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jueves, 02 de mayo de 2024 00:58h.

Argentina. La carrera hasta el balotaje Artículos seleccionados por Julián Ayala

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Argentina. La carrera hasta el balotaje Artículos seleccionados por Julián Ayala

EL DIARIO. ES // PAGINAS 12 ARGENTINA. ARTICULOS.  

Massa, otra reinvención del PJ y los 28 días para el round (ahora sí) final 

  • La victoria de UP, de alto impacto en la provincia de Buenos Aires pero multiplicada en todo el país, fue la sorpresa que escondía la elección. Incinera los manuales electorales sobre la expectativa de un gobierno en crisis y pone en análisis el impacto del voto útil que, contra una tendencia histórica, esta vez canalizó el peronismo. La reconfiguración de las jefaturas y el efecto del miedo a Milei. 

Pablo Ibáñez 

@ibanezsoy 

De pie sobre una butaca, Sergio Massa arenga a los dirigentes y militantes que estiran el festejo en la terraza del Complejo C. Personifica, trepado ahí arriba, una resurrección peronista, la figura en torno a la cual se construyó una victoria que parecía imposible. Pasada la medianoche, entre el fervor inesperado, Massa coronó -aunque todavía falta un round más, el definitivo-, un proceso que atravesó a puro tropiezo. 

 

Ministro de Economía de un gobierno con todos los indicadores en rojo, Massa pasó de los 6,7 millones de votos que sumó junto a Juan Grabois en las PASO -los propios fueron algo más de 5,1 millones- a 9,6 millones para acercarse, casi insólitamente para el contexto, a la posibilidad de ganar en primera vuelta. La dimensión de la remontada, que fue la sorpresa masiva en UP -más allá, incluso, de los números “casi fantasiosos” que en el sábado circuló Massa, que lo daban por arriba de 37%- incinera los manuales: ¿qué hizo que el candidato de un oficialismo fallido logre un triunfo y consiga, para eso, un repunte exponencial? 

La respuesta más fácil, y quizá la más importante, la sugirió Massa en su discurso cuando habló de la motivación de los votantes: que el domingo se votó lo que se quería, pero, también, lo que no se quería. Sobre un registro fáctico de que entre el 13 de agosto y el 22 de octubre, la economía se deterioró, el crecimiento electoral del ministro-candidato parece tener como insumo básico el haber logrado la magia de constituirse en la bala de plata para impedir que Javier Milei resulte, al menos en primera vuelta, electo presidente. 

En el mundo Massa embellecen los motivos, y afirman que el ministro logró una alquimia difícil: que se lo vea como la persona indicada para el tiempo histórico. Es, en cierto modo, parte de lo mismo: en definitiva, la oferta electoral es finita y Massa logró, sin épica ni pasiones, recortarse como lo más conveniente del menú. El peronismo pudo, en el que puede ser su peor temporada como gestor, canalizar el voto útil a su favor: en general, al menos en las últimas dos presidenciales, el voto “útil” fue un motor para JxC, que llevó al triunfo a Mauricio Macri en 2015 -que en la PASO sacó 24 puntos y en el balotaje 52- y le traccionó en la remontada de 2019. 

Este domingo, UP creció casi 3 millones de votos respecto a las PASO, Milei sumó 500 mil y JxC perdió 600 mil. Aunque hubo 3 millones de votantes afirmativos más que en las primarias -bajó el voto en blanco y la concurrencia aumentó 7 puntos- el conglomerado opositor Milei-JxC obtuvo casi la misma cantidad de votos. Es decir: el voto opositor extremo no varió entre el 13-A y el 22-O, aunque la atmósfera política, y sobre todo económica, empeoró de manera palpable. comparativo con los resultados de las Paso y las Generales 

Razones 

Asoma, entonces, otra dimensión: Massa genera el unánime elogio del peronismo respecto a su voluntad por momentos casi irracional y ese activo apareció en la lectura de estas horas sobre un resultado electoral que nadie esperaba. La boleta nacional de UP logró un crecimiento general de punta a punta del país, en provincias hostiles como Córdoba -pasó de 8 a 13 puntos- o en territorios amigos como Tucumán -pasó de 33 a 45%. En la provincia de Buenos Aires, la suba de casi 10 puntos, magnifica, por el volumen, el impacto del crecimiento electoral. 

La tendencia generalizada marida dos fenómenos: que Massa logró funcionar bien como candidato, por mérito propio o como contrafuego contra Milei, y que la siempre discutida estructura peronista, que en las PASO jugó a medias, se activó para traccionar la boleta nacional. ¿Es, entonces, una victoria del aparato? No: la movilización tiene, según la experiencia del peronismo, márgenes de impacto menores sobre los resultados. Lo que pudo intervenir más fue que los gobernadores y jefes territoriales del PJ, en línea con Massa, operaron como alerta directa de los riesgos que para sus territorios podía suponer Milei. 

Fue insumo de debate interno, también, si el paquete de medidas que Massa lanzó post devaluación del 14 de agosto tuvo impacto. En el búnker de UP decían que más que un efecto positivo en términos electorales, aquellos anuncios le daban centralidad a Massa y lo mostraban proactivo frente a la crisis. Todo, al final, pareció combinarse en un puzzle que derivó en la victoria del peronismo y dejó, en otro plano, un mensaje: la centralidad de Massa y de Axel Kicillof. Anida, ahí, otro factor: el peronismo pareció encontrar el orden y la conducción, aunque el ministro y el gobernador operen muchas veces en sintonías diferentes, que se perdió cuando la relación entre los Fernández, Alberto y Cristina, se volvió tortuosa y alteró la gestión y la convivencia en el FdT. El resultado del 22-O activa, a partir del éxito electoral, una reconfiguración de las jefaturas y, con eso, otra potencial reinvención del peronismo. Se sabe cómo es eso: el peronismo cambia de ismo y vuelve (o al menos trata) a volver a nacer. 

