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jueves, 02 de mayo de 2024 08:08h.

Entrevista en la nube con Counterculture and Literature Magazine

 

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Entrevista en la nube con Counterculture and Literature Magazine
 
COUNTERCULTURE AND LITERATURE MAGAZINE 

Fue de manera inesperada que a nuestra reportera Sarah Athenbaum le llegase la noticia de la publicación de Un año a toda pastilla, y enseguida se dispuso a localizar a su autor, para traer sus opiniones a nuestra revista. Aquí les dejamos el resultado (Derek Walcon, Director y Editor de CLM)

 

La entrevista semanal de Sarah Athenbaum

@Sarah Athenbaum

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Mi amiga Lucía Latam se tropezó por casualidad con el relato Un año a toda pastilla en un viaje que hizo a unas pequeñas islas perdidas en el océano Atlántico en el noroeste de África. Las islas pertenecen a España y al parecer reciben millones de turistas de las islas británicas y de otras partes de Europa. La verdad que a mí no me sonaban de nada, pero cuando Lucía me contó su viaje me vino a la memoria, que sí, que había oído algo acerca de esas islas cuando cursaba los estudios en la secundaria. Colón había repostado en alguna de ellas antes de su primer viaje a América. Haciendo memoria recordé que la imagen que me había hecho de esas islas es que eran un puerto, y quizá un aeropuerto. Nunca más tuve noticias de ellas.

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Lucía me puso sobre el lugar a su vuelta del viaje. Mi amiga es bióloga marina y dedica su tiempo a la investigación de los mares del mundo. Eso le ha permitido conocer las zonas más remotas y perdidas, las más bellas, las más pobladas y cualquier recóndito lugar que esté rodeado de mar. Como ella es de ascendencia hispana no le costó nada comunicarse con los nativos de aquellas islas, y conocer en profundidad sus opiniones acerca de varios temas. Lo que más le llamó la atención de entrada, según se subió al taxi que la recogió del aeropuerto, fue un inmenso atasco de vehículos que permanecían buena parte del tiempo parados, tanto en dirección subida como de bajada de la autovía. La isla tiene forma de montaña. Era una imagen que no se esperaba cuando en el avión pensaba sobre lo que se encontraría a su llegada.

El instituto de oceanografía al que se dirigía se encontraba a diez kilómetros de distancia. Lo que en un vehículo puede cobrar 10 o 15 minutos en condiciones normales, se cobró ahí 40 minutos. Lucía me contó que el tráfico en esa isla de Tenerife es un infierno, y que no entiende cómo en un lugar tan pequeño, en torno a dos mil kilómetros cuadrados, puede haber centenares de miles de coches que colapsan la movilidad por la isla como si estuviésemos en el centro de Manhattan.

La segunda imagen que se trajo Lucía de esa isla es que sus mares están completamente saturados de bacterias fecales. Me dijo que desde las primeras conversaciones que mantuvo con los investigadores del IOC, fue informada del mal estado de las aguas marinas. A las aguas fecales se le añade el problema de la pérdida de la biodiversidad marina y la destrucción de sus fondos. Lucía piensa que esa zona se encuentra encaminada hacia la destrucción absoluta de su biodiversidad, y que, si no se toman medidas drásticas de control de población, de paralización de las construcciones en los litorales, y de regeneración de todo lo destruido, en no mucho tiempo será ya irreversible el avance del desierto submarino, y la imposibilidad de continuar con la explotación turística del lugar. Lo más asombroso, me dijo, es que no entiende como los turistas y los nativos se siguen bañando en esos mares tan degradados, invadidos de bacterias peligrosas.

Por otra parte, conoció a mucha gente interesante, y opina que el lugar tiene un gran potencial cultural. Me sorprendió ese comentario, porque desde la arrogancia de vivir en New York una no espera que haya nada muy interesante fuera de aquí o de ciudades similares a esta. Así que, tras soltarme todo ese rollo, mientras nos tomábamos nuestro Aperol Spritz en el italiano de La Mafia del Greenwich Village, me dio el libro que justifica esta entrevista.

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Me fui a mi casa y leí Un año a toda pastilla y entonces supe que tenía que entrevistar a su autor. Como es profesor en la universidad de la isla, resultó fácil localizarlo por medio de la web de la Universidad de La Laguna. El autor había escrito una buena cantidad de libros y artículos, pero todos de investigación académica, y este resultaba ser su primera incursión en el mundo de la literatura.

