Mis recuerdos de aquel 28 de octubre de 1982 - por Antonio Aguado, coherente veterano militante socialista *

Estando acompañada de una extensa y dilatada militancia, la fecha del 28 de octubre de 1982 significó mucho en nuestras vidas. Al principio no había prebendas ni intereses personales y más bien, todo era compromisos y sacrificios, tratando de llevar a efecto nuestros principios y convicciones para lograr una sociedad con más libertad y justicia social. Era tanta la identificación que teníamos con aquel PSOE, que lo anteponíamos en muchas ocasiones a nuestras propias familias. 

La primera ocasión que esto me ocurrió fue en septiembre de 1975, cuando teniendo previsto un viaje a Galicia de donde era mi esposa, para acompañarla junto con mi hija de cuatro años, tuvieron que viajar sin mi, debido a que habíamos recibido en Londres, donde residía, una circular de la Ejecutiva de UGT, en la que nos informaba de la visita como invitado al congreso de las Trade Unións (sindicatos ingleses), de Nicolás Redondo y era cuestión de que, alguien de nosotros le acompañara como traductor. No lo dudé y expuse a mis compañeros que podría ser yo. Sin informarles de mi viaje accedieron a que fuera el acompañante requerido.  

Sentí no haber efectuado el referido viaje, pero tuve la recompensa por la experiencia que acumulé acompañando al admirado y entrañable Nicolás Redondo y viendo el gran recibimiento que tuvo la UGT, cuando se inició el congreso. Junto con la delegación de Sudáfrica que sufría el apartheid, fue la que mayor ovación con los delegados en pie recibió. Se celebró en la ciudad costera de Brighton. Nicolás Redondo era muy demandado por los anfitriones para compartir mesa con ellos. Pero el prefería quedarse en la habitación esperando noticias de España. Su lugar lo ocupaba Manuel Simón que era el secretario de Relaciones Internacionales, buen compañero al que no conocía, pero con quien empecé a compartir una gran amistad. Para mi, fueron dos días inolvidables.

Ya en la primavera de 1976, recibimos otra circular en éste caso conjunta del PSOE y la UGT, que nos solicitaba a quienes podíamos regresar a nuestro país, que lo hiciéramos pues aquí, era muy importante nuestra militancia para organizar ambas formaciones. El primero en regresar fue el malogrado y entrañable compañero Manuel Bonmati y poco después lo hicimos Carmen Rodríguez, hija de Máximo Rodríguez que estaba exiliado en Toulose y siendo diputado en la primera legislatura, por ser el de más edad, le tocó presidir la sesión inaugural del Congreso.

No dudamos en tomar esa decisión después de estar residiendo en Londres durante varios años. La llamada tanto del PSOE y de la UGT nuestras respectivas organizaciones era para nosotros lo primero. Nuestra llegada tampoco estuvo exenta de sacrificios, en mi caso el más relevante se produjo en marzo de 1977, cuando la Ejecutiva Federal del PSOE, solicitó que algún miembro de su homologa Insular de Gran Canaria, pasara a liberarse para trabajar exclusivamente para el Partido. Yo pertenecía a esta ejecutiva, no lo dudé y acepté cuando mis compañeros me lo solicitaron. Llevaba tres meses trabajando en una empresa como comercial y entre el sueldo y comisiones, cobraba una media de 60.000 pesetas mensuales y pase a cobrar 40.000 pesetas.

Eran sacrificios naturales que teníamos en aquel entonces. Por supuesto, no tenía horario laboral y es que, dedicábamos todo el día y la mayoría de las veces parte de la noche y sin descanso los fines de semana en los que solíamos organizar los actos en los pueblos y barrios y es que, estábamos partiendo de cero y teníamos que implantar el partido y el sindicato en el conjunto de la isla de Gran Canaria, compuesta de 21 municipios. Así y todo, fue un trabajo apasionante y dejó en mi una gran e inolvidable huella. 

Con ese panorama, afrontamos las elecciones del 28 de octubre de 1982. En medio habíamos desarrollado una intensa y aleccionadora militancia que, al igual que en el resto del país dieron sus frutos. Mucho más en las referidas elecciones, que fueron precedidas por el fascista golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. El haberlo vivido dentro del hemiciclo del Congreso como invitado, me supuso ver la realidad de aquella España que por involución, pudo haber vuelto al indeseable pasado. Me preocupó y mucho que, a mi salida a las 10,20 de la noche, fuera del Congreso no había nadie reivindicando la libertad y la democracia y si, miles de fascistas vociferando sus consignas. Los madrileños con mucho miedo y pánico se refugiaron en sus respectivos domicilios.  

La victoria del PSOE en las mencionadas elecciones, fue apoteósica en participación como nunca del 79,97% de electores y con resultado de 10.127.392 votos, el 48,11 % y obtención de 202 diputados. Igual que  en todas partes en Gran Canaria, realizamos una magnifica campaña electoral. Como en ocasiones anteriores, estuve de coordinador y responsable de los actos electorales. En el ambiente se notaba la sintonía de la ciudadanía con el PSOE, hasta el extremo de que, muchas personas no votaban de forma secreta y les satisfacía enseñar su voto del Partido Socialista.

