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sábado, 27 de abril de 2024 07:05h.

LA GESTIÓN DE LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA NO PUEDE LIMITARSE A LA DEFENSA FRENTE AL FUEGO

Manifiesto de profesionales de la conservación para afrontar el problema de los incendios forestales - ACBC

 

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Manifiesto de profesionales de la conservación para afrontar el problema de los incendios forestales - ACBC

LA GESTIÓN DE LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA NO PUEDE LIMITARSE A LA DEFENSA FRENTE AL FUEGO

 

 

La Asociación para la Conservación de la Biodiversidad Canaria (ACBC) aboga por encontrar soluciones que sean integrales a la hora de afrontar el apremiante problema de los incendios forestales en Canarias. Esta asociación desaprueba la aplicación de soluciones parciales que, no ponderando suficientemente la fragilidad de los ecosistemas insulares canarios, basan su estrategia principal en fragmentar y deteriorar aún más nuestro patrimonio natural. Tampoco podemos poner el foco exclusivamente en el problema de los incendios; también hay que ponerlo en la conservación de nuestra biodiversidad. Todo está relacionado. La conservación de la naturaleza, así como su inaplazable restauración, supone nuestra supervivencia en estas islas, no solo porque dependamos de ella sino porque juega un papel determinante tanto en la defensa contra el fuego como en paliar sus efectos.

Convivir con el fuego es inevitable ya que tarde o temprano el fuego se va a producir. Tenemos que estar preparados en todos los ámbitos profesionales y de gestión para aportar soluciones. Pero tales soluciones no son únicas y no hay recetas universales: ni todo vale ni todo puede ser aplicado en todos los sitios. Tampoco debemos sacrificar nuestro ya mermado patrimonio natural. Cada zona, cada espacio, cada isla tiene sus particularidades y limitaciones. Debemos rebuscar en las oportunidades que se nos presentan, actuando siempre con equilibrio: defendiendo a las personas al mismo tiempo que a la naturaleza.

El actual régimen de incendios en Canarias es altamente destructivo para una naturaleza, ya muy deteriorada, que viene soportando múltiples agresiones (herbívoros invasores, sobreexplotación, extinción de especies, cambio climático….). Es por eso por lo que los ecosistemas insulares manifiestan síntomas de encontrarse al límite de sus posibilidades. Así pues, se genera una superposición de problemas cuyo efecto conjunto es muy superior a la suma de cada uno de los efectos individuales.

 

Propuestas para afrontar la lucha contra los incendios forestales y la restauración de nuestra naturaleza

 

1- La práctica totalidad de los incendios son producidos intencionada o accidentalmente por el ser humano. Debemos prevenir y evitar los incendios, hay que trabajar con las personas. Una parte importante de la sociedad canaria todavía desconoce el problema del fuego y sus riesgos, nuestra naturaleza, su biodiversidad única en el mundo y las amenazas que la acechan. Es necesario mejorar la formación de la población canaria a todos los niveles, para conseguir que la conservación del medio natural y del medio rural sea asumida por todos, ya que solo así podremos resolver sus problemas, incluido el del fuego. 

 

2- Debemos disponer de sistemas eficientes de vigilancia, con personal suficiente y bien formado que vigile, informe y haga cumplir la normativa de forma eficaz. Pero también, cuando se producen episodios de calor extremo, precisamos de una normativa aún más restrictiva acorde a la peligrosidad de las condiciones climáticas. Así mismo, la penalización de los delitos ambientales debe ser ajustada al daño que producen. De esta manera podremos protegernos como sociedad de los incendiarios que prenden fuego a nuestros montes. La biodiversidad no es la responsable de los incendios. Al contrario, es su víctima.

 

3- Desarrollar programas que permitan actualizar la formación del personal que cuida nuestra naturaleza y garantizar su continuidad. Es fundamental evitar la precariedad laboral tanto del personal de extinción de incendios como del dedicado a la conservación, lo cual afecta a todos los niveles y ámbitos de la administración de la conservación de los espacios protegidos. Alertamos del desmantelamiento de las plantillas de trabajadores de la administración ambiental y forestal: sin capital humano suficiente es imposible que la administración desarrolle las funciones que le corresponden.

4- Desarrollar políticas efectivas de ordenación que limiten la ocupación urbana caótica que se está produciendo en la interfaz urbano-rural-forestal. Esta situación está obligando a concentrar los medios de extinción de incendios en las viviendas en detrimento de la defensa del territorio natural, donde el fuego se propaga sin encontrar oposición mientras se extiende a otras zonas habitadas.

 

5- Aplicar de forma efectiva las medidas particulares de defensa contra incendios en el entorno de las viviendas de las áreas rurales, haciendo obligatorio su cuidado y mantenimiento.

