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viernes, 26 de abril de 2024 23:38h.

Hacia una nueva Edad Media - por Alejandro Floría Cortés

ALEJANDRO FLORÍA CORTÉSEl diccionario de la Real Academia Española define "generación" en una de sus acepciones como el "conjunto de personas que, habiendo nacido en fechas próximas y habiendo recibido educación e influjos culturales y sociales semejantes, adoptan una actitud en cierto modo común en el ámbito del pensamiento o de la creación".

Hacia una nueva Edad Media - por Alejandro Floría Cortés *

El diccionario de la Real Academia Española define "generación" en una de sus acepciones como el "conjunto de personas que, habiendo nacido en fechas próximas y habiendo recibido educación e influjos culturales y sociales semejantes, adoptan una actitud en cierto modo común en el ámbito del pensamiento o de la creación".

Todas las generaciones que coexisten en la actualidad, quizás, incluso, y a pesar de su contexto histórico, aquella que se encuentra en el último tramo de su vida laboral, se han oído en algún momento la pamplina esa de que eran "la generación mejor preparada de la historia".

La aseveración de marras alberga, sin embargo, no pocas aristas:

  • De alguna manera, siempre se supuso que la mencionada "preparación" se refería básicamente al acceso al mercado laboral, lo que resulta tristemente reduccionista al limitar a los individuos a una dimensión productora-consumidora. De hecho, muy raramente se ha relacionado explícitamente con una dimensión social, política o cultural del individuo y, menos aún, del colectivo. Y es que tal cosa hubiera supuesto admitir un gran poder de decisión y de transformación en manos de las personas.

  • Se mantuvo en el tiempo la asociación de que el incremento en la información disponible y la disponibilidad de tecnologías más modernas implicaba una mejor y mayor preparación. Dicha asociación, injustificada y pedagógicamente insostenible, establecía la competición de las generaciones más jóvenes con las más veteranas y la aparente necesidad del reciclaje profesional. Reciclaje, sí, como la basura. También mostraba la globalización como una mera consecuencia de la evolución técnica y tecnológica, cuando era la enésima huida hacia adelante del sistema económico.

  • Un sistema educativo de corte prusiano, como es el español, está orientado por diseño y por convicción a la"especialización". Se había producido, de hecho, una confusión intencionada entre "preparación" y "especialización", quedando oculta, pero latente, la evidente dimensión darwinista del término y, de nuevo, la premeditada limitación de crítica, perspectiva y participación a la que han sido y son sometidos estudiantes y trabajadores.

Si conseguimos liberarnos de la adulteración a la que se viene sometiendo al lenguaje, lo primero que podíamos esperar de “la generación mejor preparada de la historia” no era otra cosa que tuviera la capacidad de desarrollar espacios de encuentro con todas las demás generaciones con el objeto de promover y desarrollar un cambio de paradigma que transformara nuestra sociedad. En definitiva, que dicha preparación fuera “para sí” y para mejorar, no extraída, sino puesta en común y para el común, y que individuos y colectivos fueran, en definitiva, sujetos y no objetos de su propia construcción.

Y sin embargo, el condicionamiento educativo, primero, y el condicionamiento sistémico después, han dotado de un atractivo acomodaticio a las reglas de proporcionalidad, en definitiva, de linealidad, del capitalismo, de las que no han sido capaces de liberarse ni las mal llamadas fuerzas “del cambio” o de “la nueva política”a pesar de haber erigido como bandera, qué ironía, su propia preparación.

Desoyendo la fascinante afirmación de Bretch “cada cosa depende de una infinidad de otras que cambian sin cesar; esta verdad es peligrosa para las dictaduras”, estas fuerzas han incurrido en simplificaciones (“los de arriba y los de abajo”“la casta”“lo nuevo y lo viejo”, desvincular las luchas, negar las clases, intercambiar causas por síntomas) que no han servido más que para autolimitar el potencial de transformación de cualquier iniciativa junto con su aceptación tácita del actual marco político-económico.

Quizás las dos generaciones más preparadas de la historia que se estamparon de salida y de entrada en la actual crisis aún sienten tanta nostalgia por las bondades perdidas y no disfrutadas, como vergüenza por el poder de decisión entregado y la infantil vanidad exhibida. Y en ese dilema paralizante permanecen sorprendentes monstruos como principios políticos mutantes, tipos de interés negativos, una silenciosa y progresiva precarización, revoluciones desde el sofá, encapsulado de información, éticas y valores para consumo, epidemias de pérdidas de memoria a corto plazo, derechos humanos clausurados en directo o una Justicia indigna de confianza como gestora de la ilegalidad.

La evolución que muestra el tratamiento de la información por los medios de masas, el progresivo deterioro de la educación, el desprecio institucional por la cultura, la inoculación en todos los ámbitos de un pensamiento único y el fomento del individualismo y de la competición frente a la demonización de lo colectivo y de la cooperación nos hacen dudar de si, atendiendo a la definición de“generación”, no es este un concepto en vías de extinción, disolución o degeneración, con una consecuencia muy evidente: el estancamiento por el no-cuestionamiento, la improbabilidad por agotamiento de la ruptura y la transformación, una interminable travesía en un desierto socio-político, en definitiva, una nueva Edad Media.

* En La casa dde mi tía por gentileza de Alejandro Floría Cortés