Firmas
Y los medios apagaron la luz – por Asun Delgado
Nadie parece haberse enterado de que pagamos 10.000 millones de euros al año para mantener unas centrales de gas que se arruinarían si no las subvencionáramos económicamente. A nadie parece importarle que estemos alimentando la burbuja del gas, que es una energía mucho más cara que las renovables, ni que la gente normal y corriente sea la que pague el mantenimiento de esos negocios ruinosos. Tampoco les afecta que tengamos la luz más cara de Europa.
En el mexicano LA JORNADA, artículo recomendado por Francisco Morote, de ATTAC Canarias. Orlando Delgado Shelley reflexiona sobre la perpetuación de las consecuencias nefastas de las medidas neoliberales, que han sumido en la miseria a cientos de millones de personas, en tanto que ha puesto en serios problemas económicos a otras tantas. Lo que ocurre, digo yo, Chema Tante, es que esas medidas han tenido mucho éxito en conseguir los objetivos que se planteaban. Porque el propósito eran recuperar para las personas ricas los privilegios que perdieron por una lucha social de dos siglos. La gente rica necesita que haya mucha gente pobre y mucha indigente, porque esa es la manera de poder explotarla. 
“Con decepción hemos leído las 30 medidas de urgencia propuestas por la formación Compromis con respaldo público de líderes de otras fuerzas parlamentarias, para la formación de un Gobierno presidido por el socialista Pedro Sánchez."
De vez en cuando me reencuentro con Francisco Delgado Cabrera, detenido en 1968 en los sucesos de Sardina del Norte y condenado a un año de prisión.
Cuando llegó la crisis, muchas lo pensamos. ”¡Vaya!, por lo menos ahora la sociedad se dará cuenta de que los políticos que nos gobiernan lo están haciendo mal…, y eso obligará a corregir el rumbo…”
El problema radica en que Canarias aprobó un modelo de ordenación y planificación territorial y ambiental por la puerta grande, pero por la de atrás fue acometiendo excepciones y múltiples modificaciones puntuales a ese modelo proteccionista, porque en el fondo nunca estuvo interesada en aplicar ese modelo, aunque tampoco nadie se había atrevido a derogarlo de manera clara y contundente, como sí hace ahora nuestro “estimado” Clavijo. Volvemos a los felices años 20. Volvemos al caos urbanístico, a la construcción en cualquier suelo rústico, al destrozo del paisaje y al desenfreno colectivo de ocupación del territorio, volvemos a plantar urbanizaciones de adosados en medio de cualquier campo y de poner a las cabras al lado de los chalets.