El caso bonaerense es para revisar los manuales: el domingo 22, el PJ tuvo en la provincia de Buenos Aires resultados que, en algunos casos, fueron parecidos a los del 2019, como si en el medio no hubiese ocurrido la decepción del Frente de Todos (FdT), la pandemia, la sequía, la inflación de más de 100 puntos anuales y el dólar blue a 1.000 pesos. Los votos de 2019 que perdió en 2021 y la PASO del 2023, parecieron volver casi intactos en la general de este domingo. Una hipótesis es que Milei fue el factor que logró que, luego de tres elecciones malas -las dos del 2021 y la primaria de este año- el peronismo recupere sus caudales históricos de voto. 

Esa volatilidad es, lo sabe Massa, un problema para los 28 días que lo separan del balotaje. Daniel Scioli dijo, la semana pasada, que Massa acertó en plantar en la campaña de la general el “peligro Milei” y lo vinculó con su propia experiencia, en 2015, cuando lo que se conoció como “campaña del miedo” irrumpió en el tramo del balotaje. Para Scioli, eso ocurrió tarde y contó, incluso, que el propio Macri le dijo una vez electo que, si el balotaje era una semana más tarde, Scioli lo ganaba porque terminarían de calar las advertencias que hacía el entonces gobernador. A Massa -al peronismo- le funcionó para la general. También es cierto que esa herramienta ya puede no ser suficiente para la segunda vuelta. 

 

 

CÓMO QUEDA LA OPOSICIÓN 

Juntos por el Cambio, en su noche más oscura y con un futuro aún peor 

Mauricio Caminos 

23 de octubre de 2023 00:23h 

@MauriCaminos 

Cuando Patricia Bullrich pisó anoche el búnker de Juntos por el Cambio en Costa Salguero sabía que tenía que enfrentarse a una dura realidad. Ella era la cara de la inesperada derrota que sufría Juntos por el Cambio a nivel país, conocidos los primeros datos y con una tendencia irreversible: la coalición opositora quedó finalmente fuera del ansiado balotaje, que disputarán en noviembre Sergio Massa y Javier Milei.  

 

Bullrich quedó afuera del balotaje: "Nunca vamos a ser cómplices del populismo y de las mafias que destruyeron este país" 

 

En una escena en la que no hubo aplausos, la recibió Hernán Lombardi con un abrazo y un beso. Al instante se encontró cara a cara con Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta. El ánimo no era el mejor en el íntimo cónclave en el que también participaron, entre otros, Luis Petri –su compañero de fórmula–, Jorge Macri –que ganaba en CABA–, Néstor Grindetti –que quedó muy lejos de Axel Kicillof en Buenos Aires– y el radical Maximiliano Abad –que había encabezado la lista de senadores por la provincia–.  

“Fue una reunión para ordenar el mensaje del discurso”, recogió elDiarioAR, aunque otras fuentes notaron que tuvo momentos de alto voltaje. Un testigo atento notó la ausencia de Martín Lousteau, referente de la facción radical Evolución. Andaba por allí también Elisa Carrió, líder de la Coalición Cívica. 

Bullrich y las espadas opositoras salieron a escena para intentar dar una muestra de unidad que quedó en duda desde la irrupción electoral de Milei. No hubo voces explícitas en que la oposición se va a romper pero las fuentes consultadas por este medio coincidieron que el futuro será complejo para la marca de JxC, que aún no logra entender cómo quedó relegada a un tercer lugar ante la grave crisis económica que atraviesa el país. 

“Esta no la vimos venir”, se sinceró una fuente radical como para sopesar el golpazo en contra. El elemento Milei pone en un brete a la alianza opositora, porque no se aventura que el PRO y la UCR –los socios mayoritarios– tomen la misma estrategia de cara al balotaje del 19 de noviembre. Incluso dentro del partido amarillo hubo pases de factura subterráneos: no era difícil encontrar voceros larretistas cuestionando más a Macri que a Bullrich por el fracaso electoral. Los coqueteos del expresidente con el libertario parecen haberle salido demasiado caros a la oposición.  

“Mauricio fue el mariscal de la derrota”, entendió una fuente amarilla debajo del escenario. “Con Horacio esto no pasaba”, dijo con sorna otro vocero del jefe de Gobierno saliente. Como una marca del internismo en el PRO, Larreta llegó a Costa Salguero junto con Jorge Macri y, según comentó un operador, “no se despegó de él ni un segundo”.  

La derrota de JxC fue contundente. A nivel nacional, el casi millón de votos que perdió se habrían repartido entre el poco volumen que sumó Milei y lo que multiplicó Juan Schiaretti. Salvo CABA, no hubo otra provincia que se pinte de amarillo. “Patricia tiró abajo toda la boleta; cayó como un piano”, metaforeó una fuente. La caída tuvo su correlato en el Congreso: perdió una veintena de bancas en Diputados y nueve en el Senado –con las sorpresas de que no pudo hacerse fuerte ni siquiera en territorios propios como Jujuy y San Juan–. Todo lo que se había pintado de amarillo en otras eleciones quedó ahora de violeta. 

