La hora de los peludos - por Paco Déniz
Ven lo que pasa por no hacerles caso a nuestros mayores cuando nos decían que no nos fiáramos de las apariencias de la gente...
Ven lo que pasa por no hacerles caso a nuestros mayores cuando nos decían que no nos fiáramos de las apariencias de la gente...
En esta campaña electoral he oído que hace falta una voz canaria en Madrid, puede ser; pero les aseguro que no es una cuestión de acento, ¡oiga! por descontado que a mí me gusta mucho nuestra cadencia en el hablar, sobre todo cuando estás en el extranjero, más perdido que el barco del arroz, y oyes a un paisano y terminas echándote algo con él, ¿a ustedes no les ha pasado?, a mí sí, y es una experiencia muy étnica.
En nuestro país no tenemos elefantes ni leones que proteger de los furtivos, casi ni hay furtivos. Pero tenemos que protegernos de quienes fomentaron hasta la extenuación la especulación urbanística y el desarrollismo, la fiebre del bloque y del cemento que produjeron una recolonización de las islas tan grande que algunos recursos sensibles, que antes eran degustados por los canarios como delicatesen o eventos ocasionales (un asadero de lapas, un caldero de mejillones en Fuerteventura o unas patas de cabra, que los españoles llaman percebes) han tenido que pasar a mejor vida o comérselos en la clandestinidad del furtivismo ingenuo y pobre.
El concepto de nación española lo ha utilizado siempre la derecha extrema para arrojárselo a la cara a quienes no comparten los términos ultracatólicos, conservadores y autoritarios, es decir; lo que viene a ser una fascistada del carajo que da cuerpo a esta idea de España
Hay personas que viven muy bien aparentando que defienden una causa justa, cuando lo que defienden es su particular forma de vida. El de las víctimas del terrorismo es un tema delicado, pero cuando se falta a la verdad y alguien intenta aprovecharse de ello hay que decirlo clara y abiertamente.
Desde que nos abandonó el anticiclón de Las Azores ya nada es como era.
Al lugar donde mi abuelo plantaba las papas y tenía las uvitas no llegaba cualquiera así como así. Íbamos cargados por ahí p`arriba durante tres cuartos de hora como los del flan Tamatina.
Cuando me disponía a bailar en una verbena en Guará (La Gomera), mi hija, cogida de la mano, me dijo: Papá, esto es igual que La Matilla
A un sector significativo de la población no le gusta encender la televisión canaria, básicamente porque aborrece su programación...