Volver

Rafael Álvarez Gil

TELDE ACTUALIDAD

Este jueves por la tarde Carles Puigdemont anunciará en una conferencia que dará en el Ayuntamiento de Elna, en la llamada Catalunya Nord, si se presenta a las elecciones del 12 de mayo y, por consiguiente, regresa a tierras catalanas. En realidad, no tendría ningún sentido permanecer en Bruselas tras una larga lucha en su denominado exilio para que ahora no dé el paso por una ficticia seguridad jurídica de la que nunca dispondrá del todo a raíz de las potenciales interpretaciones judiciales que puedan darse tras la aprobación definitiva de la ley de amnistía.

Puigdemont ha llegado a ese instante en el que tiene que jugársela. Y si lo detienen, que lo detengan. Se tiene que poner en modo Santiago Carrillo, cuando allá por la Transición cruzó la frontera francesa con peluca y junto a su mecenas Teodulfo Lagunero y se presentó en España; primero en modo clandestino y luego dando una rueda de prensa del PCE para proclamar que llevaba meses paseando por Madrid y así forzar su detención. Con este audaz movimiento, puso entre la espada y la pared a Adolfo Suárez y precipitó la legalización del PCE.

En aquella época setentera no había teléfonos móviles ni internet. Por lo que la policía tuvo que seguir a Carrillo de manera artesanal, con los posibles del ciclo histórico que fue. Ahora todo sería más sencillo. Google podría detectar en qué cafetería de Barcelona ha estado Puigdemont tomando café; lo digo medio en broma y medio en serio. Es la vigilancia permanente, un peligro para las libertades ciudadanas y la democracia.

La única expectativa viable de que Junts supere a ERC es con Puigdemont de cabeza de cartel. De este modo, encima, puede tener las mejores cartas para cargarse políticamente al socialista Salvador Illa. Una cesión que Pedro Sánchez aceptaría a cambio de que Junts respalde al PSOE en La Moncloa, al menos, hasta 2026. Y Salvador Illa sería repescado en Madrid otorgándole Sánchez la cartera de un Ministerio de segundo orden. ¿Crisis de Gobierno este curso? Así está el tablero en este momento.

A Salvador Illa le podría suceder lo que a Juan Fernando López Aguilar en Canarias en 2007: una sonora victoria en las urnas que no se concreta en poder institucional. Illa, por lo tanto, podría ir en la lista a la Eurocámara del PSOE en junio; es la otra opción. Escenarios en la medida que Puigdemont regrese y alcance un buen resultado electoral; máxime, si le da el ‘sorpasso’ a Pere Aragonès y ERC se acuerde por un largo tiempo en cómo Yolanda Díaz desde Madrid no hizo nada para que Ada Colau aprobara las cuentas del Ejecutivo de ERC, ya en funciones. En fin, toda una cascada de consecuencias que ahondaría en un 2024 revoltoso políticamente.

* Gracias a Rafael Álvarez Gil y TELDE ACTUALIDAD y a la colaboración de Antonio Aguado

https://teldeactualidad.com/art/160281/volver