Una victoria pírrica para Geert Wilders

Hans Vogel

THE UNZ REVIEW

Después de más de dos décadas de humillación, ridículo y ostracismo, este 22 de noviembre Geert Wilders vivió su mejor momento. Su islamófobo PVV (Partido por la Libertad), que fundó en 2006, ganó las elecciones generales holandesas, obteniendo casi una cuarta parte del voto popular. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que más de uno de cada cinco votantes habilitados no emitió su voto, un récord para este tipo de elecciones en los Países Bajos.

Wilders, que nunca ha perdido el acento característico de la parte sur de los Países Bajos donde nació (y que, de hecho, es menospreciado por las élites holandesas), es de ascendencia indonesia. Casado con una mujer nacida en Hungría, Wilders ha mantenido durante mucho tiempo estrechas relaciones con la embajada de Israel en La Haya. Hace unos quince años, Wilders visitaba semanalmente la embajada y era sospechoso de recibir dinero e instrucciones de sus amigos israelíes. Como resultado, el servicio de espionaje estatal holandés siguió de cerca a Wilders, a quien a menudo se hace referencia en algunos medios como “Bibi”.

Es probable que el PVV obtenga 37 escaños de la Cámara Baja del Parlamento Nacional, de 150 escaños. Es bastante sorprendente que otro partido de derecha, el dinámico FvD (Foro para la Democracia), dirigido por políticos jóvenes, carismáticos y elocuentes y popular entre los votantes jóvenes, se reduzca casi a la mitad, pasando de cinco a sólo tres escaños. Dado que es probable que el apoyo popular al PVV sea aún mayor, los resultados electorales dejan lugar a dudas. Hay un claro olor a manipulación y siempre hay que tener presente la máxima de Stalin de que los resultados de las votaciones no están determinados por los votos emitidos sino por quienes los cuentan.

Como líder del que ahora es el partido más grande en el parlamento, Wilders tendrá la tarea de sondear a los otros partidos con el propósito de construir una nueva coalición de gobierno. En realidad, para él sólo existe una posibilidad: una coalición del PVV con el liberal VVD (Partido por la Libertad y la Democracia), con 24 escaños, y el recién llegado NSC (Nuevo Contrato Social), con 20 escaños, para alcanzar la mayoría necesaria del al menos 76 escaños.

La izquierda por sí sola no podrá formar gobierno. Dado que bastantes partidos, incluido el NSC, han anunciado que nunca entrarán en coalición con el PVV, las posibilidades reales de que el PVV llegue al poder son bastante escasas, como han observado varios comentaristas.

La coalición más probable podría ser la compuesta por los Socialistas Verdes (GL/PvdA, 25 escaños), VVD, NSC y D66 (9 escaños), para un total de 78 escaños. Teniendo en cuenta el tiempo que llevó formar gobiernos de coalición anteriores, puede pasar hasta un año antes de que un nuevo gobierno asuma el poder. Mientras tanto, el gabinete provisional, encabezado por el aspirante a Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, cumplirá debidamente cualquier orden de Bruselas y Washington DC.

Desde una perspectiva más amplia, las elecciones holandesas parecen políticamente carentes de significado. En el mejor de los casos, pueden considerarse como una especie de encuesta de opinión oficial, que muestra que si no una mayoría de los holandeses, al menos una pluralidad impresionante rechaza las políticas gubernamentales centradas en la locura climática, la locura del despertar, la rusofobia y otras idioteces, y guiadas por la Sindicatos criminales estadounidenses e internacionales como el WEF y la OMS. El gran voto a favor del PVV se explica en gran medida por un amplio rechazo a la inmigración apoyada por el gobierno de cientos de miles de personas procedentes de África y Oriente Próximo. Durante más de dos décadas, el VVD, los socialdemócratas, los Verdes y otros partidos gobernantes han estado utilizando a esos inmigrantes culturalmente diferentes para fomentar la discordia social, de acuerdo con el principio de “divide y vencerás”. En este sentido, con la victoria del PVV parece que se ha pasado página.

El mismo día de las elecciones nacionales holandesas, el Parlamento de la UE aprobó un plan presentado por un comité encabezado por el paciente mental y dental belga Guy Verhofstadt, que abolirá la soberanía nacional en los estados miembros de la UE. El plan otorgará a los comisarios de la UE no electos plena autoridad en la mayoría de los ámbitos clave del gobierno y la administración. Estos incluyen el clima, la salud pública, las relaciones exteriores, la seguridad interna, la defensa, la educación, el medio ambiente y la migración (es decir, por supuesto, la inmigración masiva de africanos y musulmanes). Lo más importante es que el plan exige la abolición de los derechos de veto de los Estados miembros individuales.

En vista de la adopción del plan Verhofstadt, de repente se hace comprensible la sorprendente decisión de aproximadamente un tercio de los parlamentarios holandeses de no presentarse a la reelección. Todo el tiempo estuvo claro que la soberanía nacional se encaminaba hacia la salida y que los parlamentos nacionales se volverían totalmente insignificantes, si no abolidos por completo.

En otras palabras, incluso si Wilders lograra formar un gobierno de coalición, fundamentalmente no tendrá más autoridad que, digamos, un gobierno municipal. Cuando asuma el cargo, es posible que el gabinete interino de Rutte haya aceptado el plan de Verhofstadt.

A menos que se produzca un colapso de la OTAN y la UE, que probablemente (y con suerte) se producirá tras la victoria rusa en Ucrania, la banda de siniestros criminales que dirige la UE estará totalmente a cargo. Bajo su liderazgo, Europa se convertirá en un auténtico infierno del tipo que Wilders ha estado tratando de evitar a toda costa.

Si no se puede detener, la apisonadora de la UE seguirá adelante y arrasará todo a su paso.

* Gracias a Hans Vogel, a THE UNZ REVIEW y a la colaboración de Federico Aguilera Klink

https://www.unz.com/article/a-pyrrhic-victory-for-geert-wilders/