¿Leyes de ladrillo o leyes de turismo? -Míchel Jorge Millares
Cada loco, con su tema. Por una parte, los orates del desarrollismo a todo pasto, los psicóticos ignorantes que no saben hacer dinero más que construyendo, empeñados en seguir desbaratando lo poco que queda de las islas. Por el otro lado, los locos apasionados por Canarias, como Michel Jorge Millares y tantos más, que nos desgañitamos diciendo que así no. Que así vamos directamente al desastre. Vean otro atinado texto de Míchel en su ISLAS BIENAVENTURADAS
¿Qué camino queda, ante tanta estupidez suicida, dominada por la codicia, que detenta el poder? No queda otro que gritar, una y otra vez que el monocultivo económico -ahora el turismo- es nefasto pero que, mientras conseguimos diversificar la actividad, por lo menos tenemos que rentabilizar el negocio que tenemos ahora, el turismo. Y argumentar, como argumentamos, que las medidas que necesita el turismo no son de ladrillo, sino estratégicas.
Y no dejará de recordar que si, como nos dice Míchel, "Los turistas que han venido estos últimos tres años se van con la sensación de que ya conocían el destino", eso ocurre porque no hay ninguna voluntad de diferecniar el destino. Canarias, en lo turístico, ha mimetizado los más anodinos de la competencia. El horizonte de nuestras estaciones turísticas es idéntico al que pueda encontrarse en Benidorm, en la Costa Brava, o -versión cutre- en Miami o Civitavecchia. De manera que el turista termina por pregunatrse por qué pitos tiene que meterse tres horas en un avión y pagar el billete -con o sin tasas- para llegar a un sitio igual que lo que tiene al alcance de la mano. Me parece obvio.