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martes, 30 de abril de 2024 10:53h.

El Senado como estorbo - por David Torres / El camelo del Senado, comenta Antonio Aguado

 

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Antonio Aguado, coherente veterano militante socialista, señala y coemnta este artículo de David Torres sobre el Senado

 

El camelo del Senado, comenta Antonio Aguado

 

ANTONIO AGUADO
ANTONIO AGUADO

Para constituir el Senado lo hicieron con el señuelo de que iba a ser una cámara territorial. Algunos pensamos que podría ser un primer paso para lograr un Estado federal y en las primeras elecciones generales del 15 de Junio de 1977 depositamos nuestro voto confiados en que iba a ser así. Pero ya desde las siguientes elecciones y hasta ahora han continuado repitiendo el mismo mensaje que, como se ha podido comprobar, no se ha hecho ni con toda probabilidad se hará realidad.

En consecuencia, para esta institución cada cuatro años emito mi voto, pero nulo y siempre acompañado del siguiente texto: "cámara inútil nido de enchufados que, nos cuesta mucho mantener y habría que disolver”. Aparte, donde existe suele ser muy conservadora, como se demuestra con la mayoría absoluta que en nuestro país ostenta el PP. Donde más poder y repercusión tiene es en Estados Unidos, teniendo la potestad de nombrar al poder judicial y entre otras muchas atribuciones, boicotear los presupuestos y gastos del Gobierno Federal.

En el Reino Unido su equivalente es la Cámara de los Lores, que se ha quedado obsoleta y es meramente simbólica y  testimonial como órgano asesor, siendo la mayoría de sus cargos ostentados por la nobleza, obispos representantes de la Iglesia Anglicana, intelectuales, grandes empresarios, etc y en gran medida se compone por mediación de la Casa Real a propuesta del gobierno y una parte se constituye de forma hereditaria. 

Aparte del Senado, contamos con otras muchas (demasiadas) instituciones: diputaciones y cabildos que tradicionalmente han sido feudos oligárquicos y sus competencias deberían ser asumidas por los entes autónomos y sobre todo por los ayuntamientos como administración más cercana a los ciudadanos. Claro está igualmente con el traspaso de todos sus recursos. Es incomprensible seguir manteniendo esas instituciones y otras como: Consejo de Estado, Tribunal de Cuentas, Defensor del Pueblo y todas sus homologas a nivel territorial.

¿Cuanto presupuesto invertimos en mantener tantas instituciones, con tantos cargos electos o de libre disposición (enchufados): asesores, gabinetes, etc.?. Va siendo hora de que se produzca una profunda modificación de las estructuras del Estado y en consecuencia de su funcionamiento, haciéndolo más económico, ágil, eficaz y operativo.

Antonio Aguado Suarez

 

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El Senado como estorbo

David Torres

PÚBLICO

Como muchos otros peatones y ciudadanos, nunca he tenido muy claro para qué sirve el Senado. Según la Constitución, representa al pueblo español, aunque entonces no queda muy claro cómo, por qué y para qué nos representa también el Congreso: debe de ser que los españoles somos muy propensos al teatro. A mediados del siglo XIX, la cámara alta se denominaba muy pomposamente Estamento de los Próceres del Reino y estaba ocupada por príncipes, infantes, aristócratas y altas jerarquías eclesiásticas, probablemente para que tuvieran algo en qué entretenerse.

Que se trata básicamente de un pasatiempo de señoritos y niños de papá me lo demostró hace muchos años un amigo senador que me invitó varias veces a visitar el Senado. Lo que más me llamó la atención fue el Salón de Pasos Perdidos, una lujosa galería decorada con lienzos históricos cuyo nombre ya lo dice todo. Mi amigo era senador prácticamente perpetuo por una provincia española en la que no sólo no residía ni con la que no guardaba el menor vínculo, sino a la que no iba ni de casualidad, ya que corría el riesgo de que un día sus electores lo conocieran y no volvieran a votarlo.

Lo más jugoso de aquellas conversaciones tenía lugar en el comedor, atiborrado de senadores y senadoras en el acto de mover el bigote. Podían haberlos retratado en otro lienzo que luego colgarían también en el Salón de Pasos Perdidos, aunque era una lástima que no llevasen los uniformes, las medallas y condecoraciones de los senadores decimonónicos. Me recordaban al capitán Stubing y al resto de la tripulación de Vacaciones en el mar, que se pasaban el día cenando.

Esta semana hemos descubierto que el Senado posee al menos una función básica: la de estorbar las leyes y decisiones aprobadas en el Congreso. El PP y Vox han registrado una propuesta con el fin de retrasar e incluso suspender la tramitación del proyecto de Ley de Amnistía. Otra cosa no, pero lo de suspender leyes y mandatos constitucionales es una especialidad de la derecha española: no hay más que ver lo que ocurre con el Consejo General del Poder Judicial, que debe renovarse cada cinco años y lleva cuatro completamente bloqueado, una Bella Durmiente jurídica que va camino de prolongarse indefinidamente sin que se rompa la Constitución, ni se hunda España, ni se caiga el cielo a cachos.

Tantos años con los mismos jueces, sin ducharse ni cambiarse de togas, huele ya a sacristía, a cloaca y a golpe de Estado, pero ahora el PP y Vox pretenden anestesiar directamente un proyecto de ley que retrasaría o invalidaría la más que probable investidura de Pedro Sánchez y la formación del próximo gobierno. Ya se sabe que las amnistías en la democracia española no son trajes de corte y confección sino levitas cortadas a medida para defraudadores fiscales, ministros de los GAL y militares díscolos con afición por sacar los tanques a la calle. En España siempre ha habido clases: golpistas e independentistas, senadores y diputados, delincuentes y delincuentes, amnistiados y amnistiados. Por suerte, ya sabemos para qué sirve el Senado.

    

* Gracias a David Torres, a PÚBLICO y a la colaboración de Antonio Aguado

https://www.publico.es/es/opinion/el-senado-como-estorbo/

DAVID TORRES
DAVID TORRES
PÚBLICO

 

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