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La decisión de Bermúdez de destinar en los presupuestos de 2016 la ridícula cantidad de 50.000 euros para controlar a Emmasa, Cetensa y TITSA, significa que persiste el deseo de hacer la vista gorda a los continuos desmanes que estas empresas gestoras de servicios públicos esenciales están cometiendo en nuestra capital. Es una absoluta falta de respeto, una auténtica tomadura de pelo al contribuyente, incluir está exigua partida económica para atender las competencias municipales en materia de control y vigilancia que debe ejercerse sobre estas empresas gestoras de servicios públicos tan esenciales como abastecimiento de agua, transporte público de guaguas y cementerios. A la vez que se conocía esta decisión, expresiva de la sumisión que siempre ha tenido el primer edil con estas grandes empresas, se anunciaba, paradójicamente, unas jornadas para sentirse orgullosos de ser chicharrero, justamente lo que siempre le ha faltado al alcalde para enfrentarse a estas corporaciones privadas.