La guerra viene a vernos - por Antonio Cabrera de León *

Como si fuera el monstruo de la novela de Ness, la guerra nos llama. Pero tenemos difícil responderle porque no prestamos atención. Pienso que la población canaria no está inquieta, quizá ni lo ha oído, porque haya habido un golpe de estado en Níger.

África está en disputa. Después de siglos de expolio europeo, los países del continente llevan dos décadas apostando por dar preferencia al comercio con China. Los chinos no regalan nada pero, a diferencia de europeos y norteamericanos, no roban y pagan lo acordado: las materias primas africanas a cambio de hospitales, carreteras, trenes y puertos. Los chinos no traen ejércitos, no destrozan Libia, no bombardean Etiopía, ni compran militares para dar golpes de estado en Egipto o Mauritania.

Al golpe de Níger se han opuesto varios países. Nada menos que Nigeria, Benín, Costa de Marfil y Senegal han dado un ultimátum a los golpistas antes de embarcar a sus ejércitos en una guerra que reponga de inmediato al Presidente depuesto por las armas. Pero rápidamente han salido los gobiernos de Malí, Burkina Faso, Argelia, Chad y Guinea-Conakri a decir que en caso de guerra los golpistas de Níger no estarían solos.

No me creo mucho los ultimátums de según quién; aún recuerdo con vergüenza el de Sánchez a Maduro. Pero nos podemos encontrar con que al saqueo habitual del Sahel se sume ahora una guerra continental africana. La extremadamente pobre población de esos países, que ya emigra habitualmente y arriesga su vida para llegar hasta cualquier punto de Europa, podría tener que lanzarse al mar a millones en vez de a millares.

Por si fuera poca amenaza, en caso de una guerra con la participación de Argelia es probable que Marruecos se sume a la fiesta. Ni qué decir tiene, que el pueblo saharaui podría ser víctima directa y el Frente Polisario intervendría en tal guerra. Con una economía completamente dependiente del turismo, Canarias se vería inevitablemente salpicada. España, tras la traición de Sánchez a los saharauis, sería vista como un país amigo de Marruecos.

Ojalá la ONU, o la iniciativa diplomática de países terceros convenza a los implicados de que cualquier solución es mejor que la guerra. Cualquiera.

* Gracias a Antonio Cabrera de León