A nivel distritos, el golpe más fuerte fue en la provincia de Buenos Aires. Grindetti quedó a mitad de camino contra Kicillof. Al premio consuelo de Capital Federal se sumaba también Entre Ríos, donde el macrista Rogelio Frigerio ganaba como gobernador por un punto de ventaja. Entre las emblemáticas intendencias del conurbano el símbolo de la derrota fue Lanús, el distrito del candidato a vicegobernador, que ahora quedaba en manos de La Cámpora. Incluso en La Plata parecía perder el PRO. Y un dato aparte era la pelea voto a voto en Pinamar: la tensión era tal que alguien vio a Martín Yeza sentado en un rincón del búnker de Costa Salguero llorando. 

JxC va a peinar esos resultados en las próximas horas para comprender del todo su caída. “Hablemos mañana, por favor”, pidieron a elDiarioAR dos dirigentes distintos –y de diferentes partidos de JxC– que entraron como diputados nacionales.  

Queda en el aire el dilema de qué harán en el camino hacia noviembre. Bullrich, desde el escenario, criticó solo a Massa y no habló ni elípticamente de Milei. El libertario buscó en su discurso tender puentes con los cambiemitas, y el ministro-candidato le hizo un guiño a los radicales. No hubo quien confirmara un llamado entre Milei y Bullrich, pero sí hubo algún que otro contacto directo entre el radicalismo y el entorno de Massa. 

“Mañana mismo empiezan las reuniones. Te puedo decir que la UCR se ordena fácil, pero hay que ver qué hace Mauricio. Ahora que se deje de joder. Para mi JxC se rompe”, comentó un legislador electo. “Los nuestros se tienen que meter en un mismo cuarto, cagarse a trompadas y después decidir qué hacer”, dijo un vocero amarillo. 

En ese clima de internismo se subió Bullrich al escenario pasadas las 22. Última en el podio, fue la primera en salir a hablar. Había foto de unidad opositora, pero no parecían unidos. Dos meses después de que el ex presidente cerrara la noche de JxC en las PASO, ahora solo atinó a abrazarla cuando Bullrich terminó de hablar. Su silencio fue ensordecedor, apenas le contuvo las lágrimas.  

MC/JJD 

 

A Milei no le alcanzó para ganar en primera vuelta y llega al balotaje con menos votos de lo esperado 

Victoria De Masi 

@videmasi 

Fue hace muy poco, el miércoles, cuatro días no más. En el cierre de campaña de La Libertad Avanza. El estadio estaba lleno, a oscuras. “Mensaje del próximo presidente de la Nación”, rezaba el zócalo. Javier Milei estaba sentado a un escritorio, escoltados por dos banderas argentinas. Un cosplay de cadena nacional. Lo dijo en ese spot grabado, lo reafirmó después, de pie y detrás del atril: “Es probable que podamos ganar en primera vuelta”. La Libertad Avanza la peleó hasta el final de este segundo tramo de la campaña. No le alcanzó: obtuvieron números mucho más bajos de los que esperaban. 

 

 

Fue la fuerza política más votada en las PASO. Pero esta anoche en el búnker y con poco más del 98% de las mesas escrutadas, los números dan cuenta de que al balotaje llegan debilitados. La fórmula presidencial de La Libertad Avanza obtuvo el 30,6% de los votos y quedó seis puntos abajo de su contrincante, el oficialista Sergio Massa y su compañero de fórmula, Agustín Rossi. No sumaron ni restaron votos. LLA salió a regar una tierra que no daría siembra: el de las PASO sería su techo, por lo pronto no hay lugar para levantar una azotea. 

La derrota se sintió, sobre todo, en la provincia de Buenos Aires. Su elegida, Carolina Píparo, colectó la misma cantidad de votos que en la PASO, 24,6%. Quedó tercera, Píparo no creció. Ramiro Marra, que durante el último tramo de la campaña cambió su foto de WhatsApp por una que decía "vamos a dejar tercero al kirchnerismo" estuvo recluido en el búnker, rara actitud de parte del candidato que siempre gustó de estar entre la gente y entre el periodismo. Al final tercero quedo él, con el 13,9%, atrás de Jorge Macri y de Leandro Santoro. 

¿Qué pasó en el medio? 

Javier Milei fue un tentempié. Sobrevivió a la acusación pre-PASO de “vender cargos” dentro de su espacio, una investigación que inició la Justicia de oficio y que no llegó -todavía- a ningún lado. Fue el punching ball de algunos medios masivos de comunicación -pocos, pero de gran alcance-, que primero le profirieron el romance mentiroso de la admiración y después lo sentaron en el set para burlarse. O para tomarle examen y reprobarlo. El presidente Alberto Fernández lo denunció por haber agitado una crisis cambiaria. Fue hace diez días. Milei se hizo la víctima, se llamó “perseguido político”, usó para sí una palabra que instaló otra persona: proscripción. Milei estuvo siempre, siempre, en la agenda pública. 

