El Vaticano, por boca del Papa Francisco, ¿ha condenado el exterminio infantil palestino?

Erasmo Quintana *

El problema cardinal del pueblo palestino es que su no tener derechos y apoyo internacional le viene porque, esencialmente, es pobre, no tiene riquezas y, por ende, no le asiste la razón. Su destino es -lo vemos-: que el pueblo elegido por Dios, Israel que sí es poderoso, lo confina en la Franja de Gaza, y será exterminado finalmente. La triste e inhumana cuestión está así, hoy por hoy: Mientras Bolivia, un país sudamericano y Arabia Saudí rompen relaciones con Israel por la barbarie que está cometiendo con el pueblo palestino, donde la infancia es la más castigada, aquí en España vemos cómo todos los medios de comunicación están exultantes con el genocidio desproporcionado de un ejército poderoso, el israelí, oponiéndose a Hamás, la única formación que es terrorista, por lo que se desprende.

Al parecer, Palestina lo merece por su mala trayectoria (protestar ante el arrinconamiento del que era y es objeto) por Israel, ese pueblo que vino de la diáspora, sin patria, y que en cuanto lo autorizaron las grandes potencias a ocupar un territorio -delimitado- en tierra judeo-palestina, comenzó a usurpar espacio por los colonos año tras año, hasta que al fin los arrinconaron en la Franja de Gaza, un gueto humano con vallas metálicas electrificadas. Fue una historia de zapa: en el Estado de Israel los colonos se esmeraron desde el principio ir ocupando terreno que no les pertenecía, con lo cual, al cabo de los años, provocó la usurpación de tierra palestina haciendo valer su enorme poder militar. Encima, al pueblo sojuzgado se le niega que pueda ser algún día realidad como Estado Palestino.

El papanatismo patrio lo vemos con claridad todos los días: medios propagandísticos son todos, como la Radio, prensa y TV estatal y privada;  lo único que les preocupan son los rehenes y sus familias israelíes en poder de Hamás, resaltando su problema familiar. De los incontables crímenes de lesa humanidad que el poderoso ejército judío comete, los bombardeos selectivos a escuelas, mercados y hospitales, a estos medios les tienen sin cuidado. “Es la guerra”, se dicen ellos mismos. UNICEF ha pedido el alto el fuego inmediato, pues el ejército sionista, para atrapar a un terrorista masacra indiscriminadamente a la población infantil y mayores indefensos. La Iglesia Católica también es muestra de lo que hablamos: ¿Cuándo se le ha oído al Papa Francisco, asomado al balcón que da a la gran plaza de San Pedro, decir algo en contra del bárbaro infanticidio que practican estos monstruos judíos? Nada. Mutis sonrojante. Parece que a la Iglesia Católica lo único que le interesa es el tema del aborto practicado mayormente por mujeres violadas o que por sus situaciones de imperiosa indigencia no pueden hacerse cargo de un recién nacido y cubrir sus más esenciales necesidades, porque es posible que ni su madre tenga qué comer y dónde dormir.

La curia, pues, se encarga de demonizar a la mujer por ésto: practicar el aborto; pero en la barbarie que comete Israel en el pueblo elegido por Dios contra los palestinos y, sobre todo, con la población infantil, muy bien y nada que argüir. “Venga Dios y lo vea”, porque a los españoles de pro y más representativos, dan la impresión de que no les molesta; lo ven con la mayor naturalidad. Incluso se da el caso que premian a aquel país -de bota militar aplastante- sus crímenes, porque el Partido Popular de Madrid, con la señora Ayuso a la cabeza, premia a Israel por sus crímenes, concediéndole una medalla distintiva en reconocimiento a “su gran labor de aniquilar palestinos”, que para la presidenta de la Comunidad de Madrid y la cúpula del PP, son los malos, muy malos.

Ante lo que vengo comentando, que me parece horroroso e indigesto, me inclina a revisar un tanto el pensamiento de uno de los españoles más  representativos y universales: el filósofo estoico Séneca. Este genio y maestro de emperadores romanos nos dice que el tiempo juega con lo más valioso de nosotros y como si no fuera nada, en definitiva. Que nos solemos engañar porque el tiempo es intangible e invisible. Lo consideramos la mercancía más barata; y es más, no le damos prácticamente ningún valor. La gente sí valora los salarios y donativos y les dedican esfuerzo, trabajo y celo; pero no se valora el tiempo, el que derrochamos como si el mismo fuera gratis. Y nos increpa: “Haber vivido mucho tiempo no es lo mismo que haber existido muchos años. ¿Crees que ha navegado mucho aquel que, nada más zarpar, es arrebatado por una terrible tormenta que lo arrastra de aquí para allá, a merced de los vientos enfurecidos? Ése no ha viajado mucho, a ése lo han zarandeado mucho”. Volviendo a este disparate que, comentarlo, me ha ocupado la mayor parte del tiempo, ése que, según Séneca, no valoramos, concluir en que el terrible criminal y genocida moderno, Netanyahu, ha hecho bueno a Putin, un angelito.

* Gracias a Erasmo Quintana