¿Política salvaje contra Pedro Sánchez? - por Erasmo Quintana *

Para empezar debo aclarar que el presidente del Gobierno no es harina de mi costal, pues desde el principio, reconociéndole una dosis importante de astucia en su Monte Carmelo particular, vi desde el principio su inconsistencia de director de orquesta, que como las veletas, va según da el viento. También le veo gestos de “pardillo” dando al Partido Popular las más altas distinciones del Estado, partido que al descabalgarlo del Gobierno el Parlamento por su manifiesto historial de corrupción, le valió alcanzar la presidencia que ahora ostenta. No contento con esto, acaba de premiar a tres exaltos cargos de M.ª Dolores de Cospedal (PP) con la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil. ¿Lo hace para que el PP no sea con él muy duro o inmisericorde? Vaya usted a saber.

En lo político, hemos tenido una semana endemoniada. La revuelta de trabajadores en la fábrica de armamentos Navantia, de Cádiz, por la -en principio- negativa del Gobierno de vender 400 misiles láser a Arabia Saudí porque los usa contra la población civil. Ante la suspensión contractual con el país árabe y consiguiente paro de la actividad, sobreviene un tremendo galimatías: bombas o pan. Se ha dado marcha atrás porque también están las Corbetas en un contrato mil millonario. Lo ideal sería que se pudiera reestructurar esa mano de obra desde ya, para que todas esas familias que hay detrás puedan seguir comiendo, dejando caer una industria que está destinada a destruir ciudades enteras y a eliminar vidas humanas que nada tienen que ver con la guerra. Poner el acento en que la industria no sea tan siniestra.

Otro incidente que vino a turbar nuestra apacible vida fue la dimisión de la ministra de Sanidad, Carmen Montón por las irregularidades en su máster, donde hubo cambio de notas en varias asignaturas. Al parecer no tiene un solo trabajo en ninguna de las doce asignaturas, y no permitía que se hiciesen copias del trabajo fin de máster, culpando a la Universidad Rey Juan Carlos de las anomalías, que consisten en la práctica -extendida- de beneficiar a los políticos por cualquier motivo. Montón, con un poco de retraso, dimitió de su cargo, cosa que le honra, porque Cristina Cifuentes (PP) para que dimitiera por lo mismo, costó la intemerata. Igual ocurre con el actual presidente del PP, Pablo Casado, que de dimitir, es que ni se lo plantea. Y está en al mismo caso, idéntico, pues enseñó la carátula pero no los trabajos. El Tribunal Supremo, por la acusación de la jueza de que “le han regalado el máster”, está dilucidando si debe investigarlo. La Fiscalía en la misma línea: que se le investigue, esto es, se le impute. Casado, ahora dice, después de que Pedro Sánchez cuelga en Internet su tesis doctoral (caso del que a continuación nos ocuparemos) que solo enseñará sus trabajos fin de máster en sede judicial. Le exige a la oposición lo que él, personalmente, no hace.

Pedro Sánchez, para no ser menos, también nos dio un soberano disgusto. Albert Rivera (Cs) -éste se dice de sí mismo que es doctorando-, en sede parlamentaria, haciendo uso de su turno de palabra para un asunto que se debatía, cambió el discurso para acusar a Sánchez de plagio de su tesis doctoral. Fue una bomba de racimo. Acusa sin pruebas, y ahora demuestre que no es cierto. Una cabronada como la copa de un pino. La derecha toda, a degüello. En sus periódicos ya aparecían párrafos enteros plagiados. Las manifestaciones en los pasillos del Congreso de PP y Cs echaban humo contra el presidente del Gobierno, en un día importantísimo para nuestra Democracia: la aprobación para exhumar la momia del dictador genocida Francisco Franco. Porque éste, que no era demócrata, más bien lo contrario: dictador ¿qué pinta en un mausoleo público, donde van a ponerle flores frescas todos los días y a cantarle sus nostálgicos el Cara al Sol? ¿Qué democracia permite a un enemigo de ella que se le rinda honores a costa, incluso, del erario público? Cosas veredes, amigo Sancho.     

*La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana