El proyecto de puerto en Fonsalía, en el sur de Tenerife, a muy poca distancia del otro puerto construido y no utilizado en Granadilla, es un claro exponente de las miserias que infectan la política canaria. La evidencia de los informes  técnicos y el más mínimo sentido de la lógica demuestran que ese puerto, ni es necesario, ni servirá para nada y, lo más grave, es absolutamente lesivo para el territorio y el medio ambiente. Sin embargo, la voracidad de la oligarquía empresarial y la potencia de sus presiones obliga al Gobierno de Canarias a insistir en su intención de construir esa nueva barbaridad. No importan, para ello, ni siquiera las contradicciones que en el propio gobierno existen sobre este dichoso asunto de Fonsalía. En el gobierno canario hay gente que duda sobre la conveniencia del proyecto, como prueban estas declaraciones de José Antonio Valbuena, socialista, Consejero de Transición Ecológica a Norberto Chijeb en DIARIO DE AVISOS, y gente que se opone frontalmente al proyecto, como puso de manifiesto Manolo Marrero -de Sí Podemos Canarias, socio del PsoE en el ejecutivo- recientemente, en el Parlamento de Canarias.   Y yo, Chema Tante, aporto esta otra prueba de las reales intenciones de la oligarquía empresarial respecto a este puerto. Las propuestas del Foro Agustín de Betancourt para aprovechar el puerto de Granadilla, ya que está construido y perpetrado el daño ambiental irreparable, han sido absolutamente despreciadas. Porque a esta oligarquía empresarial canaria, lo único que le interesa es que se construyan obras públicas, para lucrarse, aunque luego no sirvan para nada.