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sábado, 27 de abril de 2024 14:00h.

Reducción de impuestos en Gáldar - por Nicolás Guerra Aguiar

   En esta temporada ya muy larga que nos toca vivir, iniciada allá en las torpes y oscurecidas postrimerías del último Gobierno psocialista (aunque ellos no fueron los causantes directos), resulta como un oasis en medio de la dura travesía la propuesta que hace el Partido Popular en el Ayuntamiento de Gáldar, paisanos que velan por nuestros machacados intereses.

Reducción de impuestos en Gáldar - por Nicolás Guerra Aguiar

   En esta temporada ya muy larga que nos toca vivir, iniciada allá en las torpes y oscurecidas postrimerías del último Gobierno psocialista (aunque ellos no fueron los causantes directos), resulta como un oasis en medio de la dura travesía la propuesta que hace el Partido Popular en el Ayuntamiento de Gáldar, paisanos que velan por nuestros machacados intereses.

   Propone –revolución dentro del mismo partido- que tasas e impuestos se reduzcan en cuanto que, afirma, se ha producido una alta recaudación tras las subidas desde 2012. Pero, añaden, el aumento no ha significado la estabilización, al menos, de los servicios públicos y sociales. Muy al contrario, elementales y básicas atenciones han reducido su actividad en detrimento de los más afectados por esta crisis. (Y esta crisis, recordemos, fue inteligentemente programada e impuesta desde el más inhumano capitalismo que domina hoy y al que, no olvidemos, algunos partidos miran con tal identificación cual si de variantes combinatorias se tratara.)

   Los seis millones de euros que el Ayuntamiento de Gáldar tiene como superávit –provenientes, afirman, de tales reiteradas y machaconas escaladas de impuestos- deben llevar al equipo de Gobierno a un replanteamiento de tributos, gravámenes y contribuciones, toda vez que Gáldar necesita urgentemente sabias y rigurosas políticas para activar la cosa económica, pues tiene en su haber la tragedia de una larga, muy larga tradición: el paro acentuado. Y esa realidad sí flagela las más elementales sensaciones ante la vida, la vida de dignidad que cada ser humano merece por su propia condición de ser.

    Dignidad, claro, que no es un puesto de trabajo, sin más, sino una actividad laboral que le permita vivir con decencia y en el estado de derecho que le corresponde en todo lo que se refiere a la cosa pública: asistencia social, médica, de educación…, variantes que traduzcan una digna calidad de vida. Palabras estas, las referidas a dignidades, calidad de vida, derechos humanos, que no son utopías ni surrealistas visiones de mundos interiores, no, en absoluto: están en el preámbulo de la Constitución Española, aquella en la que tantas veces profesionales de la política se refugian para loar en  hirientes cantos el funcionamiento del sistema democrático español, aquel que deja de cumplir con sus responsabilidades escritas desde la primera página de la ya nombrada Carta Magna.

   Vista desde esta perspectiva, la propuesta del PP de Gáldar de reducir impuestos no solo es humana, racional y sensible: es, además, de conciencia social, de compromiso, de seriedad ante los dramas ajenos. Todo aquello que redunde en beneficio de la sociedad debe ser recibido desde las escalinatas institucionales públicas en cuanto que se trata de ayudar a quienes más lo necesitan. Por eso, insisto, aplaudo la preocupación del PP, su interés,  desvelos y cuidados de mis paisanos galdenses en cuanto que tal propuesta la llevará al próximo Pleno municipal, lo cual significa que hay conciencia de una situación social para muchos desesperante, inhumana, injusta y que no es, en realidad, más que reflejo del sistema económico al que se han entregado desde hace años quienes están en las altas esferas del poder. Muchos de ellos altísimos cargos de empresas privadas que regulan hoy la vida económica pública. Empresas privadas a las cuales retornarán tras haber cumplido con sus altas responsabilidades y compromisos y, seguramente, en escalafones superiores a los que dejaron para servir a la Patria.

   Y si no llegaron de multinacionales o consejos de administración bancarios, no importa. El capital es agradecido, faltaría más, con quienes le sirven para la defensa de sus intereses. Véanse, por ejemplo, cuatro casos: el señor González, expresidente psocialista, gana millonadas en Gas Natural (de cuando en cuando pontifica en mítines electorales sobre socialismo, qué desvergüenza la de este converso; qué disparate el de quienes lo invitan); el señor Aznar, ex también, se encuentra cómodo con sus suculentas nóminas de Endesa, la luz que aumenta su precio cinco o seis veces al año; el nuevo fichaje del Santander, el exsecretario de Estado de Economía y Hacienda entre 2009 y 2011 –señor Campa- llegó del IESE Business School, algo así como una ONG pero en versión capitalista; el señor Rato, el supuesto defenestrador de Bankia, es hoy empleado de Telefónica. 

   Pero en volviendo al caso de Gáldar y a la propuesta del PP, llámame la atención algo que no me encaja en los esquemas de la lógica, aquella ciencia tan relacionada con los razonamientos, sobre todo en vísperas electorales (mayo) y con las municipales tan cercanas (2015). Veamos, pues.

   En efecto. Es cierto que el Ayuntamiento de Gáldar subió impuestos. Y tal comportamiento creó malestar entre mis paisanos. No están los tiempos, precisamente, para tales disparates y abusos cuando todos coinciden en que la situación económica –más el inhumano y disparatado paro- han desordenado a miles de familias, víctimas propiciatorias de la realidad económica. Sin embargo, no ha sido el único (tampoco es un consuelo, bien es verdad). Pero, ¿a qué se debe tal aparente deshumanización de los regidores municipales?

   El Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) aumentó. En mi caso, la diferencia es de 26,72 euros. Y tras el encochinamiento recordé  que, en efecto, esa fue la primera medida que tomó el señor Rajoy el 30 de diciembre de 2011. Así lo recogen las portadas de los periódicos del día siguiente, el 31. “Es el inicio del inicio", tal proclamó la señora vicepresidenta del Gobierno en la rueda de prensa convocada tras el Consejo de Ministros. La acompañaron los señores de Guindos y Montoro, ministros de Economía y Hacienda, respectivamente y la responsable de Empleo, señora Báñez. Y amarremos los machos: el aumento que estaba programado solo para 2012 y 2013 no desaparecerá este año, como habían prometido.

   Pero no vino solo este regalo de Año Nuevo. En 2012 añadió otras obligatorias subidas como, por ejemplo, las del IRPF (descuento en la nómina), IVA. E hizo “una treintena de modificaciones tributarias y todas han supuesto subidas. Las alzas han afectado a seis impuestos y, además, ha recuperado Patrimonio y ha creado otros diez tributos”, tal leo en una revista de Mercados, Finanzas, Empresas. Más: el señor Montoro ordenó sanear las arcas municipales y el más que merecido pago a proveedores, pendientes de muchos años atrás. Esto significó –y está en la hemeroteca- radicales medidas de ajuste (obligada subida de tasas como la de la basura, por ejemplo).  

   Por tanto, seamos prudentes: los ayuntamientos subieron impuestos que padecemos porque así lo impuso el señor Rajoy…  aunque en la campaña electoral prometió exactamente lo contrario. Y sólo él los puede bajar.