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sábado, 18 de mayo de 2024 10:53h.

Izquierda Unida Canaria denuncia las maniobras insularistas de Bravo de Laguna por la Ley de Renovación Turística

La organización considera la recualificación y renovación turística como imprescindible y urgente

Izquierda Unida Canaria denuncia las maniobras insularistas de Bravo de Laguna por la Ley de Renovación Turística

La organización considera la recualificación y renovación turística como imprescindible y urgente

Izquierda Unida Canaria (IUC) denuncia la ofensiva insularista de José Miguel Bravo de Laguna, con el inestimable apoyo de Nueva Canaria, por querer enarbolar por enésima vez en la historia de Canarias la bandera del insularismo, pretendiendo levantar en armas a la isla de Gran Canaria con la excusa demagógica de que la isla ha sido de nuevo expoliada por los tinerfeños. Esto sucede tras la reciente aprobación de La Ley de Renovación Turística, aprobada por mayoría del Parlamento canario, mantiene en parte, solo en parte, la moratoria turística y no permite construir nuevos hoteles con categorías inferiores a 5 estrellas. En realidad sí lo permite, pero siempre que las nuevas plazas estén vinculadas a un proceso de rehabilitación de un establecimiento anterior.

Lo que no dice José Miguel Bravo de Laguna, y lo que no dice Román Rodríguez, es que Gran Canaria tiene actualmente la planta alojativa más antigua y de peor calidad del Archipiélago; que predominan los apartamentos obsoletos frente a los hoteles de categorías altas. Que es la isla más necesitada de renovación para que el sector vuelva a ser competitivo. Y que si en las demás islas la recualificación turística es conveniente, en Gran Canaria es imprescindible y urgente. Y no sólo en los establecimientos alojativos, sino también en los centros comerciales y de ocio, cuya situación es lastimosa.

La batalla en contra de la Ley de Renovación Turística no es sólo la batalla por los hoteles de 4 estrellas. Es el último hachazo a la moratoria, a las Directrices de Ordenación (que Román Rodríguez lideró en otra época) y al mínimo control del suelo turístico por unos políticos que escriben al dictado de mafias del ladrillo, que no quieren ni regulación ni cortapisas a sus designios de construir, construir y construir, sin importarles que exista sobreoferta, que la existente esté más que amortizada y que la única opción razonable que le queda a Gran Canaria, después de tantas décadas de estúpida depredación del litoral, es resituarnos en términos de calidad, de renovar, de recalificar la planta actual sin consumir más territorio.