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domingo, 28 de abril de 2024 22:04h.

¿QUO VADIS, FRANCIA? LA ULTRADERECHA NORMALIZADA AL TRANSITAR DEL ANTISEMITISMO AL PRO-SIONISMO

Antisemitismo: la extrema derecha blanqueada por su apoyo a Israel - por Alain Gresh Sarra Grira

 

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Francisco Morote, de Attac Canarias, recomienda el artículo y aporta el antetítulo

Antisemitismo: la extrema derecha blanqueada por su apoyo a Israel - por Alain Gresh Sarra Grira

ORIENT XXI

SIN PERMISO

El episodio habría sido impensable no hace tanto tiempo: diputados y fanáticos de la extrema derecha, algunos de ellos compañeros de viaje del Groupe Union Défense (GUD) manifestándose codo con codo con grupos extremistas judíos como la Liga de Defensa Judía (JDL) o el Betar en la "marcha contra el antisemitismo" celebrada el 12 de noviembre en París. Al mismo tiempo, una parte de la izquierda, que había aceptado servir de aval para esa manifestación, fue abucheada por los demás participantes.

En pocas semanas, las autoridades francesas, con la ayuda de un buen número de políticos y de numerosos medios de comunicación, barrieron el último baluarte contra la "normalización" de la extrema derecha en el escenario político francés, al tolerar o incluso saludar la participación de la Agrupación Nacional (RN) y de Reconquête en esa marcha del 12 de noviembre contra el antisemitismo. Así, el odio a los judíos ya no se asocia a los sucesores del Front National -partido cofundado por un antiguo miembro de las Waffen SS- que afirman repetidamente que Jean-Marie Le Pen no es antisemita.

Ese mismo antisemitismo se pretende también que no tiene relación con Reconquête, cuyo líder, Eric Zemmour insiste continuamente, a pesar de sus numerosas derrotas ante los tribunales, en que el mariscal Pétain "salvó a los judíos franceses". A partir de ahora, se pretende que esta forma de racismo se expresa, en particular, por la "deserción de la France insoumise" [negarse a participar en esa manifestación], como dijo un tal Dov Alfon en Libération, señalando también que "la participación de la RN en esta marcha cívica" no era más que "embarazosa" (sic). Y por si fuera poco, algunas personas de esa marcha, contrariamente a lo que afirmaban muchos medios de comunicación, llevaban banderas israelíes, refrendando así la confusión -demasiado frecuente, demasiado sistemática, demasiado peligrosa- entre Israel y los judíos en todas partes. Un gesto en línea con el deseo ya expresado por el presidente Emmanuel Macron en julio de 2017 en la conmemoración de la redada de "Vel d'Hiv "(el primer arresto masivo de judios en Francia durante la ocupación alemana) junto a Benyamin Netanyahu, de que Israel sea considerado el único depositario en todo el mundo de la lucha contra el antisemitismo.

¿Judíos? No, israelíes

Pues, en efecto, el ejemplo ha venido de lo alto, del gabinete de Emmanuel Macron, un presidente que ha calificado a Philippe Petain de "gran soldado" y que ha querido conmemorar el nacimiento de Charles Maurras, que aboga por el antisemitismo de Estado. En cuanto al ministro del Interior, Gérald Darmanin, publicó un libro en el que explica que Napoleón Bonaparte "se preocupó de solucionar los problemas causados por la presencia en Francia de decenas de millones de judíos, algunos de los cuales practicaban la usura y eran fuente de desórdenes y quejas.

Para la RN, el proceso de blanqueo comenzó en 2011: fue entonces cuando Marine Le Pen declaró que su partido apoyaba a Israel, mientras Louis Alliot, su compañero y segundo al mando de lo que entonces se llamaba Frente Nacional, viajaba a Tel Aviv y a las colonias de Cisjordania para ganar votos entre los judíos franceses. La idea era hacer olvidar el historial del padre y sus numerosas declaraciones de revisionismo del Holocausto y tranquilizar a las autoridades israelíes. Sin embargo, desde hace varios años, éstas no se esfuerzan por ocultar sus tratos con sionistas antisemitas, entre los que destaca el populista húngaro Victor Orban. Y hace poco, Israel ha iniciado conversaciones con la Alianza para la Unidad de los Rumanos, un partido que glorifica a Ion Antonescu, gobernante del país durante la Segunda Guerra Mundial. Colaboró con los nazis y fue responsable de la muerte de 400.000 judíos. En Austria, Polonia y otros lugares, Netanyahu cuenta con innumerables aliados de extrema derecha, neofascistas, a menudo negadores del Holocausto o admiradores del Tercer Reich.

