Y texto número nueve: De nuevo, es tercer sábado de mes - por Alba Piñol Farré
Y texto número nueve: De nuevo, es tercer sábado de mes - por Alba Piñol Farré
De nuevo, es tercer sábado de mes y nos vemos con nuestros amigos. Esta vez no dormimos en su casa. Mañana por la mañana vamos a visitar a mi cuñada Loli que acaba de dar a luz esta semana. Fui a verla a la clínica sola y mañana vamos a su casa con toda la familia. Me llevo bien con ella.
Como participación a la cena de hoy he preparado una tortilla de alcachofas naturales. Mis amigos la adoran.
Ya en el coche Max cuenta un chiste sobre una jirafa y un frigorífico del que no hemos entendido nada, pero tanto Julián como yo lo hemos celebrado con una gran risotada de corazón. Es la primera vez que habla de un chiste. No ha sido gracioso, ha trastabillado, no hemos entendido ni una palabra, pero es nuestro hijo, ha sido bonito y, ambos, nos hemos mirado con afecto y complicidad.
De inmediato, como arrepentido de su flaqueza, se ha puesto serio y ha comenzado con los latigazos.
─¿Cómo se te ocurre preparar una tortilla de alcachofas?¡serás inútil!
─Son naturales y a todos les gusta mucho como las preparo.
─Pareces tonta ¿Qué te van a decir? ¿Que está mala?
─Creo que pueden decir la verdad ─añado con un hilo de voz. Y yo que por una vez iba tranquila…
─Eres una imbécil…
He desconectado. Con las manos cruzadas en el regazo tan fuertemente apretadas que me hacen daño, los nudillos blancos y dolorosos, muy dolorosos, como si hubiera derrumbado una pared a golpes. Las lágrimas acuden a mis ojos sin poder retenerlas. Pone la radio, ajeno, como siempre, a lo que ocurre a su alrededor.
─No sé por qué sigo contigo ─escucho.
De pronto, de forma instintiva, sin pensar, respondo como un resorte.
─No tenemos por qué seguir juntos ─me oigo decir.
─ ¿Cómo? Repite ─. Está tan sorprendido de lo sentido que se salta la salida de la autopista que conduce a casa de Rosa─. ¡Ves lo que hago por tu culpa! ─dice enfadado. Es demasiado tarde volver hacia atrás.
─Sí. Lo has oído bien ─. Me ha salido con una voz tranquila que hacía tiempo no usaba con él─. Si me consideras tan inútil, imbécil, tonta y todas estas lindezas que me repites una y mil veces a diario, sin hablar de otras cosas…, ¿quieres decirme por qué sigues a mi lado?
─¿Estás hablando de divorcio?
Siento como Julia da un salto al oír la palabra.
─No he pronunciado esta palabra. Eres tú quien habla de divorcio.
─Si, pero es lo que has insinuado.
─No. En ningún momento. Pero deseo hacerte una pregunta. Puedes decirme por qué cambió nuestra relación. ¿Cuándo ocurrió? ¿En qué momento decidiste que podías dejar de respetarme? ¿No fue eso lo que nos juramos nunca perder?: el respeto. ¿Has pensado donde está el límite de mi dignidad?
He mirado de reojo a Julia y sus lágrimas bajaban por sus mejillas. Max, seguía cantando quedamente, puede que huyendo de la situación.
Un frio silencio se ha instalado en el interior del coche. Al saltarnos la salida correcta de la autopista hemos tenido que dar un rodeo de más de treinta kilómetros. Julián con la mirada fija en la carretera no ha añadido ninguna palabra más.
Me ha invadido una serenidad que hacía tiempo no sentía. Me he preguntado la razón por la que he aguantado tanto tiempo desprecios y palizas. No sé qué va a pasar a partir de ahora, en todo caso mi vida no será la misma y puede que empeore. He llegado al punto de desear un cambio radical con Julián o de lo contrario cogeré a los niños y desapareceré.
A la llegada, salgo con rapidez del coche y abro la puerta de Julia antes de que baje. Le envuelvo la cara con las manos y le doy un beso en cada ojo y mirándola fijamente le digo que la vida va a ir a mejor.
Max baja del coche como una flecha y le veo jugando con los hijos de mis amigos.
Entregas anteriores de la serie:
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Alba Piñol
