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¿Para qué están en política el PP y Vox? Para el pueblo y las familias vulnerables, no. Otros temas que preocupan

Erasmo Quintana *

Vemos consternados el genocidio sobre el pueblo palestino que está llevando a cabo el presidente sionista, Netanyahu, por lo que ahora comprendemos que Adolf Hitler quisiera exterminar en Alemania la raza judía, persiguiéndola y quemándola en hornos crematorios. No se equivocó -pensamos hoy-, en presencia del horror que ese mismo pueblo judío está haciendo con el palestino. El nazismo alemán, en efecto, dio muerte con la hambruna, las cámaras de gas y hornos crematorios a seis millones de judíos, ejecutados por el Tercer Raich, hecho que escandalizó el alma de las rectas conciencias, tan brutalmente salvaje por indigno del ser humano. La barbarie nazi sobre los judíos de la diáspora en Alemania es la misma que los actuales judíos cometen con Palestina. Israel incurre pues en flagrante violación de los derechos humanos en la Franja de Gaza.

La criminalidad está a flor de piel en los israelitas, cosa que hacen aprovechándose del ataque ejecutado por Hamás al “hogar nacional judío”, cuyos miembros no son palestinos. Estos mártires han acabado confinados en un pequeño territorio llamado Gaza. De ahí no pueden salir, y es adonde los judíos dirigen los indiscriminados bombardeos contra su población civil, siendo sus principales víctimas el pueblo especialmente niños, mujeres y ancianos, con la vil excusa de atrapar un terrorista de Hamás. Es dantesco el interminable ataque a gente indefensa con bombas lanzadas día y noche, esta vez a Rafah, donde se ejecuta a la infancia, junto a madres y abuelos, o quedan malheridos sus moradores en plena y vergonzosa “limpieza étnica”. ¿Dónde está el elemental humanismo que debería presidir el comportamiento de los altos cargos políticos de todo signo, a los que les suponemos una formación cultural media-alta? ¿Dónde está la conmiseración de los altos mandatarios de todos los gobiernos del mundo, además de Naciones Unidas, ésos que cuando recalan en sus hogares gustan del beso y el abrazo de sus hijos pequeños?

“Yo sé que en muchas cosas no soy como los demás, pero no sé, sin embargo, cómo soy yo realmente”, dijo de sí mismo el gran Carl Gustav Jung, algo de lo que es digno de ser tenido en cuenta. La historia de España durante todo el siglo XVIII se escribió básicamente en Francia, pues a finales de ese siglo nuestro país era una colonia francesa: un nieto del Rey Sol ostentaba la Corona Borbón.

Hoy, los españoles están divididos en españoles solidarios y antiespañoles mezquinos. Es decir, españoles con sentimientos humanos y españoles brutalmente egoístas. En realidad, estamos hablando de las dos Españas: españoles con valores éticos universales y españoles dictadores nazifascistas. De estas dos Españas, ¿quiénes fueron los que se levantaron en armas contra la otra?

La vieja corrupción de nuestro país -sí, antañona-, parece que va indisolublemente unida al poder político. Es verdad que la misma hace posible el clientelismo, moneda de uso corriente en el ámbito de todas las esferas, y que no es privativo de ningún partido en exclusividad. Lo vemos hoy en el encono derecha-izquierda y la mascarada de Núñez Feijóo, que no sabe qué hacer para derribar a Pedro Sánchez, poniendo como excusa la Amnistía, tema de lo único que habla, incluso en la campaña de Galicia -que por cierto gana por mayoría-, obviando lo que de verdad preocupa a la gente: cómo llegar a fin de mes. Del problema real del pueblo, ni mentarlo.

¿Para qué van a la política las derechas? Ya lo afirmo: para propio enriquecimiento y hacer a sus amigos más ricos de lo que ya son.

En otro orden de cosas, España tuvo su Monte Carmelo con la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, trauma que provocó la Generación del 98. Surgió un grupo cultural patrio, dolorido por la hecatombe sufrida, en el que sobresalen Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Ramiro de Maeztu, Antonio Machado y Ramón María del Valle Inclán. Hubo otros como Jacinto Benavente, Manuel Machado y Ganivet. La vergonzosa derrota militar de 1898 frente a los EEUU, con una España de barcos de madera oponiéndose a los de hierro y acero de aquéllos, fue lo que hizo posible el resultado. Ello produjo efectos depresivos y la identidad más que tocada, con un Benito Pérez Galdós convertido en buque insignia de la Restauración Nacional.

España siempre fue un país ingobernable; en un ensayo de 1905, Unamuno afirmaba: “No, el deber patriótico de los catalanes, como españoles, consiste en catalanizar a España (ayudándola) a que entre de lleno en la vida de la civilización y la cultura”. Acertaba porque lo consuetudinario español era-es la incultura del populacho, el enfrentamiento y la diatriba. Esto es lo que vemos actualmente con esa posición de desprecio mutuo de las derecha-izquierda políticas, senda que las llevan a ningún lado.

* Gracias a Erasmo Quintana