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domingo, 28 de abril de 2024 03:42h.

Hamás está ganando la batalla por Gaza - por Scott Ritter

 

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Federico Aguilera Klink recomienda este artículo

Hamás está ganando la batalla por Gaza

Scott Ritter

OBSERVATORIO DE LA CRISIS

 

El ataque del 7 de octubre no fue una operación independiente, sino parte de un plan estratégico que poseía tres objetivos principales: volver a poner la cuestión de un Estado palestino en el primer plano del discurso internacional, liberar a los miles de prisioneros palestinos en manos de Israel y obligar a Israel a desistir de la profanación de la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado del Islam. 

El alto el fuego es una bendición tanto para palestinos como para israelíes: una oportunidad para intercambiar prisioneros, distribuir ayuda humanitaria y enfríar las emociones en ambos lados del conflicto.

Si bien el alto el fuego, negociado entre Israel y Hamás por Qatar, fue acordado entre las dos partes, que nadie se deje engañar pensando que se trata de algo menos que una victoria de Hamás. Israel había adoptado una posición muy agresiva y, dado su objetivo declarado de destruir a Hamás como organización, no aceptaría un alto el fuego bajo ninguna condición.

Hamas, por otra parte, había hecho de la liberación de los prisioneros palestinos, y en particular de las mujeres y los niños, retenidos por Israel uno de sus principales objetivos al iniciar la actual ronda de combates con Israel. Visto desde esta perspectiva, el alto el fuego representa una victoria importante para Hamás y una derrota humillante para Israel.

Una de las razones por las que Israel evitó un alto el fuego fue que confiaba en que la operación ofensiva que había lanzado en el norte de Gaza neutralizaría a Hamás como amenaza militar, y que cualquier alto el fuego (independientemente de la justificación humanitaria) sólo le serviría a Hamas para ganar tiempo para  descansar y reagruparse. 

El hecho que Israel haya firmado un alto el fuego es la señal más segura que no todo va bien en la ofensiva israelí contra Hamás.

Este hecho no debería sorprender a nadie. Cuando Hamás lanzó su ataque del 7 de octubre contra Israel, inició un plan que llevaba años preparándose. La meticulosa atención a los detalles en la operación de Hamás demostró que la organización miliciana había estado estudiando el funcionamiento de inteligencia y de las fuerzas militares israelíes, para descubrir sus debilidades. La acción de Hamás representó más que una sólida planificación y ejecución táctica y operativa: fue también una obra maestra en “conceptualización estratégica”.

Una de las principales razones detrás de la derrota israelí del 7 de octubre fue el hecho que el gobierno israelí estaba convencido de que Hamás nunca atacaría , independientemente de lo que dijeran los analistas de inteligencia encargados de observar la actividad de Hamás en Gaza. 

Este error de cálculo israelí se produjo cuando Hamás identificó que Israel pretendía anular la organización de la resistencia con una política basada en la “compra” de la organización político-militar través de un programa de permisos de trabajo emitidos para los palestinos que viven en Gaza.

Al seguir el juego del programa de permisos de trabajo, Hamás adormeció a los dirigentes israelíes y los llevó a la complacencia, permitiendo que los preparativos de Hamás para su ataque se llevaran a cabo a plena vista.

El ataque del 7 de octubre no fue una operación independiente, sino es parte de un plan estratégico que poseía tres objetivos principales: volver a poner la cuestión de un Estado palestino en el primer plano del discurso internacional, liberar a los miles de prisioneros palestinos en manos de Israel y obligar a Israel a desistir de la profanación de la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado del Islam. 

El ataque Tormenta de Al Aqsa, por sí solo, no pretendía lograr estos objetivos, más bien, fue diseñado para desencadenar una respuesta israelí que debería crear las condiciones necesarias para que los objetivos de Hamás se hicieran realidad.

El ataque fue diseñado para humillar a Israel hasta el punto de la irracionalidad, garantizando de esta manera que la respuesta sionista estuviera regida por la necesidad emocional de venganza, en contraposición a una respuesta racional. 

En este caso, Hamás se guió por la doctrina israelí del “castigo colectivo” conocida como la Doctrina Dahiya, llamada así por el suburbio occidental de Beirut que fue fuertemente bombardeado por Israel en 2006 como una forma de castigar al pueblo libanés por la derrota de Israel ante Hezbolá. 

Al infligir una derrota humillante  que hizo añicos tanto el mito de la invencibilidad del Mossad y de las Fuerzas de Defensa de Israel y al tomar como rehenes a cientos de israelíes, Hamás condujo a una trampa en la que cayó sin paliativos el gobierno de Benjamín Netanyahu.

Hamás ha preparado una red de túneles debajo de la Franja de Gaza que, en total, se extienden por más de 500 kilómetros. Apodados el “Metro de Gaza”, estos túneles consisten en búnkeres subterráneos profundos interconectados que se utilizan para comando y control, apoyo logístico, tratamiento médico y alojamiento, junto a estas redes hay construidos otros túneles dedicados a operaciones tanto defensivas como ofensivas. 

