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sábado, 27 de abril de 2024 20:52h.

ESPAÑA CARPETOVETÓNICA CELTIBERIA SHOW: VIDAL-QUADRAS NO ERA CALVO SOTELO

Noviembre Nacional Protesta amplia, intento ‘destituyente’ - por Enric Juliana

 

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Francisco Morote, de Attac Canarias, recomienda este artículo y aporta el antetítulo

Noviembre Nacional

Protesta amplia, intento ‘destituyente’

Enric Juliana

LA VANGUARDIA

 

Noviembre Nacional

 

El mes de noviembre del 2023 deberá ser estudiado por los historiadores y por cuántas personas intenten desentrañar las claves políticas de España después de la pandemia del covid-19, en un momento de graves interrogantes en Europa y el mundo.

En la suma de acontecimientos del denominado Noviembre Nacional encontramos la mayor movilización política de la derecha española desde la muerte del general Francisco Franco, una movilización que deja atrás la gran manifestación de rechazo al matrimonio gay en 2005, más potente que las ácidas campañas contra la renovación del Estatut de Catalunya, más intensa que las masiva protestas contra la negociación con ETA para poner fin al terrorismo, y superior a la colocación masiva de banderas españolas como respuesta al ‘momento’ independentista en Catalunya en octubre del 2017.

Esta vez el movimiento ha tenido –está teniendo- mayor profundidad y amplitud. Efectivamente, se trata de un ‘movimiento’ con difusas fronteras entre moderados y radicales, entre el aparato del Estado y sectores políticos y de opinión aparentemente alejados de la maquinaria estatal como serían los sectores ultracatólicos que se han dedicado a rezar el rosario ante la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid. 

Se trata de una movilización permanente que tenía como objetivo impedir la investidura de Pedro Sánchez y forzar la repetición de elecciones generales para que la derecha pudiese enmendar los errores tácticos cometidos en julio, cuando cayó en el engaño de sus propias encuestas. Esos dos objetivos centrales no se han cumplido. El movimiento buscará ahora el colapso de la legislatura para convertir las elecciones europeas del próximo mes de junio en una suerte de plebiscito sobre la viabilidad del actual Gobierno y su difícil mayoría parlamentaria

El ‘movimiento’ lo activó José María Aznar, verdadero jefe estratégico de la derecha española, el día 2 de noviembre, cuando dijo: “el que pueda hacer que haga, el que pueda aportar que aporte”, cortando en seco los mensajes en morse que el equipo de Alberto Núñez Feijóo estaba enviando a Junts per Catalunya y que consistían en obtener la abstención de los independentistas catalanes a cambio de medidas de gracia espaciadas en el tiempo sin la etiqueta amnistía. Aznar cortó en seco esos movimientos y llamó a la protesta general para compactar a todo el bloque social de la derecha alrededor del PP.

A partir de aquí se desencadenaron tres tipos de movilización: una cadena de pronunciamientos de las elites funcionariales, encabezadas por las asociaciones de jueces, que han abarcado a casi todas las ramas del alto funcionariado, con la única excepción de los jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas, que tienen explícitamente prohibido manifestar opiniones políticas cuando se hallan en activo ; una movilización popular pacífica canalizada por el Partido Popular, y una campaña de acoso al Partido Socialista promovida por Vox, que ha dado protagonismo a grupúsculos fascistas y neonazis que habitaban en el subsuelo de la política. 

De arriba abajo: las elites del aparato del Estado apelando a la movilización social. Y de abajo arriba: una movilización mayoritariamente cívica y pacífica promovida por el Partido Popular, que no siempre ha sabido establecer una clara frontera con el brutalismo de la extrema derecha. No deja de ser significativo que el PP haya convocado para este domingo una convocatoria en defensa de la Constitución en el parque del antiguo Cuartel de la Montaña de Madrid (templo de Debod) situado a quinientos metros de la sede del PSOE en la calle Ferraz.