El mitin final de campaña celebrado en el Estadio Insular, fue impresionante con lleno absoluto. Estando en lo que nosotros le llamábamos “cuartel general”, junto con el coordinador general el malogrado y entrañable Domingo González Chaparro, recibimos una llamada y era del comisario de policía, que nos informó de que Felipe González venia a Canarias con trato preferente, por ser una más que probable alternativa a la Presidencia del Gobierno y máxime, siendo la época de los atentados frecuentes de Eta. Me dijo que a mi disposición y para colaborar estaría un inspector.

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Fue así y la tarde del mencionado mitin, lo estaba organizando con los muchos militantes que colaboraban, cuando un compañero me anunció que el referido inspector preguntaba por mi. Le dije que lo acompañara y trajera donde estaba para atenderle. Su entrada la hizo desde la zona opuesta donde me encontraba y a medida que se iba acercando a mi nos íbamos reconociendo y es que, de las tres veces que estuve  detenido en comisaria, dos fue él quien me había interrogado y enviado a los calabozos. Me di cuenta de que estaba pasando por una situación desagradable y levantándome me dirigí a él y le estreche la mano. Eso “rompió el hielo” y me lo agradeció. Le informé como tenia preparado el servicio de orden y manifestó que le parecía muy bien.

Las palabras nostalgia y añoranza están muy denostadas. No las siento relacionándolas con tiempos peores, pero si cuando estos fueron mejores, como nos ocurría en aquel entonces. En la noche de las elecciones, Chaparro recibió una llamada de Alfonso Guerra que, empezando por el territorio mas alejado como Canarias, adelantándose al Gobierno daba los resultados electorales y estos fueron tal y como nos lo facilitó.

 

Teníamos preparado unas botellas de cava, para celebrarlo con el comité de campaña y habíamos reservado una sala, para los compañeros veteranos republicanos. Fui a darles los resultados electorales y, nos fundimos en un entrañable y emotivo abrazo, no en vano, todos habían sufrido la represión con prisión o el exilio y más que nadie eran ellos, recordando el pasado quienes deseaban y se merecían la victoria. 

Por supuesto que siento nostalgia y añoranza de aquel PSOE, en el que, primaba el respeto lealtad y buen compañerismo. Pero de un tiempo a esta parte, el Partido Socialista empezó a “tirar por la borda” principios y convicciones, llegando al estado actual muy irreconocible. Una de mis mayores decepciones, ha sido comprobar que incluso muchos de los veteranos socialistas, empezaron a participar del festín de los cargos y así, como políticos profesionales vivir de la política. Lo podía esperar de tantos arribistas y oportunistas que, llegaron al socaire del poder pero no de ellos.

Fue por eso, que para ejercer mi militancia me refugié en Izquierda Socialista, única corriente de opinión reconocida en el PSOE y de la que, fui cofundador en 1980 y su coordinador en Gran Canaria hasta enero de 1989, cuando igualmente decepcionado la abandoné y es que, quienes estaban al frente de la misma, crearon sus propios “aparatos” copiando el modelo oficialista, para indignamente, recoger las “migajas” que éstos les dejaban. Ya en 1991 participé como cofundador de la Fundación Juan Negrín y fui, durante 23 años hasta el 2014 su secretario. 

En consecuencia, he optado por ejercer mi militancia como socialista, libre de toda atadura que me pudiera condicionar. De un tiempo a esta parte, empezando en la época de Felipe González, los dirigentes han usurpado las siglas PSOE haciéndolas suyas propias. Si fueran coherentes con sus pensamientos y la política que en gran medida practican, deberían crear un partido político a su imagen y semejanza y dejar las siglas que, se han mantenido inalterables desde la creación del Partido Socialista el 2 de mayo de 1879 por Pablo Iglesias Posse y que, tanto ha significado para reivindicar y lograr mejoras para la clase trabajadora.

Fue una época muy difícil para el PSOE, por el alto índice de analfabetismo y la reaccionaria influencia que la Iglesia y los oligarcas imponían a las personas humildes y trabajadores. Eso condicionaba mucho la sintonía de éstos con los socialistas de ese entonces. Pero así y todo, Pablo Iglesias y el conjunto del Partido Socialista no se rindieron y mucho menos hicieron dejación de sus principios y convicciones. Aunque les costó acceder al Parlamento 31 años, cuando en 1910 ocupó el propio Pablo Iglesias el único escaño obtenido por el PSOE. Gracias a eso y por seguir dando ejemplos desde la coherencia, cada vez más se fueron granjeando la confianza y el apoyo de la clase trabajadora. 

Lamentablemente en la actualidad, se está dando lo mismo pero en sentido inverso, hasta el punto de comprobar como zonas humildes y deprimidas de todo el país, se refugia en el lenguaje populista de la derecha extrema del Partido Popular y la extrema derecha de Vox, dándoles a estos en gran medida su respaldo y apoyo. Es frustrante y deprimente que esto ocurra y peor aún, sentir desde la militancia impotencia por no poderlo corregir. Todo lo tienen más que atado.              

* En La casa de mi tía por gentileza de Antonio Aguado Suárez