Y entre todo eso -o quizás por todo eso-, La Libertad Avanza no le temió, nunca, al tono triunfalista. Juntó gente en cada caravana; incluso en aquellas, como la de Moreno, en la que el candidato a presidente, Javier Milei, recorrió apenas cuatro cuadras. Ahí estuvo su Herzog, el documentalista Santiago Oría, sacándole punta al ojo de pez: cámara de mano, la convocatoria arrasadora; desde el drone, no tanto. Milei hizo equilibrio en la caja de una camioneta. Azuzó motosierras. Firmó frentes, garabatos a mano alzada sobre los ojos de las personas que se acercaban a saludarlo. Nos mostró cómo latía su corazón-calculadora, aseguró que él tenía la fórmula que cambiaría todo. Victoria Villarruel endureció su discurso y se defendió en un debate de vices que fue mediocre: propuso otra memoria respecto de los Derechos Humanos, avisó que había más Seguridad y una Defensa nacional fortalecida. No fue suficiente. 

Bolsonaro Hijo, “renunciar a la paternidad” y las ballenas de Benegas Lynch 

Eduardo Bolsonaro, hijo del ex presidente de Brasil y referente del Partido Liberal de ese país, policía y abogado, ultraderechista, vino a dar su apoyo al búnker de La Libertad Avanza. En el año en que Argentina cumple 40 años de democracia ininterrumpida, una democracia joven que se construye (casi) todos los días, con derechos y Estado, acaso la presencia de un funcionario que afirme que el “feminismo es una enfermedad” y que dijo que “las mujeres de derecha son más limpitas que las de izquierda”, acaso su presencia -retomo- sea un poco “piantavotos”. 

También estuvo aquí, en este búnker del Hotel Libertador, Lilia Lemoine, candidata a diputada bonaerense, que hace poco días dijo en una entrevista que presentaría un proyecto de ley para que los progenitores puedan “renunciar a la paternidad”. Habló de mujeres que “pinchan forros” para “enganchar” varones. Dijo que en su proyecto de ley las gestantes tendrían “15 días” para “avisar al hombre” del embarazo. Y que los progenitores podían elegir si querían ser responsables de la paternidad o no. Lo de Lemoine generó mucho ruido interno en el espacio. No sólo porque el núcleo duro no adhiere a esa idea sino porque le preocupaba el impacto que tuviera en el resultado de la primera vuelta. Es posible que las declaraciones de Lemoine hayan espantado votantes. 

Una seguidilla de errores. El primer candidato a diputado bonaerense, Bertie Benegas Lynch improvisó un ensayo sobre la privatización del mar para que no se extingan las ballenas. Fue también durante una entrevista. Las declaraciones se viralizaron. El líder de La Libertad Avanza niega el cambio climático. Pero la idea del Benegas Lynch de “asignar derechos de propiedad” para combatir la crisis mediomabiental, más que votos sumó memes. 

Las otras víctimas y en contra del Conicet 

Javier Milei aprovechó el raid mediático post PASO para instalar a Victoria Villarruel en el centro de la escena. La presentó como la mujer que, además vicepresidenta y presidenta del Senado, tendría a su cargo los ministerios de Seguridad y Defensa. Después, Villarruel tuvo semana propia: hizo un controversial homenaje a “las víctimas del terrorismo”. En esos días, se develó el vínculo que la candidata a vice de La Libertad Avanza tuvo con militares detenidos con crímenes de lesa humanidad. En el debate de vices, su contrincante Agustín Rossi le preguntó por qué los visitaba en la cárcel: “Porque estaba investigando para un libro”, respondió Villarruel. Tan cierto como incomprobable. En ese mismo intercambio, Villarruel arremetió contra el Conicet: a su entender, no tiene sentido alguno que esa institución se dedique a la investigación de temas blandos. ¿Conicet? ¡Afuera! 

TikTok no pude con la pantalla de la SUBE 

Las comunidades digitales en torno a la figura de Javier Milei nacieron y crecieron antes que las redes sociales oficiales del candidato a presidente de La Libertad Avanza. Edición casera, argumentos cerrados, bronca y fe religiosa fueron el combustible que usaron los usuarios y usuarias de Internet para activar motores virtuales. ¿Solo virtuales? No: hubo un desplazamiento al mundo físico, al mundo real. Esa “campaña paralela” explica, en parte, el 30% de votos que coronó al economista como el más votado y a su fuerza, como la primera del país, en las PASO. 

Pero la política sigue siendo analógica. Y quizás haya sido la política la que logró lo que el periodismo tradicional no pudo y las redes tampoco: cuando el valor del boleto del transporte público tomó las pantallas de los andenes y las máquinas de SUBE, no hubo TikTok que alcance. Símbolo de época, la virtualidad borra el hecho. Y si no lo borra lo diluye. Más claro que el agua: el boleto que te sale 56 pesos, pasaría a costar 700 con el plan Motosietrra. En un país con 140% de inflación y 40% de pobres: ¿quién quiere renunciar al subsidio que abarata el transporte que debe tomar todos los días para ir a trabajar, para llegar a estudiar? El cielo de plomo todo el día y al final no llovió. Aquí enrollan las banderas. Este lunes arranca otra campaña. Dura cuatro semanas. Hay que estar preparados. 

VDM/MG 

Pagina 12. Argentina.  

La Buenos Aires de Kicillof fue la barrera contra Milei y  sacudió al país entero 

 

Por Martín Granovsky 

 

23 de octubre de 2023 - 04:04 

 

La notable recuperación del peronismo en el Gran Buenos Aires y un excelente resultado en el interior de la Provincia marcaron la diferencia nacional a favor de Sergio Massa y dejaron consagrada ya la reelección del gobernador Axel Kicillof para el período 2023-2027. La sintonía peronista con el humor social, al que en buena medida despertó y esperanzó, fue la palanca para mover al país entero. 

