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viernes, 03 de mayo de 2024 07:21h.

De cómo podrían pactar PP-PSOE - por Nicolás Guerra Aguiar

Nota de Chema Tante:

Mucha atención a la posibilidad que Nicolás Guerra, de una manera un tanto alambicada, apunta en este creo que muy importante artículo. Una auténtica amenaza que se cierne con probabilidad creciente sobre nuestro futuro y que debería hacer reflexionar a quienes piensan votar por los grandes partidos y a quienes piensan arrojarse al suicidio político de la abstención. En efecto, Pp y PsoE tienen mucho que perder y podrían buscar arreglos repugnantes para la sensibilidad democrática...

De cómo podrían pactar PP-PSOE - por Nicolás Guerra Aguiar

  Con la elemental y debida prudencia ante lo que, a fin de cuentas, no son más que planteamientos teóricos, lo cierto es que según la última encuesta que acabo de leer, si ahora mismo se celebraran elecciones ni el PP ni el PSOE obtendrían mayoría absoluta. Muy al contrario, es notoria su caída en picado (y lo lamento, pues ambos son imprescindibles). Así, por lo que al Partido Popular se refiere, la crisis del caso Bárcenas –financiación hipotéticamente ilegal, sobresueldos-; sospechas de generalizadas corrupciones; el principio de acción-reacción contra su propio programa electoral; privatizaciones a pasos acelerados; flagrantes reducciones presupuestarias en atenciones sanitarias y de enseñanza; marcado retroceso en lo que a investigaciones se refiere; aparentes robos en la banca; terrible desmoralización de una juventud -universitaria o no- que ve cómo se congelan naturales ilusiones de independencia frente a los padres  porque el paro juvenil sobrepasa el cincuenta por ciento; la volatilidad de contratos laborales… y otras situaciones más que flagelan incluso a la propia dignidad humana. Y a lo mejor las razones anteriores hasta se podrían discutir por aquello de la crisis económica (aunque nunca justificar) y de la herencia recibida; pero cuando sobrevuelan corruptelas y corrupciones, aparentes atracos al dinero público y confusas actuaciones, el desconcierto se generaliza.

  Y es lamentable, de tragedia clásica incluso, en cuanto que hay millones de votantes del PP que actuaron con sentimientos de credulidad, confianza y seguridad en un partido imprescindible en cuanto que, ya se sabe, España no es precisamente un país de izquierdas, eso salta a la vista. Y porque fueron sorprendidos por comportamientos impropios de quienes los ilusionaron –minorías que el PP debe extirpar aceleradamente para continuar como sueño de muchos-, las encuestas hoy le restan elevados tantos por cientos de votos.

  Yo sé que a aquellos les duelen decepciones,  desencantos, frustraciones, y estoy con ellos porque son gentes de respetabilísimas creencias políticas, de credos ideológicos ajenos a ultraderechismos o visiones fanáticas de la sociedad, de la misma manera que domina la moderación en el partido.  Y aunque en el juego político no participo de sus planteamientos, como ciudadano reciben mi más absoluta consideración porque actúan en consecuencia con sus razonamientos y principios, y la ética política no es propiedad de nadie, radicalmente de ningún partido. Por tanto, el PP debe dejar de mirar hacia celajes, nebulosidades y vacíos porque tiene una sacrosanta obligación con el sistema democrático y con sus votantes. Aquellas sus minorías cancerosas deben ser extirpadas porque está en juego la propia credibilidad  del PP, en cuyas filas militan y practican la política gentes decentes, a millones, personas honestas. (Nombres de conocidos, muchos nombres cuya seriedad personal he defendido ante bulos, infundios y trolas).

  El otro gran partido (por su número), el PSOE, anda casi como sombra de lo que fue, ¡aquel partido al que Galdós consideró lo único honrado en la España de fines del siglo XIX y principios del XX!  Y tanto por su centenaria edad (peina ya 134 años) como por ser el segundo partido socialista más antiguo de Europa aunque, sobre todo, por su alardeada ideología de centroizquierda (hoy socialdemócrata, anteayer –hasta 1979- socialista marxista), debe salir con urgencia de las profundas cavernas a que lo llevaron disparatados planteamientos políticos, desnaturalizaciones ideológicas, excesos de poder en tiempos y espacios (consecuencia: corrupciones, robos, rapiñas, cárceles a ex ministros y otros altos cargos, forzadas retiradas del poder cuando se intentó despejar la X de aquella barbarie de fosas sépticas, cloacas, atentados, asesinatos…). Luego, la caminata por el desierto, perdido absolutamente el sentido ético de la orientación y, sobre todo, de un pueblo que se entregó en sus manos (ningún partido ha llegado a los 202 escaños del PSOE en 1982). Así hasta la llegada del señor Zapatero (más que por su mérito, por los disparates del PP): traspiés, torpezas, mediocridades, amiguismos, brotes verdes que se marchitaban, negaciones ante el inicio de la crisis que el capitalismo tan bien organizó y con tan perfecta estructura matemática llevó a cabo, más enriquecimientos, fraudes, derroches… Y aunque bien es cierto que hubo mejoras sociales, el pueblo lo echó, cansado y otra vez decepcionado, para ver si era posible un cambio con el programa del PP.

  Y volvemos al principio, al momento actual, a la última encuesta que he leído: ni PP ni PSOE alcanzarían hoy la mayoría absoluta, aunque ya sabemos de comportamientos volubles y caprichosos, veletosos e incluso transformistas de nuestros paisanos, derecho que tienen, por supuesto. Y como ambos partidos están en sus momentos malos, podría tentarles la imperiosa necesidad de un pacto político a la manera Cánovas (Partido Conservador) – Sagasta (Partido Liberal) con el “turnismo”, 1885. Sería un tratado de no agresión, una componenda que cierre puertas de juzgados, bloqueen ordenadores de fiscalías y descubran al unísono –sería la mayoría absolutísima- que ni hubo caso Bárcenas (todo fue malentendidos, despistes, ficción) ni Gürtel merece la continuidad toda vez que aparecieron los papeles traspapelados.  Y por aquello de la cuadratura del círculo –posible en política- tampoco los EREs andaluces significaron lo que hoy se sospecha, ni ex presidentes andaluces tuvieron que ver con aquellas bagatelas ni, tampoco, tienen cuerpo suficiente para procesar a media docena de ex altos cargos de los anteriores gobiernos béticos o a una ministra que lo fue. Podría concluirse, entonces, que la sabiduría popular –“De todo no se ha de hablar; de mucho se debe callar”- es aplicable incluso a la política, a la posibilidad de un pacto no firmado. Aunque también cabe aquel otro refrán: “Si uno no quiere, dos no discuten”.

  ¿Ciencia ficción? Quizás. Pero estamos en política española. Aunque, de todas todas, yo estoy seguro de que ambos partidos recuperarán sus esencias, extirparán los males interiores y devolverán la confianza a sus votantes y militantes para competir en limpia y pura lid. A fin de cuentas son muy distintas concepciones políticas. ¿O no?

También en:

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=311417

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/15-opiniones/24937-de-como-podrian-pactar-pp-psoe