Le escribí un correo electrónico al suyo corporativo y, efectivamente, usa su correo corporativo, cosa que no suele hacer mucha gente, que prefieren un correo privado, así que me contestó con celeridad. Pudimos concertar una entrevista online para la semana siguiente, y es la que les muestro en estas páginas.

 

S.A.: Buenos días, le agradezco mucho su atención, y que haya aceptado que mantengamos esta entrevista para mi revista. Como ve, nuestro nombre es ya toda una declaración de principios. Desde 1964 esta revista está ocupándose de la creación de cultura contrahegemónica. Y nuestro interés en este asunto es, por tanto, de larga data. Si he de serle sincera los fenómenos contraculturales siempre los pensé en el contexto de la cultura norteamericana, y por extensión en Alemania, Francia, Gran Bretaña y algunos otros lugares influenciados por nosotros, pero no en lugares minúsculos y remotos en medio de los océanos. En su obra se nota una influencia muy marcada en cuanto al ritmo y la velocidad, podría decirse que del Kerouac de On the Road ¿Es así?

D.G.: En primer lugar, quiero agradecer el interés que tú y tu revista han mostrado en entrevistarme. Para míCounterculture and Literatute Magazine son un referente de primer nivel desde que comencé a tener interés por el mundo de la escritura y, sobre todo, por el de las prácticas culturales contrahegemónicas. En segundo lugar, es normal que te sorprenda que, en un sitio de fuera de los circuitos hegemónicos, pueda surgir un discurso contracultural que interpela y deconstruye el pensamiento del centro emisor de cultura. Pero has de entender que la universalidad de la cultura capitalista, al menos, en eso que se llama el mundo occidental, no deja sitio a la independencia y, por tanto, todo lugar está sometido por su mirada del mundo. La degradación cultural y material en las periferias produce, necesariamente, pensamiento contracultural como vía de escape. Te sorprendería ver la ascendencia que tiene entre nosotros la música y la cultura reggae, de la que se toma su estética y maría, y también la defensa inconstante, difusa, podemos decir, del apego y el cuidado de la naturaleza. Creo que Tenerife es el único lugar de España que tiene un diputado nacional rastafari. El reggaefue aquí una de las manifestaciones de la contracultura en los años setenta del siglo XX. En tercer lugar, me agrada que reconozcas en mi trabajo la influencia de Kerouac. Cuando comencé a escribir Un año… no tenía la idea de hacer algo que estuviera influenciado por Kerouac, pero a medida que iba escribiendo, dejando fluir las palabras, enseguida detecté que estaba poseído por su espíritu. Para mí esa novela marcó un momento de descubrimiento de la contracultura. Fue a finales de los años setenta cuando me la leí por primera vez. Y debo reconocer que con ella inicié mi interés por esa generación, que luego la literatura académica denominó Beat. Años más tarde, cuando impartía una asignatura en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que se llamaba Historia de los Movimientos Sociales y Contraculturales del siglo XX, la incorporé al plan de estudio. He de decir que con gran éxito, porque se produjo un fenómeno que no acontecía en Canarias desde las postrimerías de la transición democrática, consistente en que a la clase asistían alumnos de multitud de otras licenciaturas, y muchos sin matricularse. Iban por el entusiasmo que sentían por la temática. Y te estoy hablando de los años 90´. Así que sí, el influjo contracultural llegó por estas tierras también, casi diez años más tarde, pero finalmente llegó.

S.A.: En tu relato aparece mezclado lo delirante y psicotrópico con lo reivindicativo y lo político. He de reconocer que esa mezcla temática no aparece tan claramente en otros literatos contraculturales que conozco. Ellos se centrar sobro todo, diría que únicamente, en la crítica cultural, y su aparición por el terreno de la política es poco menos que invisible. Suelen estar ocupados todo el tiempo con las performances artísticas o visitando al psicoanalista. Transmiten un desinterés absoluto por la política. ¿A qué crees que se debe eso en tu caso? ¿Crees que los contraculturales deberían también arriesgarse en lo político?

