelectual- en cuanto que aquel acto nada tenía que ver con las actividades propias de su concejalía. Salvo, claro, que por aquello de los calores su dinamismo físico se hubiera congelado, lo cual explica que le sobrara tiempo. Porque supongo que los tres señores ediles no justificarán su presencia por aquello de que la cocina pesa mucho y, por tanto, hacen falta seis manos para cargarla en la camioneta, transportarla y, después, descargarla.

  Sin embargo, terminaría poniendo en duda que fuera el Ayuntamiento quien la regaló si hiciera caso a los comentarios ciudadanos que se escriben al final de la noticia en este mismo periódico. Y es que varios señores intervinientes afirman que fue donación de un particular, por lo que el señor alcalde y sus dos concejales solo fueron intermediarios. Es más: otro me especifica que el regalo lo hizo un colegio privado. Por tanto, y aunque estoy convencido de que fue obsequio del Ayuntamiento, podría ser incluso hasta prudente que desde el Consistorio capitalino saliera una simple nota de prensa aclarando la realidad de tal dádiva, porque a fin de cuentas el Ayuntamiento somos todos –dicen-,y  bien caro que nos cobran tal identificación municipal, por cierto. Pero si unos euros de mis impuestos contribuyeron a la compra de la cocina industrial, quiero congratularme con el Ayuntamiento, que a fin de cuentas debe cumplir sin regateos ni mezquindades con quienes lo necesitan, inmensas colas de paisanos nuestros que buscan un plato de comida.

  Ahora bien: que un Ayuntamiento como el de Las Palmas de Grancanaria –así escribía Alfonso García-Ramos- entregue una cocina a una institución de compromiso social –Cáritas-, no puede ser noticia ni necesita fotógrafos para que perpetúen tal acontecimiento, de la misma manera que tampoco es noticia que un perro muerda a un niño. Lo contrario, sí. Por tanto, debo suponer que el Ayuntamiento está cumpliendo con sus obligaciones sociales ante los necesitados, hoy trágicamente impactantes por su elevadísimo número. Si no, ¿para qué la institución sino para ayudar a los ciudadanos? ¿Para qué las concejalías de Asuntos Sociales y de Bienestar Social? ¿Para qué nominillas que cobran el señor alcalde, la señora edil, adjuntos, e incluso adláteres, estos últimos directa o indirectamente relacionados con tal concejalía?

  Más: la simple entrega de una cocina (por muy industrial que sea), con tal despliegue de políticos y difusión en los medios hasta puede parecer un hecho extraordinario, inusual, insólito, fuera de lo normal, que debe ser destacado. ¿Es que, acaso, resulta ser la excepción y, por tanto, se airea y propala? Tres políticos del Ayuntamiento capitalino abandonan su actividad, sus tareas, sus gobiernos, simplemente para sacarse una foto junto a la bendita cocina. ¿Acaso por un casual, un quizás, pasaba por allí el fotógrafo y descubrió a los señores políticos, más empeñados en pasar desapercibidos que en posar?

  Señor alcalde: usted es un hombre capacitado, inteligente, vivo y despierto. Por tanto, usted no puede recurrir a tal exposición que no es producto de su intelecto ni de su talento. Y usted lo sabe, y muchos lo sabemos, y por eso estoy seguro de que usted se habrá preguntado qué puñetas hacía allí con el gorrito de plástico, como si fuera usted a hacer de cocinero, a freír bogas. Yo lo hubiera aplaudido si aparece usted en el comedor en medio de tanta gente que no se ha buscado la situación en que se encuentra. Y me hubiera admirado ver cómo les sirve la comida (usted y yo no estamos allí cual receptores porque somos privilegiados), cómo se sienta usted entre ellos en un comedor social consolándolos, animándolos, prometiéndoles que como alcalde de todos usted haría lo humanamente posible para intentar paliar sus angustias, tragedias, sinsabores, descorazonamientos… Y después, usted elevaría a su aislado Gobierno –gobiernan los suyos, mi estimado señor Cardona- las imágenes de la realidad callejera,  desdichas e infortunios cuyos orígenes todos conocemos, resultado de una política rabiosamente capitalista, inhumana, despiadadamente brutal para enriquecimientos bancarios y banqueros, cuentas en Suiza, sobresueldos…

  De usted, señor alcalde, se espera más, mucho más. Sus neuronas funcionan con fluidez y prontitud. Por eso usted sabe que no es mérito regalar una cocina industrial a un centro cívico que ayuda a las personas necesitadas. No, señor Cardona: es obligación natural, lógica, racional, humanitaria. Y es deber del Ayuntamiento que usted preside y en el que todos, todos los otros quince señores concejales de su partido tienen dedicación exclusiva. (Y otros muchos, señor alcalde, que no pasaron por las urnas.) Una cocina para Cáritas no es un regalo con foto incluida, es un deber elemental, forma parte de su trabajo. Pero, además, invita a una reflexión: ¿qué han hecho los gobernantes para que Cáritas la necesitara con urgencia?

También en:

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/23919-la-freidora-del-senor-alcalde

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=307003