La clase dirigente israelí no hace sino mantener viva una tradición que se remonta a los padres fundadores del sionismo: buscar aliados entre los antisemitas europeos para ayudarles a impulsar un proyecto que perdura en virtud de una "convergencia colonial". A propósito de la alianza entre su país y la Sudáfrica del apartheid entre los años sesenta y ochenta, cuando el partido en el poder desde 1948 expresaba simpatías por la Alemania nazi, el académico israelí Benjamin Beit-Hallahmi ha escrito:

"Se puede odiar a los judíos y amar a los israelíes porque, en cierto modo, los israelíes no son judíos. Los israelíes son colonos y guerreros, como los afrikáners".

Así pues, llegar a acuerdos con el antisemitismo europeo ha sido durante mucho tiempo la opción preferida de los gobernantes de Israel, a quienes sólo les interesa la lucha contra esta forma de racismo como forma de silenciar a quienes critican a su gobierno. Una estrategia ilustrada por Netanyahu cuando califica de "antisemita" cualquier intento de la Corte Penal Internacional (CPI) de la ONU de investigar los crímenes de guerra cometidos por el ejército israelí. En el periódico Haaretz, Amir Tibon cuenta hasta qué punto "esta alianza es una prioridad de las fuerzas religiosas de derechas de Israel, que ofrecen a los nacionalistas europeos un trato: Israel les dará un sello de aprobación (algunos lo han descrito cínicamente como un "certificado kosher"), y a cambio apoyarán los asentamientos israelíes en la Cisjordania ocupada ".

Encontramos la misma estrategia en funcionamiento sobre Estados Unidos, cuando Netanyahu hace la vista gorda sobre el séquito antisemita de Donald Trump, sobre la ideología de los fundamentalistas cristianos, apoyados por el lobby proisraelí más poderoso de Washington, o cuando da la bienvenida a Jerusalén a Elon Musk, el nuevo propietario de X (antes Twitter), solo unos días después de que este último hubiera respaldado un tuit antisemita. Aunque finalmente el multimillonario estadounidense se disculpó por ello, su plataforma ha sido testigo de un aumento de tuits antisemitas del 60% desde que tomó el control de la misma.

Palestina como catalizador

Y es precisamente a partir de esta "convergencia colonial" que se ha forjado en Francia este "nuevo antisemitismo" contra el que se manifiestan codo con codo los partidos llamados republicanos y los de extrema derecha.

¿Y cuáles son sus objetivos específicos? Por un lado, la izquierda decolonial, que rechaza la jerarquía del racismo, que se niega a denunciar el uno (el antisemitismo) para negar la existencia del otro (la islamofobia). Y por otra parte, todos los musulmanes, designados no hace mucho como "los árabes", y cuyos ancianos ya marcharon, hace 40 años, contra el racismo de Estado. Esa izquierda que se niega a blanquear la RN y que ella misma es demonizada, calificada de antisemita a la menor crítica de Israel, mientras que el ministro del Interior ha prohibido en varias ocasiones las protestas públicas de los partidarios de Palestina, en nombre de la lucha contra el antisemitismo... antes de ser desautorizado por la justicia.

Porque los israelíes, al igual que la extrema derecha europea, consideran a los musulmanes como el principal enemigo. El genocidio en curso en Gaza actúa como catalizador de esa estrategia. La defensa de Israel sirve de terreno común a los fascistas actuales y a los partidarios de ese país, movilizando ambos las fantasías ligadas al "choque de civilizaciones", teorizado por Samuel Huntington en 1993 y ampliamente popularizado desde el 11-S. Las declaraciones belicosas y catastrofistas de Netanyahu se hacen eco de las palabras de Gilles-William Goldnadel, que escribía en Le Figaro sobre "la batalla final" entre "el occidental y su cultura pacífica y democrática" y "Oriente".

