Carta desde Alemania. El mejor transporte, la bici - por Guido Herrmann, visionario solar
Hola, hoy acabo de realizar otro experimento práctico.
Hola, hoy acabo de realizar otro experimento práctico.
Hola. Creo que es muy importante de revelar que el cambio climático se puede resolver
Existe en Alemania y Hollanda una otra cultura a las bicis. No cómo en Gran Canaria dónde van a repostar su coche a la gasolinera de Repsol y luego van a la manifestación en contra de las prospecciones canarias (diciendome que no podría decir a la gente que no deberían usar tanto el coche sino la bici). Pués señores - yo uso la bici - las bicis - pero no el coche - pero me pareció que prácticamente nadie usa los carriles bicis que existen ya en el Sureste de Canarias. No me cuadra muy bien. No cuadra.
Hola, hoy miré al reloj cuando me he ido, cómo cada día al trabajo cómo mecánico de bicis en la tienda en la ciudad.
El otro día estaba en Gran Canaria de vacaciones. Dí una charla de renovables en un colegio - realicé cerca de 800 kilómetros en bici en 3 semanas y me sorprendió que apenas había gente usando bicis.
Aunque la historia de Canarias, desde la “Rebelión de los Gomeros” o el “Menceyato de Ichasagua”, está llena de motines y alzamientos, las raíces del nacionalismo moderno y del propio Secundino hay que arrancarlas de la Revolución Francesa y una de sus consecuencias en Canarias: el nacimiento de la prensa escrita...
En un país desmemoriado a la fuerza, como nuestra colonizada tierra, saber desde niños quienes y que somos es una rara suerte que, generalmente, es fruto de muy concretas circunstancias. Yo aprendí el significado de ser “canario de nación” gracias a una abuela que había parido hijos en Cuba y en Canarias y perdido al marido en esa diáspora y cuya vida transcurría en permanente espera de algún regreso, pendiente tanto de las cartas de los hijos transmarinos y de las visitas a los que una feroz dictadura les hizo conocer los “salones de Fyyfes”, los campos de concentración del Llano de Los Rodeos y de Gando y los trabajos forzados en las carreteras de las cumbres tinerfeñas hasta bien entrados los años 50, como de las cortas estancias en su propia tierra del que estaba embarcado y que, cuando llegaba de Venezuela, junto a los pequeños bolívares de plata, traía palabras tan sonoras como “Independencia”...