D.G.: No soy partidario de dar consejos a nadie, y mucho menos a autores consagrados que venden miles de ejemplares de sus obras. Cada uno debe hacer lo que le resulte más acorde con sus puntos de vista. Aquí, yo no podía dejar de escribir sobre la situación política de manera directa. Estábamos en un régimen fascista. Era el único fascismo que quedaba en Europa. Una cosa totalmente anómala, con sus dirigentes anómalos. Psicópatas de la vieja escuela con sus bigotitos recortados, misa semanal, alcoholismo crónico, y ese discurso rancio y simple sobre la patria y su grandeza. No obstante, debo disentir de tu apreciación, con relación a los clásicos de los contraculturales, algunos eran extremadamente políticos, me viene a la memoria Ginsberg.

En cualquier caso, aquí había que estar con la política, porque queríamos lo que ustedes ya tenían, que era la democracia. Para ustedes la democracia estaba devaluada, pero para nosotros era la esperanza para salir de la edad media. España es un país que a poco que no lo empujes hacia delante enseguida se enroca en el concilio de Trento. Una iglesia terrible, unos militares tragicómicos, unas clases empresariales acomodadas a disfrutar bajo el paraguas del estado. Toda esta gente no supo adaptarse a los avances culturales. Partidarios de la mano dura, la usaban para todo. Para castigar los pelos largos, los besos en la calle, las parejas libres, el rock, el jazz el reggae, y todas esas cosas que consideraban la parte degenerada de la sociedad. Todas estas estéticas eran muy políticas a finales de los setenta en España. Nosotros en estas islas periféricas tuvimos la suerte, en parte, de vernos influenciados por la apertura que nos llegaba del caribe, de los países europeos y de Estados Unidos. Por el mar nos entró todo. El surf, Marley, el rock, la salsa, las pulseras y los collares. Unido a eso descubrimos una nueva forma de mirar a nuestros aborígenes, y comenzamos a saber de ellos, a usar sus cuentas, a sentirnos parte de ellos, a incorporarlos a un relato antisistémico. Los setenta fueron un renacimiento cultural que trajo potencial liberador, gracias a un hibridismo que mezclaba todo. Lo psicodélico con lo político creo que es una buena manera de resumirlo.

S.A.: Nosotras solemos contemplar el mundo desde una mirada centrada en los problemas de EE.UU. y de su sociedad ¿crees que desde ahí la mirada puede dejar de ser etnocéntrica? ¿O, tal vez, no podemos evitar el etnocentrismo? Quiero saber si para ti el lugar importa o no.

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D.G: El lugar importa, no lo dudes. Para empezar, el lugar desde el que miras incorpora todo tu aprendizaje de una cultura popular, que no está excesivamente contaminada de las influencias dominantes de la cultura del centro. Las culturas populares se han constituido durante centenares de años y, en ese sentido, te pueden aportar una mirada propia. Por otra parte, la cultura de los lugares periféricos como el mío desde que llegó la TV, el cine y ahora internet se ha visto completamente influenciada por el pensamiento hegemónico. Claro que nosotros miramos al mundo desde un lugar concreto. Sólo Borges podía mirar al mundo desde múltiples puntos de vista simultáneos. Pero Borges es uno solo y, además, ya murió. Y sus puntos de vista simultáneos, sin embargo, no sirvieron para que viese que el fascismo se estaba asentando en Argentina en 1976 de la mano de los militares, mientras veía el peligro del desorden y la inseguridad entre los grupos armados de los montoneros. Perdona esta deriva fuera del tono de tu pregunta. El lugar importa. Y el lugar también importa porque desde ahí se difunde la cultura. Si yo escribo en tu ciudad y edito ahí tengo muchas posibilidades de que mi mensaje desborde los primeros círculos de los amigos. Que alcance lugares que ni siquiera sospecho. Si editas desde una periferia la cantidad de obstáculos que tienes que salvar para que tu historia se lea es, en algunos casos, una pesada loza infranqueable. Por otro lado, cuando escribes en ciertos lugares, debes tener claro que lo haces sólo por el placer de hacerlo. Escribes para compartir con tus amistades esa ocurrencia loca que tuviste, y reírte con ellos. Reírte de ti mismo. Te diría que es preciso incorporar esa práctica del zen, que nos trajo la contracultura californiana de los sesenta. Confucius reloaded. Porque, efectivamente, esa parte nos llegó con Ponche de ácido lisérgicoLas Enseñanzas de Don Juan, el redescubrimiento de Siddhartha, además de con Marcuse y Fromm. Con todo aquello que llegó y luego se transformó en new age,y que después de eso ya no supimos leer de qué se trataba. Pero te diría que muchos que aspiraron su efluvio hace treinta o cuarenta años han caído en el delirio. Anticientíficos, votantes de extrema derecha, propagadores de fake news. Descontentos, pero sin saber hacia donde orientar su malestar.