Kicillof quedó electo con el 44,8 por ciento de los votos, de modo que subió 8,4 respecto de las PASO del 13 de agosto. Néstor Grindetti, de Juntos por el Cambio, quedó en 26,7. Bajó seis puntos. Carolina Píparo llegó a 24,6 por ciento. No llegó a subir un punto desde las PASO. Y Rubén "Pollo" Sobrero ascendió solo de 3,6 a 3,9 por ciento. 

Unión por la Patria obtuvo las dos senadurías por la mayoría, que corresponderán a Wado de Pedro y Juliana Di Tullio. Conservará 15 de sus actuales diputados nacionales y tendrá 31 por la Provincia, contra 25 de Juntos y 10 de La Libertad Avanza, que en este campo sí dio varios pasos adelante: nueve escaños flamantes. El resultado bonaerense garantiza que desde diciembre Unión por la Patria siga siendo la primera minoría en la cámara baja, con 108 integrantes contra 91 de Juntos y 40 de los libertarios. 

Mientras terminan de conocerse los resultados y se afinan los análisis, algunas claves ya aparecen nítidamente. 

  1. El peronismo protagonizó en la provincia de Buenos Aires el motor de una ola nacional. Sergio Massa obtuvo a Presidente un 43 por ciento de los votos contra casi 26 de Javier Milei, 24 de Patricia Bullrich, 3,7 de Juan Schiaretti y 3,6 de Myriam Bregman. El peronismo reaccionó e impulsó a la sociedad a reaccionar contra otra ola que solo a primera vista es imprecisa. No lo es. Está comandada por un candidato afín a la extrema derecha internacional, a los fondos buitres, que tiene cobertura de las ortodoxias religiosas más recalcitrantes como el Opus Dei y Jabad Lubavitch y lleva de segunda a una figura relacionada con la estructura de los grupos de tareas y los servicios de inteligencia de la dictadura. 

  1. El centro de la ola estuvo en el Conurbano bonaerense. Sin llegar a los niveles de 2019, cuando Alberto Fernández y Cristina Kirchner quedaron elegidos en primera vuelta y Kicillof superó el 50 por ciento de los votos, en algunos distritos muy poblados la diferencia volvió a estirarse. Es el caso de La Matanza, donde el peronismo obtuvo el 53 por ciento, y de Lomas de Zamora, donde superó el 50. 

  1. La ola abarcó el triunfo incluso en ciudades donde el peronismo no había ganado en medio del gran triunfo nacional y bonaerense de 2019, como Bahía Blanca y Olavarría, y como Lanús en el Conurbano. En este último caso, además, fue un castigo adicional a Néstor Grindetti, candidato a gobernador y hasta hace poco, cuando lo dejó para hacerse cargo de la presidencia de Independiente, intendente del distrito desde 2015. 

  1. Además del fiasco de Carolina Píparo, que no remontó desde las PASO, Javier Milei no consiguió implantarse a fondo en el Gran Buenos Aires. Se quedó con un nivel de votos no despreciable a nivel juvenil, en una transversalidad social que va de la clase media acomodada a sectores humildes y postergados, pero no arraigó entre los trabajadores formales e informales. Entre los que ya trabajaron o están trabajando. Ahí cundió el pánico. Pero no solo por incertidumbre. Es probable pensar, por vía de hipótesis, que ese pánico haya derivado de la certeza de que con Milei las cosas andarán peor. No se trataría, en ese caso, del miedo a un salto al vacío sino, más bien, de la sensación de que ese salto lleva a una pileta sin agua que la Argentina ya vivió con dos hiperinflaciones, con la crisis de 2001 y con la desindustrialización y el desempleo de la dictadura y del menemato. 

  1. La campaña nacional, la provincial y la de los municipios estuvo acompasada. Terminada la ola de internas sin resultado, el peronismo se unificó detrás de las candidaturas de Massa, Kicillof y de cada intendente. 

  1. Tanto el discurso de Kicillof como el de Massa estuvieron caracterizados por el productivismo. Quedó claro el interés por resguardar la producción y el trabajo como épica, sin ideologizaciones. 

  1. La gestión de Kicillof no controló la macro, que no depende de un gobernador, pero profundizó lo posible en materia de crédito para pequeñas y medianas empresas, construcción de escuelas y aulas e inversión pública en general. Los resultados indicarían que llegaron tanto la gestión como la explicación de esa gestión. 

  1. Es evidente que pesó en el voto bonaerense la credibilidad de Massa para distanciarse de la situación inflacionaria actual y generar esperanza productiva. La percepción positiva sobre el candidato puede haber sido, en la Provincia, más fuerte que la percepción negativa de la economía. 

  1. El peronismo permeó en sectores urbanos afines a la agenda rural. Tampoco en este caso la construcción empezó con la campaña. Comenzó cuando en 2019 Kicillof recorrió la Provincia junto con Carlos “Carli” Bianco a bordo del Clío de su amigo y mano derecha. No solo no repitió los clichés de la contienda de 2008, cuando en medio de la 125 chacareros pequeños fueron considerados parte de una supuesta oligarquía, sino que desde ese momento entabló un diálogo permanente con las entidades y con los productores que nunca se rompió. 

  1. Quedó claro que cuando no hay disputa de liderazgo y se logra una armonía lógica (en este caso entre CFK, Massa y Axel, cada uno en su rol) el margen de gobernabilidad es mayor y también lo es la capacidad de generar esperanza aun en medio de una crisis inflacionaria y cambiaria que todavía no tiene salida visible. 

