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viernes, 19 de abril de 2024 17:14h.

Sobre potajes, libertades y decisiones psocialistas - por Chema Tante

Este sábado 14 tuvo lugar en Tenerife una Asamblea que eligió la delegación al Congreso Federal del PSOE de febrero próximo. El domingo 15 La casa de mi tía recibió y publicó (y permanece en portada) un escrito firmado por "Socialistas de Santa Cruz", remitido desde un buzón de correo de idéntica denominación. Esta publicación mereció un comentario de un amigo acusándome de, como mucho, de prestarme a fungir como pinche de pretendidos potajes o, como poco, de aceptar ser sorprendido en mi buena fe. Como todo esto ha dado lugar a un encendido cruce de comentarios, creo que debo aclarar la situación. 

Creo que el escrito en cuestión, contra lo que dice el primer comentario, acierta en prácticamente todo. Con tres salvedades perversas. La primera y principal, que condeno con todas mis fuerzas, es que incluye como referencia el nombre de un connotado y prestigioso militante psocialista, que me ha dado personal seguridad de desconocer, tanto tal inclusión de su nombre como el mismo texto de la nota. La segunda, que el texto pretende jugar con los tiempos, citando nombres de personas que estuvieron juntas en tiempos, pero no lo están ahora, por la sencilla razón de que algunas de ellas han abandonado el partido. Y tercera, que se da por sentado el hecho de que el nombramiento de la lista elegida implica un respaldo de determinadas personas, cuando la realidad es que lo que se produjo fue un rechazo a las decisiones que destituyeron a esas personas, lo cual parece igual, pero no es exactamente lo mismo. Ese rechazo a decisiones fue explícito y respaldado después por la propia Carme Chacón que se ha referido, cito de memoria, a que no pueden repetirse decisiones arbitarias que perjudican a personas decentes. Y no se excusó por la manera de señalar.

Y terminaré diciendo, para que no quede duda, que La casa de mi tía publica y publicará todo lo que se le envíe, venga de donde venga, sin más límite que lo que pueda constituir delito. Porque en La casa de mi tía el derecho a la opinión (que incluye el de equivocarse) sigue y seguirá siendo libre, prístino e ilimitado. Por supuesto.