Y después llegaron los más jóvenes, cuando ya todo estaba revuelto. Y piensan que el mundo se inventó el día que tomaron conciencia del mundo. Y militan, o lo que sea que hacen ahora, y denuncian cosas que hay que denunciar, en nuestro caso las aguas putrefactas de nuestro mar, pero enseguida que se les tuerce algo se rinden, les duele la cabeza, se sienten agobiados porque no pudieron cambiar el rumbo de los acontecimientos. Y se retiran para proteger su salud mental, sea lo que sea que signifique eso. Y muchos descubren que la salvación está en el rastafari. Entonces encienden canutos de maría y van a dos manifestaciones, y se dan cuenta de que hay un nuevo mesías. Algunos llevan camisas con la efigie de Haile Selassie. Quieren salvar las plantas submarinas, las tortugas, los delfines y ballenas. Hablo de una mezcla de nihilismo con activismo de propulsión instantánea, pero de poco recorrido.

Creo que me perdí y dejé de contestar a tu pregunta, pero por alguna razón tenía que decirte eso. Si quieres no lo transcribas y no lo pongas en la entrevista.

S.A.: No, no pienso quitarlo, entiendo lo que me estás diciendo, y espero que mis lectores también lo puedan entender. Creo que lo que cuentas está muy integrado en cierta parte de la contracultura norteamericana, se me viene a la memoria aquella escena en El gran Lebwosky, en la que El Notadespués de fornicar con Maude, la hija del otro Lebwosky, le dice que él estuvo en Port Huron.

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D.G.: Ah sí, sí, lo recuerdo perfectamente, él le dijo que había estado en la firma de la primera declaración de Port Huron, un documento que daba forma a la democracia radical, elaborado por el Sindicato de Estudiantes. Pero El Nota subrayó que había estado en la redacción del primer borrador, y que “el comprometido segundo borrador” ya no le gustó. Desde entonces su vida transcurrió entre canutos de maría y partidas a los bolos. Efectivamente, creo que has captado a la perfección mi contestación, algo fuera de tono de la pregunta anterior. Los Coen son unos grandes cronistas del cambio ocurrido entre los tiempos de la utopía y los del capitalismo desaforado que nos trajo Reagan.

S. A.: Para terminar, ¿crees que tienes un brillante futuro como escritor contracultural o abandonarás ese territorio para circular por espacios más convencionales?

D.G.: Sinceramente, no lo sé. Cuando escribí Un año… me senté delante del teclado y todo fluyó. Tenía que sacarlo. Era también una terapia que me ayudaba a explicar mi paso a la madurez. Creo que me siento cómodo en el estilo de ese relato, pero también puedo adoptar otros estilos y ritmos, o al menos eso quiero pensar. Escribir esa historia me hizo pensar sobre una generación que fue pionera, y que nos trajo una verdadera ruptura con la cultura dominante nacional-católica imperante en aquel entonces. Desde luego fueron más lejos y más radicales que los que comandaron la transición desde la política. Ya nadie se ve hoy en un país sin derecho al aborto, al divorcio, a un sistema de salud y educativo público y universal, a experimentar la vida como le dé la real gana. Todo eso lo trajo la contracultura de aquella gente rara y loca de finales de los setenta que reflejo en mi relato.

S.A.: Muchas gracias, y prometo seguirte de cerca de aquí en adelante. No dejaré de leerte si vuelves a las andadas y me das una nueva excusa para volverte a entrevistar.

La siguiente semana te traeremos la opinión de unos aguerridos y divertidos situacionistas berlineses, que hacen de sus performances episodios de lucha contra el ascenso de la extrema derecha en Alemania…

 

Esta entrevista es pura invención y nunca tuvo lugar. La Counterculture and Literatura Magazine no existe, y Sarah Athenbaum es tan real como el mismo Moíses.

HISTORIAS IMAGINADAS DE CANARIAS

"UN AÑO A TODA PASTILLA" es uno de los relatos que componen "HISTORIAS IMAGINADAS DE CANARIAS " 

*  Gracias a Domigo Garí y a INSULARIO

http://domingogari.blogspot.com/2023/06/blog-post.html?m=1

 

 

mancheta junio 23