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viernes, 26 de abril de 2024 17:59h.

La Transición política, una etapa de la dictadura Franquista y del gran Capital, que continúa hoy en día

 

Félix Adargoma produce y difunde otro valioso resumen de contenidos

La Transición política fue una etapa de la dictadura Franquista y del gran Capital, que continúa hoy en día como otra etapa delFranquismo-capitalismo-neoliberal, con maquillajes"democráticos"

Sufrimos 40 años de dictadura Franquista y del gran Capital,  y continuamos sufriéndola hoy en día con algunos cambios de maquillajes "democráticos"; y  la seguiremos sufriendo en el futuro inmediato si los partidos políticos progresistas, Centrales Sindicales, y los movimientos sociales, democráticos, no cambian el sistema a un régimen auténticamente democrático y social.

Un Amplio Frente democrático de todas las organizaciones de las izquierdas, de los  movimientos sociales progresistas, partidos y Centrales Sindicales, es necesario y urgente para comenzar a cambiar las actuales políticas de las derechas conservadoras en el Estado español y en Europa.

 

 

Ver video: https://www.youtube.com/watch?v=ZVya-TUOUkU sobre

"La Transición es una etapa del Franquísmo", seminario impartido en la universidad de Oviedo por  el profesorJosé Luis García Rúa.

 


 

LIBRO QUE HAY QUE LEER.

 

la cruz y la corona: las dos hipotecas de la historia de españa-gonzalo puente ojea-9788481366136  

LA CRUZ Y LA CORONA: LAS DOS HIPOTECAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA

ISBN: 9788481366136

RESUMEN DEL LIBRO:

La «transición a la democracia» –operación antidemocrática dictada por un rey ilegítimo y el apoyo de la Iglesia– ha culminado en un régimen oligárquico y corrupto, movido por castas políticas de unos partidos configurados como cúpulas de poder y por una opinión pública manipulada. Se trata de una nueva versión continuista de la ideología monárquica, caracterizada por un pacto de concordia y reparto entre los dos poderes universales, la Cruz y la Corona, y basado en la teología política católica cristiana. La misma que impidió la modernización del Estado al tiempo que las naciones europeas ilustradas abrían sus puertas a la exigencia de las libertades, de la ciencia, de la razón y de la crítica urgente de valores obsoletos. Esa que sigue gozando hoy aquí de exorbitantes privilegios. Gonzalo Puente Ojea nos ofrece un ensayo contra la Monarquía y la Iglesia católica española.



Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho

http://canariasenlanube.es/2012/08/con-la-iglesia-hemos-topado-amigo-sancho/



 

 

 

 http://www.mundoobrero.es/img/est/rabal.jpg

Benito Rabal

EL MUNDO NO SE DERRUMBA PORQUE LA GENTE SE ORGANICE DE OTRA MANERA DIFERENTE A LA ESTABLECIDA

No todos

Creer que todos son iguales es creer que no hay nada que hacer, desconfiar de la capacidad de rebelarse, asumir un destino no elegido, resignarse.

No soy partidario de esta democracia burguesa en la que se pervierte el significado mismo de la palabra, ya que más que gobierno del pueblo es gobierno de quien ejerce el poder real sobre el pueblo y en ese poder real incluyo a los medios de domesticación de masas, fuerzas represoras varias, banca, iglesias y abundantes formas y dosis de miedo e incultura. No, no lo soy. Por el contrario, creo en la democracia directa, la que emana desde abajo y toma decisiones en asamblea, beneficiosas para la comunidad en vez de para quienes se han apoderado de los beneficios que ésta genera. En esa sí que creo y confío en que un día acompañará a la humanidad en un mundo justo, razonable e igualitario.

Sin embargo, no por creer en una forma de organización de la comunidad y desconfiar de la actual, voy a caer en el error, tan extendido, de pensar que todos aquellos que participan de alguna manera en su estructura, son iguales y de igual maliciosa manera se comportan. No. No todos son iguales. Hay quienes se empeñan en mantener una forma caduca de organización social como es el predominio del capital sobre la humanidad y hay quien participa de la estructura de poder como una forma más de lucha para acabar con esa perniciosa relación. Y las pruebas de la diferencia de comportamiento son evidentes.

Mientras unos, la mayoría, se afanan en rebajar el déficit, pagar la deuda generada por la usura internacional y mantener, cuando no aumentar, el poder de inservibles y costosísimas estructuras como son la monarquía, el ejército y las iglesias, otros abogan por revertir el dinero público en el bienestar público promoviendo leyes que intentan paliar el sufrimiento de la población a través de la expropiación de pisos a la banca, la creación de un salario social o la obligación de dar tres comidas gratis en la escuela pública. Unos intentan paliar el sufrimiento a través de la caridad y otros legalizando la justicia. Unos alaban la labor de Cáritas –ese fastuoso negocio basado en el dolor– y otros hacen ley lo que al ser humano, por ser humano, le corresponde, al menos en una pequeña parte.

Y ya sé que no son sino pequeñas gotas en el océano, pero son gotas que demuestran que incluso dentro de esta cruel organización social, se puede actuar de manera diferente. Son gotas que hacen un poco más real la esperanza en que otro mundo es posible.

Valga como ejemplo el caso de Marinaleda donde se ha demostrado que el mundo no se derrumba porque la gente se organice de otra manera diferente a la establecida, donde la lucha diaria ha traído a la población una existencia más digna y justa que aquella a la que estaban predestinados.

Creer que todos son iguales es creer que no hay nada que hacer, desconfiar de la capacidad de rebelarse, asumir un destino no elegido, resignarse. Y con esto no quiero decir que confíe en líderes supremos o salvadores de la patria. Las Revoluciones nunca las ha hecho una persona, sino el pueblo. Y los cambios que puedan producirse se deberán a la lucha de todos, no de una minoría.

Pero no digamos que todos son iguales, porque de ahí a tirar la toalla no hay más que un paso. Y además es mentira.

Autor: Benito Rabal, en Mundo Obrero. 21 de mayo de 2013.


 

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Remite: Félix Adargoma. Las Palmas de Gran Canaria. 7 de julio de 2013