 

6- Promover políticas que favorezcan el mantenimiento de la actividad agrícola y ganadera en las zonas rurales ya existentes, para así evitar su abandono, ya que es en estos parajes abandonados donde se inician la mayor parte de los incendios. El territorio agrícola bien gestionado contribuye de forma eficaz a evitar la propagación desde las áreas rurales hacia el medio natural. El abandono de las áreas rurales no está relacionado ni con la conservación ni con la existencia de espacios naturales protegidos; es anterior en el tiempo y debe resolverse con políticas sectoriales ligadas a los mercados, el comercio y la importación-exportación de productos y las formas de producción. Estos problemas no se pueden resolver si no hay un cambio en el modelo económico y social actual; y es necesario plantearlo en el debate público. Mientras las condiciones de vida de la gente que usa el territorio rural sean las actuales, poco se puede hacer para el mantenimiento de los espacios rurales.

 

7- Impulsar el funcionamiento efectivo de la red de espacios naturales protegidos de Canarias, tanto en su vertiente de conservación y restauración del medio como en la ayuda al desarrollo de las poblaciones locales, dotando a los programas de continuidad en el tiempo. Así mismo, se deben impulsar actuaciones ambientales más efectivas que conlleven la restauración de los ecosistemas canarios incluidos en espacios protegidos, ya que actualmente se encuentran en su mayor parte vaciados de biodiversidad endémica, entre otros problemas. Esto incluye programas de gestión activa que posibiliten que las especies puedan alcanzar sus máximas posibilidades y permitan además la maduración de los ecosistemas, de manera que podamos tener bosques más resilientes al fuego y a los efectos del cambio climático.

 

8- La laurisilva madura bien conservada, además de ser el ecosistema más complejo y diverso de Canarias, presenta unas condiciones que aminoran o frenan la propagación de los incendios. Es importante, por tanto, potenciar la recuperación de toda aquella superficie de laurisilva que haya sido arrebatada a su área potencial para plantaciones de pinos endémicos y exóticos, así como de otras especies arbóreas foráneas. Igualmente deberá acelerarse la evolución de las nuevas masas de monteverde surgidas por colonización espontánea, que en la actualidad son altamente inflamables, tanto mediante repoblaciones de enriquecimiento para mejorar su diversidad como mejorando su resistencia al fuego mediante resalveos y podas. Esto permitirá, con el tiempo, no solo la recuperación de las escasas y degradadas manifestaciones de laurisilva en muchas zonas de Canarias, sino crear una barrera natural de defensa contra el fuego en la interfaz urbano-rural-forestal a medida que se gestionen estos nuevos bosques para acelerar su madurez.

9- Además de las medidas de defensa ya mencionadas, también deben desarrollarse en las masas forestales medidas de gestión que reduzcan la carga de combustibles finos en sitios estratégicos. Estas medidas deben contemplar un sistema jerárquico de actuaciones en áreas estratégicas (sitios topográficamente adecuados para parar el fuego, límites exteriores de los espacios protegidos y vías de comunicación). Las medidas a tomar en estas zonas deben ser evaluadas en cada caso concreto, garantizando su eficacia y que sean compatibles con la conservación de la biodiversidad.

Queremos resaltar que, frente a las propuestas que ahora se escuchan de volver a explotar nuestros espacios protegidos con las mismas fórmulas del pasado que han producido su retroceso y degradación, se debe potenciar, en cambio, una gestión conservacionista activa. Se dice que nuestros campos y montes acumulan combustible. El problema no está en la acumulación de combustibles sin más. De hecho, muchas de las formaciones forestales que tenemos adolecen de tener escasa biomasa como es el caso de las formaciones jóvenes de laurisilva o de pinar, y no digamos de nuestros bosques termoesclerófilos. El combustible fino (pastos secos, matorrales de especies inflamables de jaras y codesos) es el que propaga los incendios. Sin embargo, el hecho de que haya mayor biomasa en un ecosistema es positivo, entre otros motivos porque almacena CO2 y los árboles grandes son más difíciles de quemar en copa (desde donde el fuego se expande más rápido). Nuestros montes deben tener más biomasa y madurez y una estructura no tan cerrada, evitando la alta continuidad horizontal y vertical de los combustibles, para que ralenticen el paso del fuego. Los ecosistemas maduros ya hacen esto por sí solos, por lo que los combustibles que hay que descargar son aquellos que están en ecosistemas inmaduros, los cuales deben manejarse, incluyendo el aclareo, para acelerar la sucesión y que maduren a la mayor velocidad posible. Mantener los bosques eternamente jóvenes solo prolonga el problema en el tiempo. Tenemos que desarrollar políticas de restauración adecuadas. Esto no solo es un problema de lucha contra incendios. Es un problema mayor, que debe centrarse en la restauración de los ecosistemas canarios y en la recuperación de la flora endémica ausente en los sotobosques de nuestras masas forestales.

Canarias, 3 de septiembre de 2023

Pinos Tágara (1)
Pinos madre del pinar de Tágara muertos tras el incendio de 2012 Foto: Antonio Zamorano Benavides
ACBC


 

mancheta junio 23