Los túneles están enterrados a una profundidad suficiente para evitar la destrucción por la mayoría de las bombas en posesión de Israel y han sido equipados para resistir un asedio de hasta tres meses.

Hamás sabe que no puede involucrar a Israel en un clásico enfrentamiento de fuerza contra fuerza. En cambio, el objetivo fue atraer a las fuerzas israelíes a Gaza y luego someterlas a una interminable serie de ataques relámpagos por parte de pequeños equipos de combatientes que emergerían de sus guaridas subterráneas, atacarían a una fuerza israelí vulnerable, para luego desaparecer bajo tierra. En resumen, someter al ejército israelí a lo que equivale a una muerte por mil cortes.

Y funcionó. Si bien las fuerzas israelíes han podido penetrar en las zonas menos urbanizadas del norte de la franja de Gaza , aprovechando la movilidad y la potencia de fuego de sus tropas blindadas, el progreso es ilusorio, ya que las fuerzas de Hamás acosan continuamente a los israelíes, utilizando mortíferos cohetes -con ojivas en tándem- para inutilizar o destruir vehículos israelíes, matando a decenas de soldados israelíes e hiriendo a cientos más. 

Si bien Israel se ha mostrado reticente a la hora de publicar las cifras de vehículos blindados perdidos de esta manera, Hamás afirma que la cifra asciende a cientos. 

Las afirmaciones de Hamás se ven reforzadas por el hecho que Israel ha detenido la venta de tanques Merkava más antiguos y, en cambio, está utilizando estos vehículos en nuevos batallones blindados para compensar las grandes pérdidas sufridas tanto en Gaza como en la frontera con el Líbano, donde las fuerzas de Hezbollah están involucradas en una guerra de desgaste diseñada para apoyar a Gaza.

Pero la principal razón de la derrota de Israel hasta la fecha es el propio gobierno Israelí Habiendo mordido el anzuelo y caído en la trampa de Hamás, Israel pasó a ejecutar la Doctrina Dahiya contra la población palestina de Gaza, llevando a cabo ataques indiscriminados contra objetos civiles en flagrante desprecio por los derechos humanos, incluso en la guerra. 

Se estima que estos ataques han matado a 14.000 civiles palestinos, entre ellos más de 5.000 niños. Muchos miles de víctimas más siguen enterradas bajo los escombros de sus viviendas destruidas.

Si bien es posible que Israel haya obtenido al comienzo el apoyo de parte de la comunidad internacional después del ataque del 7 de octubre,  su exagerada y genocida reacción ha vuelto a la opinión pública mundial en su contra, algo con lo que Hamás contaba. 

Hoy en día, Israel está cada vez más aislado y pierde apoyo no sólo en el llamado Sur Global, sino también en los bastiones tradicionales  proisraelíes en Estados Unidos, el Reino Unido y Europa. Este aislamiento, combinado con el tipo de presión política que Israel no está acostumbrado a recibir, contribuyó a la aquiescencia del gobierno de Netanyahu con respecto al alto el fuego y el posterior intercambio de prisioneros.

Queda por ver si el alto el fuego se mantendrá o no. De la misma manera, la cuestión de convertir el alto el fuego en un cese duradero de las hostilidades sigue siendo una cuestión abierta. Pero una cosa es segura: al haber declarado que la victoria se define por la derrota total de Hamás , los israelíes han preparado el escenario para una victoria de Hamás, algo que esta organización de la resistencia palestina logra simplemente sobreviviendo.

Pero Hamás está haciendo más que sobrevivir: está ganando. Después de haber combatido a las Fuerzas de Defensa de Israel hasta detenerlas en el campo de batalla, Hamás ha visto cómo cada uno de sus objetivos estratégicos se hacían realidad. 

El mundo está articulando activamente la necesidad absoluta de la solución de dos Estados como requisito previo para una paz duradera en la región. Los palestinos mantenidos prisioneros por Israel están siendo intercambiados por los israelíes que Hamás tomó como rehenes. Y el mundo islámico está unido para condenar la profanación de la mezquita de Al Aqsa por parte de Israel.

Ninguna de estas cuestiones estaba sobre la mesa el 6 de octubre. El hecho que se estén abordando ahora es testimonio del éxito de Hamás el 7 de octubre y semanas siguientes, cuando la política de Netanyahu haya sido derrotada por una inesperada combinación: la tenacidad de Hamás. y la predilección por la violencia indiscriminada contra civiles del sionismo. 

Lejos de ser eliminado como fuerza militar y política, Hamás ha surgido quizás como la voz y autoridad más relevante cuando se trata de defender los intereses del pueblo palestino.

* Gracias a Scott Ritter, a OBSERVATORIO DE LA CRISIS y a la colaboración de Federico Aguilera Klink

https://observatoriocrisis.com/2023/11/25/hamas-esta-ganando-la-batalla-por-gaza/

SCOTT RITTER
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