En esas mentes, sólo hay un paso entre la realidad colonial de la Palestina ocupada y la fantaseada "barbarización" de los suburbios de clase trabajadora de Francia (mayoritariamente musulmanes, por supuesto) donde los "blancos pobres" son las principales víctimas.

Un paso que da alegremente una parte cada vez más importante de la clase política francesa. Comparaciones señaladas por el periodista Daniel Scchneidermann en un tweet el 30 de noviembre:

"Los civilizados contra los bárbaros: A menudo tengo la impresión de escuchar historias similares cuando me hablan de Gaza y de Crépol ".

Así, el senador Stéphane Ravier, miembro de Reconquête, pudo declarar desde el hemiciclo del Senado el 11 de octubre:

"A los miembros de los Hermanos Musulmanes que viven entre nosotros a causa de la disparatada política de inmigración que todos ustedes apoyaron aquí, por debilidad o por convicción, deberíamos tratarlos como se les trata en Israel: radicalmente y sin piedad".

Así pues, ahí tenemos al enemigo interior. Antes era el judío, ahora es el musulmán. Contagiado también por la retórica de la extrema derecha para conseguir votos, el gobierno francés ha decidido hacer de la lucha contra la inmigración su "gran causa" e intenta desesperadamente ganarse el apoyo de Les Républicains, cuyos puntos de vista sobre esta cuestión, como sobre muchas otras, son indistinguibles de los de la RN. "Hoy hay voluntad de llegar a un acuerdo" fue lo que declaró al respecto el presidente de la Assemblée nationale Yaël Braun-Pivet. Desde que llegó a la presidencia, Macron ha transformado -o más bien ha seguido transformando- el laicismo de 1905 en un laicismo punitivo dirigido contra los musulmanes. Ha agitado el fantasma del separatismo, haciendo todo lo posible para que los musulmanes franceses no puedan sentirse a gusto en su país. Mientras que los actos antisemitas son condenados con toda razón, no se ha producido ninguna declaración pública oficial contra el diluvio de retórica abiertamente arabofóbica o islamofóbica, o las incitaciones a la violencia en los canales de televisión o en las redes sociales, incluidas las dirigidas a periodistas musulmanes.

Este doble rasero, esta pasividad de Francia y de la Unión Europea ante el genocidio en curso en Gaza y el desencadenamiento de la violencia institucional islamófoba sólo pueden tener un resultado: ensanchar cada vez más la brecha, no sólo entre el Sur y el Norte del planeta -y especialmente entre Francia y el Magreb-, haciendo cada vez más performativa la retórica del "choque de civilizaciones", sino también en el seno de nuestras propias sociedades. La estigmatización incesante de nuestros conciudadanos e inmigrantes, además de acallar cualquier crítica a Tel Aviv, sólo tendrá una consecuencia: alimentar una ira que desembocará en odio y se estrellará ciegamente en las calles de nuestras ciudades.

 

 

 

* Gracias a Alain Gresh Sarra Grira, ORIENT XXI, SIN PERMISO y a la coalboración de Francisco Morote, de Attac Canarias

 

https://www.sinpermiso.info/textos/antisemitismo-la-extrema-derecha-blanqueada-por-su-apoyo-a-israel

https://orientxxi.info/es

ALAIN GRESH
ALAIN GRESH
SARRA GRIRA
SARRA GRIRA

Alain Gresh es director de publicaciones de Orient XXI. Especialista en Oriente Próximo, es autor de varios libros, entre ellos De quoi la Palestine est-elle le nom ?, Les Liens qui libèrent, 2010 y Un chant d'amour. Israël-Palestine, une histoire française, con Hélène Aldeguer, éditions La Découverte, 2017.

Sarra Grira es periodista, doctora en literatura francesa. Redactora jefe de Orient XXI.

 

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SIN PERMISO La casa de mi tía republica por el alto interés del contenido, bajo las Normas de uso Justo de la UE
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