La Realidad y la Palabra

Marzo 2021

Como si estuviera dentro de una gran tormenta, la covid-19 ha hecho que el planeta se tambalee en medio de un mar embravecido. Y ante el peligro de naufragio, igual que los potentados que viajaban en el Titanic se lanzaron a por todos los botes salvavidas dejando que murieran los pobres de tercera clase, de la misma forma ahora los ricos del mundo se han apresurado a apoderarse de las vacunas que pueden significar vencer a la enfermedad, dejando sin posibilidad de vencer al virus a los países más desfavorecidos.

Y además estamos asistiendo a la vergüenza del negocio que están haciendo las grandes farmacéuticas o al indigno espectáculo de gente rica (por ejemplo, una parte de la familia Borbón) pagando miles de euros por obtener la vacuna antes que nadie. “Da igual, no se la quitan a ningún español”, ha dicho por boca de su portavoz Almeida el PP, en una intolerable manifestación de racismo y xenofobia.

Frente a tanta indignidad Attac se ha sumado al llamamiento para que la vacuna sea popular, para que los productos farmacéuticos sean considerados bienes públicos mundiales, y para acabar con los tres apartheids de nuestra época: dinero, medicina y alimentos, en palabras de Vijay Prashad. Y junto a Oxfam denunciamos que “la fortuna de los 10 hombres más ricos del mundo ha aumentado en medio billón de dólares, una cifra que financiaría con creces una vacuna universal para la COVID-19 y que garantizaría que nadie cayese en la pobreza como resultado de la pandemia”.

Una red de economistas europeos, científicos sociales y juristas comprometidos con la promoción del pleno empleo con buen trabajo, la justicia social, con la erradicación de la pobreza y la exclusión social, con la sostenibilidad y la solidaridad internacional, han suscrito un Memorando anual, que proporciona un análisis crítico de los acontecimientos recientes en la Unión Europea. Y, como denuncia Juan Torres, no les ha faltado tiempo ni desfachatez a Christine Lagarde y Luis de Guindos para descalificar, sin el menor argumento, este Memorando.

La lucha contra el cambio climático no es fácil, está plagada de obstáculos. Uno de ellos es el Tratado de la Carta de Energía, del que la Unión Europea debe salir, tal como demandamos desde Attac y otras muchas organizaciones y movimientos sociales.

Cambia, todo cambia, dice la canción de Mercedes Sosa. También el mundo que conocemos hoy y que está en un proceso vertiginoso de transformación. La Inteligencia artificial y el triunfo de lo digital están conformando un futuro muy distinto, que será más o menos justo dependiendo de cómo se utilicen los nuevos inventos y avances tecnológicos, si servirán para que se enriquezca aún más una minoría muy privilegiada o para mejorar la vida de la mayoría de la población. Sobre esa transición a un futuro digital hablaron en los Debates de Attac tres personas expertas en la materia en una sesión que recomendamos vivamente.

Desde ATTAC Canarias contemplamos con estupor la incalificable actuación de Cruz Roja Española en Gran Canaria el viernes 26 de febrero, fecha en la que se expulsó a 64 migrantes del campamento Canarias 50 en La Isleta, una antigua base militar en desuso que ha sido precariamente habilitada para acoger a cerca de 400 personas, magrebíes mayoritariamente, de entre 16 y 50 años. Las duras condiciones del campamento se agudizaron ante la perspectiva del ingreso de más migrantes, lo que provocó la natural protesta del grupo, que se saldó con su expulsión tras la llamada a la policía por parte del personal de Cruz Roja presente en el lugar.

El 27 de enero de 1945, Auschwitz fue liberado por el Ejército Rojo. El campo formaba parte del sistema de asesinatos del fascismo alemán y desde entonces es un símbolo del singular crimen contra la humanidad que supuso el Holocausto para los judíos. Auschwitz también es el símbolo de todos los demás seres humanos “a los que el nacionalsocialismo asesinó sistemáticamente o pretendió exterminar“, como se afirma en la Ley del Día del Recuerdo de 1996, los sinti, los romaníes, los discapacitados, los prisioneros de guerra soviéticos, los innumerables civiles de Europa del Este, que en los campos de exterminio fueron degradados a “subhumanos”, esclavizados y asesinados.