La Monarquía, ¿un baldón pesado para España? - por Erasmo Quintana *

¿Tanta es su adversidad, que para muchos, después de esta Monarquía Parlamentaria no hay vida política en nuestro país? O Monarquía o nada, eso es lo que parecen decir. La República, uno de los sistemas democráticos más reconocidos y útiles para el gobierno de las naciones (las más importantes del planeta), en nuestro país es una engorrosa utopía. ¿Cuánto más tendremos que ver para darnos cuenta de que la nuestra no es modelo de ejemplaridad, pongámonos de frente o de perfil? Los que la justifican, dicen que un jefe de Estado republicano también se corrompe. Sí, es cierto. Pero hay una gran diferencia: si “la hace”, el pueblo que lo eligió lo manda de inmediato a hacer puñetas y elige a otro. Se trata de la dignidad de un país del que su prestigio queda en entredicho por la principal institución que lo representa.

Alfonso XIII

Alcalá Zamora, presidente de la República, destituido por inconstitucionalidad

Azaña, presidente de la República

Acudamos a la Historia para caer en la cuenta de que la Corona Borbón francesa ha sido para España una rémora. Con ella se vio la decadencia de la gran nación que fue hasta la desaparición de la dinastía Habsburgo de Austria, al fallecimiento de Carlos II, el Hechizado. A tanto llegó la debacle, que la Monarquía española se la querían repartir Francia, Inglaterra y Holanda. El país galo siempre envidió el Imperio español, con una propaganda panfletaria demoledora. Allí nació la famosa leyenda negra sobre los españoles, al tiempo que era todo alabanzas a su Casa Borbón. Evidentemente, en algo llevaba razón: la Inquisición y la intolerancia; la Conquista con la espada y la cruz; el oro que llegaba de las Indias y el posterior desastre que llevó a la decadencia; el maltrato a las minorías, y la falta de ciencia y de pensamiento.

Con Carlos III mucho de esto se superó. En la España inquisitorial y llena de curas no había libertad. La Iglesia Católica francesa se sumó a la propaganda antiespañola que se sumaba a la terrible enemistad del Rey Sol, convencido de que desde su país venía todo lo bueno para Europa. La acción y efecto de la propaganda interesada es una forma como otra cualquiera de gestionar y administrar la mentira. Y es difícil defenderse de ella, porque se cree más pronto una mentira que la verdad, pues ésta camina siempre a paso de tortuga, con el riesgo de que nunca llegará a su destino. Quien sepa un poco de Historia, la leyenda negra que recayó en España, salida de la Casa Borbona en el siglo XVIII, coincidió con el reinado del borbón Luis XIV, el Rey Sol; monarca absolutista, que dijo “El Estado soy yo”. Enemigo visceral de España, no descansará hasta verla convertida en una provincia más de Francia. Y en efecto, antes de morir logró ser él su primer ministro, porque desde la distancia manejaba a su nieto Felipe V, primer Rey de la Casa Borbón en España.

Luis XIV - Felipe V

El Motín de los Gatos fue el desencadenante del arribo hispano de la Casa francesa, mediante la cual, Luis XIV, ponía a su nieto Felipe V como Rey de los españoles, sin necesidad de que éste abdicara de su derecho dinástico sobre la Corona de Francia. El Rey Sol le había dicho a su nieto antes de partir: “Serás rey de España, pero nunca olvides que eres francés”. Así fue cómo el Rey Sol se hacía de facto Rey de España. Su nieto Felipe V de Anjou fue proclamado en 1700 Rey Hispano, en Versalles (Francia), no en una ciudad española como en rigor debió ser. Reinó durante 46 años, en los que fue hábilmente manejado por su abuelo mientras vivió, y en la casi totalidad de su reinado por su esposa, Isabel de Farnesio.  

El motín de los gatos - Eduardo Montagut en NUEVA TRIBUNA

Uno de los reyes de la casa Borbona mejor valorados fue Carlos III, hijo mayor de Felipe V. Lo más destacado de él es que, durante su reinado, no buscó enriquecerse y amó la Cultura; reorganizó el Consejo de Castilla, nombrando para el mismo a los mejores y antiguos alumnos de las universidades; puso en marcha las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País; acometió grandes reformas urbanísticas por las que se ganó el apelativo de “El mejor alcalde de Madrid”; en 1767 ordenó la expulsión de los Jesuitas, convertidos en una rémora avariciosa, y fue un promotor de las Artes. Fue reconocido como un monarca ejemplar en todos sus actos, que podíamos catalogar propios de un asceta. En cuanto a vicios, no tuvo vida disoluta ni actividades ilícitas; lo suyo fue la caza mayor, una de sus grandes debilidades. Ahí lo tenemos reflejado en un cuadro de Goya, escopeta en mano y su perro, tranquilamente enroscado a sus pies. 

Carlos III, por Goya, en El Prado

De los Borbones actuales, rescatados por el dictador Franco, ¿qué decir que todos no sepamos? Empezando porque son la cabeza del Sistema que tenemos. Los medios interesados ya nos mentalizan sobre el inminente regreso desde Abu Dabi del Emérito, para que no nos coja de sorpresa. Como se sabe, no es “supuesto” delincuente, pues su hijo ya lo confirmó al quitarle la asignación económica de la Casa Real y renunciando él mismo a la herencia.

La Infanta Cristina y Urdangarín tienen su fortuna (ahora, tras su separación, pelean por ella) en un paraíso fiscal para no contribuir en el país donde cobran para mantener su privilegiado tren de vida. Hijo de gato caza ratones.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana