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viernes, 03 de mayo de 2024 09:44h.

Los interesados marcos de referencia - por  Xavier Aparici Gisbert

 

xavier aparici gisbertEn los asuntos humanos casi nunca se reconocen los prejuicios e inexactitudes que lastran nuestras concepciones y normas. Para entender por qué ocurre esto, conviene no olvidar que hasta hace muy poco tiempo, incluso en el mundo occidental, los poderes sociales se pretendían validados por la divinidad, la tradición o la autoridad y que para la mayoría de la población el acceso y la trasmisión de conocimientos estaban vetados.

Los interesados marcos de referencia - por  Xavier Aparici Gisbert, filósofo y emprendedor social *

En los asuntos humanos casi nunca se reconocen los prejuicios e inexactitudes que lastran nuestras concepciones y normas. Para entender por qué ocurre esto, conviene no olvidar que hasta hace muy poco tiempo, incluso en el mundo occidental, los poderes sociales se pretendían validados por la divinidad, la tradición o la autoridad y que para la mayoría de la población el acceso y la trasmisión de conocimientos estaban vetados. Las personas más maduras aún recordamos el analfabetismo que había en la sociedad en nuestra niñez, las pocas personas, no pertenecientes a las clases opulentas, que llegaban a cursar estudios superiores y que hasta el año 1965 aun las misas se decían en latín.

Después, vino la modernización, el laicismo y la democracia. Parecía que, por fin, la sociedad en general iba a volverse más culta, más crítica y más tolerante. Pero los altos índices de fracaso escolar, los bajos niveles de lectura y la amplia promoción y consumo de entretenimientos y distracciones triviales que caracterizan nuestro presente nos han vuelto a la cruda realidad.

Este frustrante panorama no se ha producido por casualidad: llevamos décadas en que, en general, desde los medios de comunicación se promociona lo banal y lo espectacular a costa de lo relevante y ponderado. El ámbito donde más escandalosa resulta esta dinámica es, con diferencia, el de la propaganda comercial, donde ya todo vale para incentivar el consumismo compulsivo y sin reflexión, donde no se respeta ni la inteligencia de los adultos, ni se protege la sensibilidad de los infantes; que, con tal de aumentar las ventas, se ridiculiza cualquier valor, se compromete cualquier bien.

Con todo, mucho más grave resulta este ambiente de manipulación en el espacio de la comunicación social. Especialmente, en esa construcción nada inocente que se ha venido a llamar “la opinión pública”, al alcance solo de los grandes medios de comunicación de masas, y que, con toda impunidad, impone temas y agendas, determina intereses y atenciones y quita y pone reyes.

Para muestra, un botón. Recientemente, la prensa nacional daba la siguiente noticia: “Una amplia mayoría de españoles rechaza que haya nuevas elecciones. El 58% de los electores señala a los líderes como responsables de la situación”. El autor, Rafael de Miguel, redactor jefe en el periódico El País, empleaba expresiones como que “3 de cada 4 españoles rechazan la posibilidad de que se celebren nuevas elecciones”, que “(…) si volvieran a ser convocados a las urnas en estos momentos, (…) el grado de desmovilización sería el mayor que se registrara en la historia democrática” o que “La mitad de los ciudadanos atribuye el bloqueo al PSOE”.

Pues bien, todas esas afirmaciones sobre el sentir y el actuar del total de la ciudadanía de España se basan en un sondeo de opinión que ha consistido en realizar 1822 entrevistas, vía telefónica, a personas mayores de 18 años. Ese es el rigor que preside la comunicación periodística de las grandes multinacionales de la información y el entretenimiento; así es como se informan del sentir de la población y como condicionan su estado de opinión.

Aún así, lo más preocupante es que esas son las mismas técnicas que emplean los responsables políticos y administrativos para relacionarse con la realidad social y para orientarla.

Desde luego, estos son momentos de crisis en múltiples niveles y, todos y todas vamos a tener que arrimar el hombro, el corazón y las neuronas para salir del atolladero, porque quienes nos dirigen, a lo que parece, ni están, ni se les espera.

 

 

* En La casa de mi tía, con la colaboraciónde Francisco Morote, de ATTAC Canarias

 

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