El Noviembre Nacional pretendía ser el 15-M de las derechas españolas. Un ‘momento destituyente’. No parece que esa dinámica haya cristalizado. No, en estos momentos. La política ha operado libremente y las instituciones han funcionado con normalidad. Ha habido pactos, el Congreso ha elegido con libertad al presidente del Gobierno y este ha configurado su Ejecutivo. Antes de que acabe el año, empezarán a votarse importantes iniciativas parlamentarias. Las protestas no han impedido el normal funcionamiento de las instituciones y no existen en estos momentos datos demoscópicos que apunten a un gran descalabro electoral de las izquierdas, especialmente del Partido Socialista. En un país algo emborrachado por el exceso de sondeos –se llegaron a publicar más de cien encuestas durante la primera quincena de julio-, no observamos estas semanas un gran frenesí en la publicación de estudios electorales en los medios de comunicación.

Los datos disponibles apuntan a una mejora de posiciones del Partido Popular a costa de Vox y un significativo mantenimiento del PSOE a costa de Sumar. En definitiva, en estos momentos se estaría produciendo un robustecimiento de los dos partidos principales. La militancia socialista, que se ha sentido amenazada, está visiblemente activada. Ha habido el doble de altas que bajas en el PSOE durante el Noviembre Nacional, y la fidelidad de voto al Partido Socialista se estima que en estos momentos podría rondar el 80%. Las algaradas en Ferraz han vitalizado al PSOE, que vuelve a estar en la cota 30%, un umbral que pocas veces había pisado en los últimos catorce años.

El Noviembre Nacional ha sido la mayor movilización política de la derecha española desde 1975, pero no ha dado paso a una crisis orgánica del país. El Íbex 35 ha subido (por motivos ajenos a la política) y las organizaciones empresariales no se han implicado a fondo: es significativo que en el duro comunicado de la patronal CEOE criticando la política de pactos del Partido Socialista no hubiese una mención explícita a la ley de amnistía. Los sindicatos han apoyado la renovación del pacto de las izquierdas y ha fracasado la fantasmal convocatoria de una huelga general. 

El momento más crítico seguramente se produjo horas después del intento de asesinato del eurodiputado Alejo Vidal-Quadras, tiroteado en Madrid a las 13,30h. del 9 de noviembre, mientras desde Bruselas Carles Puigdemont explicaba los detalles del pacto alcanzado con el PSOE. De inmediato se puso en marcha una campaña en las redes sociales con el lema Calvo Sotelo, que intentaba culpar a la izquierda del intento de asesinato del político que participó en la fundación de Vox en 2013. Nadie sabe lo que habría podido ocurrir aquella noche en Madrid si Vidal-Quadras hubiese fallecido antes de poder indicar a la Policía que los autores de la agresión podían estar vinculados con el régimen iraní. Tras la divulgación de esa pista, el hastag Calvo Sotelo desapareció de las redes sociales. 

Después del Noviembre Nacional llega el Diciembre Constitucional y el Diciembre Navideño. Después vendrá, probablemente, el Enero de la Amnistía, el Febrero/Marzo Gallego, el Marzo/Abril Vasco, y el Junio Europeo, puesto que el día 9 de junio del 2024 tendrán lugar unas elecciones al Parlamento Europeo de gran importancia. Ese será el momento clave de los próximos tiempos. Por tanto, la movilización se mantendrá muy activa en los próximos seis meses. Y después nos daremos de bruces con las elecciones presidenciales norteamericanas del 5 de noviembre del 2024.

Será tarea de los historiadores desentrañar lo que ha significado el Noviembre Nacional del 2023, del que hablamos en el vídeo-blog de esta semana.

 

* Gracias a Enric Juliana, a LA VANGUARDIA y a la colaboración de Francisco Morote, de Attac Canarias

https://www.lavanguardia.com/politica/20231202/9422320/noviembre-nacional.html

ENRIC JULIANA RESEÑA
LA VANGUARDIA La casa de mi tía republica por el alto interés del contenido, bajo las Normas de Uso Justo de la UE
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