Estas diez claves, entre otras tantas posibles, explican el tono del discurso que Kicillof pronunció en el bunker de Unión por la Patria, improvisando como siempre y ya no sometido a la lectura a la que apeló en las PASO, quizás para no crearle susceptibilidades a nadie. 

A futuro, lo más importante estuvo en el final, cuando pidió que no quedaran dudas de que "la Provincia necesita del Gobierno nacional", y que por eso "necesitamos que el próximo presidente de la Argentina sea Sergio Massa" porque "no nos alcanza con la Provincia". Para quien aún tuviera dudas, allí quedó sepultada más profundamente, si fuese necesario, la teoría de la Provincia como refugio, que en algún momento sostuvieron incluso algunos peronistas, o como guarida, en la terminología policial de Patricia Bullrich. 

Además de agradecer el apoyo de CFK, de los intendentes, de los trabajadores, de la militancia, de los sindicatos y de lo que definió como "gabinete militante", Kicillof estableció cinco principios: "la dignidad no es un negocio", "los derechos no dependen de la ganancia", "la libertad solo se alcanza cuando hay igualdad de oportunidades", "nuestra vida no es un mercado" y "la patria no se vende". 

El remate tuvo el toque personal de los dirigentes políticos: "Compañeros y compañeras, de todo corazón, muchas gracias, los quiero mucho, Massa presidente." 

Ahora debemos elegir ganar 

 

Por Sandra Russo 

 

Somos expertos elaboradores de traumas. Porque no nos han faltado ni nos faltan, pero a fuerza histórica de recibir palos, balas, censura y desprecio, un golpe, ni militar ni de mercado ni de psicosis colectiva nos abate. La razón es bastante sencilla: en un movimiento popular como el que nuclea Unión por la Patria, uno decae pero otro lo levanta. Lo colectivo y lo ideológico tiene eso, que la filosofía mesiánica mal aprendida o leída en Wikipedia no tiene. 

En todos los niveles lo colectivo tiene virtudes que el individualismo no tiene. Las veces que las derrotas nos abatieron habíamos elegido mal los dirigentes. Menem fue una derrota, más que nada, peronista. Por eso lo reivindica Milei. Y el abatimiento era por haber perdido todo lo que Menem entregó, y también por la orfandad política. 

Los resultados de ayer exponen a mayorías disímiles, matizadas, contradictorias entre sí, pero resueltas a no dejar pasar el desquicio fascista tecnofinanciero. Y ésa debe ser la base de los grandes acuerdos que supone un nuevo pacto democrático. Pero el bien superior a defender, en esta coyuntura, es la posibilidad de una nueva chance para restablecer el Estado de derecho en la Argentina. Ese es un bien multipartidario. 

No entran todos, claro. Los que quieren privatizar las calles o permitir un mercado de niños, además que proponer la demolición de la patria, no toleran la democracia y en consecuencia la democracia debe aislarlos. Sin ninguna culpa progresista, Al contrario. Lo progresista y en sentido amplio y regional, es advertir de una vez que debemos ser tolerantes con todo menos con la intolerancia. Eso también es seguridad nacional. 

Por otra parte, pensé mucho en Cristina, que ayer advirtió a una periodista ñoña que tampoco esta vez se dedicará a los nietos. “Espero que la posta la tomen los hijos de la generación diezmada”, dijo. Sergio Massa y Axel Kicillof son, además de grandes gestores y cuadros políticos, miembros de esas generaciones limpias del barro por el que demasiado seguido trastabilló mucha dirigencia peronista. Porque la ilusión y la voluntad popular que ayer dio vuelta el golpe de las PASO, tiene que ver también eso: con la política como herramienta transformadora de la vida cotidiana del pueblo. 

Ya elegimos creer. Ahora debemos elegir ganar. 

 

 

La carrera al balotaje entre Sergio Massa y Javier Milei: No la vieron venir 

El gran protagonista de la elección fue Axel Kicillof porque su resultado es la consecuencia de una gestión de cuatro años de remar en un contexto muy difícil.   

Por Luis Bruschtein 

 

La sociedad le dio la espalda a los que proponían un país donde los pobres tendrían que vender sus órganos o sus hijos, donde los genocidas serían glorificados y las Malvinas entregadas, un sistema donde los candidatos usan metáforas de sexualidad perversa para rechazar a la educación sexual. No fue una elección más porque además de los problemas económicos estaban en juego valores básicos de la civilización. Y todavía falta la segunda vuelta. 

Todavía sin el detalle de los datos finales se pueden sacar algunas conclusiones. En primer lugar fue decisiva la votación en la provincia de Buenos Aires. En segundo lugar, casi no hubo corte de boleta entre intendentes o gobernadores con Massa. En tercer lugar, están en disputa distritos que eran de Juntos por el Cambio, como La Plata y se recuperaron otros, como Lanús. En cuarto lugar, Unión por la Patria recuperó voto en provincias que había perdido, desde Tierra del Fuego y Río Negro, Chaco y las provincias del Noreste. En quinto lugar, Unión por la Patria será primera minoría en el Congreso de la Nación, tanto en el Senado, como en Diputados, independientemente de cómo salga la segunda vuelta. En sexto lugar, Massa hizo una buena elección en Santa Fe, una provincia que le era muy reacia. En séptimo lugar fue muy mala la elección de Patricia Bullrich y, la de Javier Milei, muy abajo de lo que esperaba. En ambos casos fue una fuerte derrota. 

