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jueves, 18 de abril de 2024 10:09h.

...seguirás aquí. Maldiciendo la injusticia en mi voz - Sara Bonmatí a Manuel Bonmatí

 

frase bonmatí

...seguirás aquí. Maldiciendo la injusticia en mi voz - Sara Bonmatí a Manuel Bonmatí *

SARA BONMATÍNací con tu alma. Frágil e inquebrantable. Tan sensible como severa. Crecí entre largas ausencias sin saber cómo podías guardar tanto coraje en una maleta y lo cierto es que tardé varios años en entenderte, en entender que luchar por dignificar la vida es la mejor forma de defenderla.

Y ahora que te has ido se cerraron de golpe las puertas de mi escuela.

El lugar donde aprendí a buscar la felicidad más allá de los mapas, a decir te quiero de mil formas diferentes y a vivir sencillamente ensanchando el alma. El lugar donde aprendí que la humildad exige gravedad, que no se debe confundir el piolet con la verdad y que es el puño izquierdo el que se levanta cuando suena La Internacional. Me enseñaste con tu suerte de alquimista cómo convertir la pasión en aire para así respirar y que los problemas sólo desde la mirada firme se pueden enfrentar. Me enseñaste a ser tormenta; a caer, levantarme y aguantar un asalto más. Y a moverme para escuchar las cadenas.

Me diste todo. Un hogar seguro, la felicidad imbatible de la infancia, un suelo lleno de caramelos los 5 de enero; una carrera universitaria, la Historia, la fuerza del ejemplo y el poder de la palabra. Me diste el orgullo de clase, la poesía y un alma inconquistable; mil causas en las que creer y también –muy a tu pesar– tus miedos y fantasmas, la autocrítica voraz y el implacable sentido de la responsabilidad.

Me diste el “no olvides lo esencial: de dónde vienes, quién eres, hasta dónde eres capaz de soñar”. Me diste la bandera republicana de la abuela y, del abuelo, la sal del mar; me has dado a mi hermano David y una forma única de luchar y amar.

Padre, eras todo principios sin finales.

Niño de la posguerra criado en una corrala de Sevilla donde había tanta penuria como amor y sacrificio, forjaste tu pensamiento entre libros prohibidos e ideas perseguidas. Con la desobediencia debida luchaste en la clandestinidad contra la larga noche franquista para después ofrecer ayuda y solidaridad a otros pueblos y países porque para ti no existía dictadura, opresión ni miseria ajena. Nunca te tembló la voz para denunciar las injusticias allá donde se produjeran. Tú sólo respondías ante la dignidad humana, nunca atendiste a fronteras.

Con tu sensata radicalidad desatabas huracanes, dibujabas utopías, prendías la llama de pequeñas revoluciones. Concebías el compromiso social como un deber ineludible y la militancia como una suma poderosa de voluntades. Con tu inconformismo negabas la fatalidad de aquello que parece imposible de lograr y con tu tenacidad demostrabas la actitud de quien no está dispuesto a claudicar. Para ti el socialismo era una filosofía, una forma de entender la vida; y el sindicalismo la declaración más insumisa y agitadora de declararle la revancha a la opresión del mundo. Aliado de las mil batallas y compañero incansable de quién estuviera dispuesto a entregarse sin reservas, contribuiste de manera decisiva en la integración y reorganización sindical internacional, especialmente en Europa y en tu querida América Latina.

Eras indiscutiblemente un líder de reflexión, un ideólogo de la acción. Eras un sindicalista inteligente, contestatario y conscientemente ideológico. Un anticapitalista convencido, un socialista clásico, un modesto discípulo obrerista, un apasionado humanista. Eras y serás por siempre un orgulloso histórico ugetista.

BONMATÍ, SÁNCHEZ AGUADO

Es por todo ello que en el arriate de tu ausencia han crecido palabras de cariño provenientes de todos los puntos del mundo, en idiomas diferentes, pero con el mismo corazón. Hermosas palabras que honran tu memoria y llenan de orgullo y calor tu ausencia. Con tu muerte, dejas muchos amigos y amigas del alma y más hermanos y hermanas de los que se pueden contar. Dejas un generoso legado que tú mismo no te reconocerías y que despacharías con la humildad de un buen camarero. Alejado del egoísmo, la notoriedad y el adanismo, siempre decías que cuando te fueras de este mundo lo único que esperabas que dijeran de ti es que habías sido una buena persona. Y vaya si lo has conseguido…

Te vas para formar parte de la historia del movimiento obrero y lo cierto es que no se me ocurre un mejor sitio para albergar tu espíritu justo y combativo. Tú que te has ido en silencio después de convertir la vida en un grito.

Y aunque no pude estar contigo en los últimos momentos, ni pude decirte una última vez que te amaba, bien sabes que eras y que eres todo para mí.

Mi sangre, mi patio andaluz, mi estrella polar. Mi referente, mi bulería, mi compás. Mi guardián de la esperanza, mi resistencia, mi “No pasarán”; y de las causas nobles –que nunca perdidas–, mi capitán. A veces jilguero, a veces ruiseñor, pero siempre honesto trovador. Mi sístole, mi orilla, mi pulmón. Mi amor en rama. Mi campana de la Giralda. Mi puente de Triana.

Pero seguirás aquí. Maldiciendo la injusticia en mi voz, luchando por el mundo a través de mis manos. Tu determinación marcará mis convicciones y tu luz alumbrará mis pasos. Tu honestidad será la tinta de mi pluma, tu valentía inspirará mis sueños y tu sonrisa eterna curará mi alma herida. Seguirás aquí, en mi pecho, siempre a la izquierda; y será tu voz por siempre el timbre de mi conciencia.

Y aunque estos días no atiendo a razones y la vida ha perdido de repente el sentido, repasaré todas tus lecciones, todos los besos aprendidos. Escribiré más y, como querías, resguardaré tu biblioteca del frío. Desafiaré al mundo en tu nombre y honraré tu apellido.

Lo haré. Te lo prometo. Aún sabiendo que vivir sin ti es lo más difícil que voy a hacer.

Te amo todo, papá.

Tu hija, tu morena pequeña

Sara Bonmati García

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Sara Bnmatí y la colaboración de Antonio Aguado

MANUEL BONMATÍ ESQUELA

 

MANCHETA 21