El maquillaje de la morgue. Paulino, ya cadáver, insiste con la reforma fiscal que no ha hecho en treinta años
El empeño de Paulino en estos estertores de su agonía política revelan la infinita maldad del personaje. Al final de su vida política, el hombre se presenta como un conservacionista (con lo del petróleo, que no con el gas) y como un convencido de la equidad fiscal. Aparece, como si nadie supiera que es muerto andante, comportándose otra vez como un candidato, prometiendo cosas que él tanto como ustedes y como yo sabemos que no puede ni quiere hacer. Ni se hará. como ya ha dejado claro el que quiere ser su sucesor, Clavijo.
Eso de que "quienes tienen más, paguen más; y quienes tienen menos, paguen menos" es, claro que sí, una tesis magnífica. Pero lo es tanto ahora, como lo ha sido siempre. Por eso no se eplixca nadie que Paulino, que parece que sabe lo que es correcto, haya tardado más de treinta años en ponerlo en práctica. O, más bien, decir que lo va a poner en práctica. Es que, Paulino, cínico mayúsculo, se ha pasado treinta y pico años en una gestión política que ha esquilmado a la gente pobre y exonerado de cargas fiscales a la gente rica.
Ahora, Paulino deja buena prueba de que su gestión política totalmente favorable a los ricos, no ha sido producto de la ignorancia, sino, directamente, de la perversidad. Él ha sabido siempre que lo que hacía no era en verdad lo justo y necesario, sino que respondía a su cercanía y sumisión a los poderes económicos. por eso ahora intenta reconvertir su imagen.
Lo que está haciendo Paulino es colorete para el muerto, maquillar su cadáver político. Y, como todo maquillaje, resulta grotescamente patético. Y churretoso.