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viernes, 29 de marzo de 2024 00:00h.

El genuflexo Clavijo confirma su credo neoliberal - por Chema Tante

El genuflexo Clavijo, presidente de su gobierno e ínclito economista neoliberal, es una resplandeciente excepción a la clasificación que hacía Galbraith: "Hay dos clases de economistas: los que no tenemos ni idea y los que no saben ni eso". En efecto, el genuflexo Clavijo sí que tiene una idea. El problema es que se trata de una muy mala idea. Su idea, imperturbable, es mantener su genuflexa sumisión a los poderes económicos, a los que tanto quiere; y a los que tanto debe. Su cargo, sin ir más lejos.

El genuflexo Clavijo confirma su credo neoliberal - por Chema Tante

El genuflexo Clavijo, presidente de su gobierno e ínclito economista neoliberal, es una resplandeciente excepción a la clasificación que hacía Galbraith: "Hay dos clases de economistas: los que no tenemos ni idea y los que no saben ni eso". En efecto, el genuflexo Clavijo sí que tiene una idea. El problema es que se trata de una muy mala idea. Su idea, imperturbable, es mantener su genuflexa sumisión a los poderes económicos, a los que tanto quiere; y a los que tanto debe. Su cargo, sin ir más lejos.

Porque el genuflexo Clavijo, en cambio, sí que encaja como un guante en una de las categorías en que José Luis Sampedro clasificaba a la gente de este oficio: la de quienes trabajan para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.

La de por sí funesta mala idea del genuflexo Clavijo se potencia además, para desgracia de Canarias, con la estupidez estructural reinante entre quienes dirigen las empresas nuestras islas. Una clase empresarial incapaz de aprovechar las estupendas condiciones que disfrutan en estos tiempos en Canarias. Una insalla simplona que ignora que las soberanías alimentaria y energética son palancas imprescindibles para la riqueza; y que la preservación del territorio y la calidad del medio ambiente, además de ser necesarias para la vida humana, son atributos favorables del destino turístico canario. Una banda toleta que solamente sabe hacer negocios de la misma burda manera en que lo han hecho las generaciones de oligarcas que les han precedido. Aplicando unas doctrinas de monocultivo, con estrategias viciosas que solamente son rentables para las empresas, pero niegan toda posibilidad de redistribución equitativa de la riqueza.

Por eso, porque las personas empresarias y políticas no saben sino hacer lo mismo que han hecho hasta ahora: no rentabilizar el negocio turístico con estrategias de mercado eficaces, sino perpetuar el binomio nefasto de la contrucción y la ocupación de suelo, mientras el territorio aguante, al genuflexo Clavijo no le queda otra salida que la de liberar completamente la sepultura de las islas bajo una losa de cemento. Por eso habla de nuevas leyes del suelo. para "simplificar los trámites urbanísticos". Porque esta plaga zafia solamente sabe vivir de la construcción del chiringuito, no de la explotación inteligente del negocio.

El genuflexo Clavijo, lejos de una actitud sincera, administra el cinismo más rampante. Hasta ahora, a los tipejos de las tres fuerzas que han gobernado Canarias, CcPpPsoE, les quedaba un atisbo de vergüenza. Y, aunque incumplían en toda la línea, las directrices de ordenación que, entre otras cosas, intentaron armonizar y contener la oferta alojativa turística, al menos disimulaban.

El genuflexo Clavijo no disimula, aunque mantiene la mentira. Este sujeto es capaz de dejar las manos libres al capital salvaje para que construya cuánto y dónde quiera, pero, al mismo tiempo, de seguir hablando de "preservar territorio y medioambiente" y de que "no se va a consumir más suelo". Decir eso en el mismo momento en que la acción ciudadana se ve obligada a levantarse de nuevo para oponerse a la construcción de otro engendro hotelero en La Tejita. se puede agregar a la ya larga lista de exabruptos embusteros de este neoliberal confeso que se inclina servilmente, ante la realeza; pero, codiciosamente, ante la gente rica.

El genuflexo Clavijo, que bobo no es, hace como si no se hubiera enterado de que los mercados sin control, la acción empresarial sin trabas legales, desemboca sin remedio en la catástrofe. No hay más que mirar a lo que está pasando, acá y en todo el mundo.