Estos dos textos de Fernando Ricol en HOJAS DE DEBATE, a un tipo insigne, Pep Satué, sirven para muchas reflexiones. Empezando por el compromiso de un hombre que no se mantuvo en el cómodo exilio mexicano, sino que volvió a cumplir con su deber militante y que dio ejemplo de lop que es un comunista, defensor de los derechos. Ahora, que crece el ardor de de descalificar a las y las omunistas, es necesario reivindicar la dignidad del heroísmo de tantas personas que están representadas en Pepe Satué, Y creo que vale también la pena citar aquí la vileza de la oligarquía a la que le ganaron la guerra los nazis y fascistas, pero que se ensañó con quienes dieron una constante lección de moral. Comunismo es libertad, comunismo es dignidad. Los textos de Ricol los recomienda Arturo Borges Álamo
De pibe, como todos, practiqué bastantes deportes. Tal vez demasiados para poder destacar seriamente en alguno, pero nunca fútbol. Había una razón para lo del fútbol. En realidad, dos razones. La primera y fundamental: Era muy malo jugando y en los equipos de barrio o escuela me querían poder de portero….si aportaba el balón. Si no, ni eso. La segunda fue el encuentro decisivo entre la Unión Deportiva Tenerife en el campo Hespérides en que el C.D.Tenerife se alzó con una decisiva victoria con 13 jugadores, los doce de rigor y el árbitro. Acababa de cumplir yo 13 años y fui al partido con mi padre y dos jugadores del Real Hespérides, Florencio y Melquiades Alvarez, que años más tarde me diera clase de matemáticas en el Instituto –que todavía se llamaba “de Canarias”- y, aún más tarde, fue compañero mío tanto en ese Instituto como en la directiva del Colegio de Doctores y Licenciados en una conflictiva época de la agónica dictadura. Fue la última vez que pisé un estadio para ver un partido de fútbol.
A la mucha gente que nos conmueve la injusticia que abruma al pueblo saharui, nos invadió un ácido sentimiento de satisfacción, con la noticia de que el juez Ruz mantiene su digna línea de actuaciones, con el empapelamiento de once ejecutores del genocidio que Marruecos ha perpetrado contra una gente indefensa. Ácida satisfacción, porque se incomoda a una parte de los criminales, pero los crímenes se siguen cometiendo.