Los resultados sobrepasaron todos los números que habían apuntado las encuestas. Son muchas las explicaciones que se desprenden de esta elección. Se confirma que la sociedad es consciente de la diferencia entre las PASO y elecciones generales y que es muy difícil sacar conclusiones mecánicas de esos resultados. En este caso, los resultados han sido opuestos en cuanto a ganadores y diferencias. 

En esa diferencia tan grande de estos resultados con las PASO influyó mucho la forma como encaró Sergio Massa su campaña. En vez de replegarse a una campaña defensiva o concesiva, salió con fuerza y con propuestas que sus competidores no tenían. Sobre todo en el flanco de la economía, donde la inflación lo hacía más vulnerable. La nueva discusión con el Fondo en términos de puja y no de resignación implicó un cambio ante la sociedad. De la misma manera que impactó la batería de medidas distributivas que emitió al terminar la discusión con el FMI. 

Esa negociación dura y las medidas de alto impacto en la economía de la gente, sumó también la respuesta enérgica a los especuladores con el dólar. En poco tiempo pudo dar la imagen de timonel de carácter, de alguien que es capaz de tomar decisiones en situaciones adversas. Pero al mismo tiempo, esa imagen enérgica se dio sobre la base de una actitud más abierta y dispuesta al diálogo que la demostrada por sus competidores. 

A este resultado se sumó también el temor que despertaron los anuncios más bizarros de Milei que pintaban un país sumido en el medioevo, en manos de un grupo de desquiciados. Y en Juntos por el Cambio resultó desangrante la interna feroz entre Horacio Rodríguez Larreta y Bullrich y la actitud ambigua de Mauricio Macri que hizo más gestos a favor de Milei que de los candidatos de su fuerza. Siendo ministro de Economía, Massa fue muy eficaz para dar vuelta el malhumor de la sociedad por una inflación tan alta, un tema muy pesado que queda pendiente. 

Pero, sin duda, el gran protagonista de la elección fue Axel Kicillof porque su resultado es la consecuencia de una gestión de cuatro años de remar en un contexto muy difícil. Durante cuatro años tomó decisiones en el distrito más numeroso y el más complejo, en el que confluyen todos los conflictos y donde fue más fuerte el impacto de la crisis. Salió de la casa de gobierno, se mostró como un gobernador todo terreno, en el territorio, cerca de la gente y con mucha obra pública y gestión. 

Fue la base de sustento de Massa para darse impulso. Con una provincia de Buenos Aires mal gobernada, hubiera resultado mucho más difícil dar vuelta las expectativas generalizadas de una victoria de la derecha. 

Justamente por esas expectativas frustradas, que fueron alimentadas por los medios hegemónicos y las encuestas, la derrota de la derecha, tanto de Juntos por el Cambio, como la de La Libertad Avanza es doble. Y para Massa es una doble victoria porque tuvo que remontar esa tendencia. La sociedad mostró una reacción sana porque ni Patricia Bullrich ni Milei les propusieron un camino de salida y se quedarson en gritos de guerra contra sus adversarios. 

En la campaña para la segunda vuelta, Massa y Milei van a tironear de la base electoral de Juntos por el Cambio. Milei menospreció a los radicales, pero se mostró con Macri. Massa convocó a un gobierno de unidad nacional y se comprometió a integrar funcionarios y técnicos de todas las corrientes políticas. Juntos por el Cambio quedó muy golpeado con este resultado que ya no tiene revancha. Y debe soportar el tironeo de los otros dos candidatos. El futuro no le favorece. 

Milei se apropió del discurso de Bullrich. En su discurso, al festejar su derrota como si fuera victoria, ya no habló contra la “casta”, sino contra el “kirchnerismo”. Obviamente, para él, gran parte de los dirigentes del macrismo y todo el radicalismo, con los que tratará de aliarse, son parte de la casta. 

Milei se mostró como un candidato desesperado por conseguir los votos que le faltan. Massa, en cambio, en su discurso de anoche, se paró en el medio del ring y habló como presidente: agradeció a todos los argentinos, los felicitó por la votación. Se lo vio emocionado, pero al mismo tiempo calmado. En contraste con ese Milei exasperado, destilando odio contra sus adversarios, Massa se mostró tranquilo, habló de sus hijos, cuando los de Milei hablan de renunciar a la paternidad, habló del Papa, cuando Milei dice que es un representante del “maligno”. Fue la contracara exacta del histérico ultraderechista. 

La campaña por la segunda vuelta seguramente tendrá otros contenidos y es mucho más clara la diferencia de modelos de país que propone cada uno. 

Una realidad más compleja que el odio.   

 

Por Eduardo Aliverti 

 

Obviamente, se escribe esta columna bajo el impacto de una sorpresa que, al margen del resultado del balotaje, ya es gratificante: una parte significativa de la sociedad argentina resolvió dar pelea contra el descenso al abismo. 

Contra todos los pronósticos, el triunfo de Unión por la Patria en cabeza de Sergio Massa y Axel Kicillof representa una esperanza que va más allá de la calculadora sobre esa segunda vuelta. El velorio indisimulable que había anoche en los medios de la oposición, hasta el punto de volver sobre el argumento repugnante de la gente llevada como ganado por los aparatos peronistas, advierte que empieza otro partido. Y que no lo tienen ganado. 

La inmensa mayoría de los análisis circulantes en estas horas hablan de la victoria del miedo sobre la bronca. Puede ser, pero, en todo caso, ese sería uno de los componentes. Debería contemplarse, también, que lo percibido sobre la situación económica no es tan catastrófico. Y que la figura de Massa, o más genéricamente del oficialismo, es mucho más confiable que lo que se esperaba para ser quien conduzca los destinos de corto y mediano plazo. 

Ese ingrediente del voto es relativizado. 

Por ahora, todo consiste en que Milei y los suyos se zarparon desde las Primarias y, en particular, en los últimos días. Que fue demasiado el cúmulo de barbaridades en que incurrieron, capaces de asustar al más pintado. Lanzarse de frente contra el Papa, las indescriptibles declaraciones de Lilia Lemoine, hablar de que la Educación Sexual Integral debe ser financiada por los padres para luego refregarle las partes por la cara a los hijos, etcétera. O bien, no haber trasladado ninguna confianza en torno a cómo instrumentar dolarización y desaparición del Banco Central. 

Los cambiemitas se esforzaron con las jugadas de encaramar a Carlos Melconian y presentar a Horacio Rodríguez Larreta como jefe de Gabinete. Pero fue inútil con una candidata desvencijada, lejana a una imagen presidenciable y con nada menos que el dueño, Mauricio Macri, apostando por el rival liberfacho. 

Todo eso es o sería veraz, al igual que el discurso de Milei cuando acepta la derrota llamando al apoyo de la casta. Pidió por sumar el voto de Bullrich. Reivindicó a Rogelio Frigerio agarrándose de lo poco que tenía para mostrar como factor de alianza, junto con Jorge Macri. Leyó derrotado. Penoso. 

También son horas de una oposición que llora sobre la leche derramada, sobre todo en el ¿ex? Juntos por el Cambio. Aquello de que tenían un penal sin arquero, entre Larreta y Bullrich, y la tiraron afuera. La subestimación del potencial de quienes manejan “el aparato”. La confianza desmedida en el rechazo a un kirchnerismo que, como relato, no venia gobernando hace tiempo. 

El propio Massa se los dejó claro: el que viene será “mi” gobierno, no éste. 

Sin embargo, insistieron con su letanía y anoche se reiteró en sus discursos. Milei y Bullrich mentaron al Gobierno como una “organización criminal” y como “lo peor de la historia argentina”, entre otras delicias. 

Y en otras palabras (y es entendible, porque deben asegurar su núcleo duro), persistirán con lo que mostró sus límites. Es en ese sentido que la democracia del derecho al odio tuvo, por lo menos, un parate. Un freno, se verá si electoralmente momentáneo. 

Contra eso, Massa desplegó una retórica de Presidente, federal, inclusiva, puntillosa. Pero, se insiste, suena incompleto que sólo eso haya sido el elemento aglutinador, excepto la frivolidad de remitir al “plan platita”. 

Pasa algo más como para que UxP haya producido esta sorpresa. Y es decisivo, para eso, el desempeño de Kicillof. Es tan alta su labor que superó el escándalo de Martín Insaurralde, la chocolatería y cuantas adversidades se quieran. 

Como bien escribe Martín Granovsky, la provincia de Buenos Aires fue la barrera contra Milei y sacudió al país entero. El triunfo del gobernador es impresionante, aunque quepa la excusa de que la derecha cometió el pecado de ir dividida entre “libertarios” y cambiemitas. 

Es válido señalar eso. Pero las cosas no se miden así, sino por lo efectivamente concretado. Si esa derecha no pudo unificarse, simboliza su impericia para ser opción viable. Si vamos a empezar con las sumas de lo que pudo haber sido, se pierde la noción de lo que es. 

Kicillof marcó que no sólo su honestidad explica la victoria. Ése es el piso, que se reveló a resguardo de affaires capaces de derrumbar a cualquier otro. Claramente, tiene una probidad de gestión que frívolos y resentidos no pueden, no quieren o saben comprender. 

El nuevo partido que ya empezó está plagado de incógnitas, con excepción de una seguridad: Massa, según avisó con todas las letras, no tendrá reparo alguno en su convocatoria a la unidad nacional. 

La calculadora que ya están sacado todos da para especular con números muy parejos, en los que cuentan cada voto del cordobesismo, de la izquierda radicalizada, de los ausentes, del blanco, de los dudosos frente a un escenario inédito. Pero UxP (re) arranca con lo anunciado, que es llamar a esa unidad desde un candidato al que, en ese aspecto, no puede reprochársele nada. 

Enfrente, en cambio, deberán arreglárselas para unificar a partir del resentimiento, la ira, la ficción de juntarse con “la casta” o de insistir con que sólo importa mantenerse en sus trece tilingos y gorilas. 

Cuidado: pueden lograrlo. Es momento de sorpresa que entusiasma, pero no de euforia desmedida. Se comprende el goce con lo que no se esperaba, pero nunca se justificaría descansar en un efluvio que podría ser transitorio. 

Sí se verificó la vigencia de que ganar en las vísperas es una ilusión, o un probable fracaso del autentico aparato. El mediático, el de la prepotencia de las redes, el de que no importa qué se diga mientras se hable. 

Hablaron todo lo que tenían que hablar, presagiaron que lo de Insaurralde era el fin, esparcieron cuanta maniobra podía inventarse, decretaron que se van y nunca volverán. 

Debiera ser increíble que no entiendan aquello de que todo sigue en movimiento. 

Son muy ignorantes. Tanto como para dibujarse una realidad mucho más compleja que lo que les permite su odio. 

 

* Gracias a la colaboración de Julián Ayala

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