Un 545 Aniversario de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y el desamor de los políticos - por Erasmo Quintana *

Se dice, no sin razón, que el movimiento se demuestra andando. Esta máxima aplicada a nuestra capital es elocuentísima. Ya lo hemos dicho y repetido hasta la saciedad que nos resulta (el pasotismo y la flema de los responsables políticos) insoportablemente indignante al comprobar que  no aman a su Isla. Que los de Tenerife sí aman la suya, y mucho, porque años después de los dieciseis en que anda nuestro proyecto de solicitud, elaborado por el historiador Alfredo Herrera Piqué, presentado y recepcionado con todas las bendiciones al más alto nivel cultural del Gobierno de la nación, allí en Tenerife se pusieron a tirar del mismo carro logrando con relativa facilidad que la ciudad de Los Adelantados, La Laguna, fuera reconocida por la UNESCO Patrimonio Mundial Cultural.

Así que, amigos míos, todos canarios pero diferentes como se ha podido comprobar. Allí apartaron a un lado los intereses de partido, y todos a una como en Fuenteovejuna, lucharon juntos haciendo una apretada piña hasta conseguirlo. Aquí, en la Isla redonda, no; y eso que tanto llenarse la boca con su Gran Canaria querida, cuando han pasado casi veinte años y los políticos poniendo palos en las ruedas para que no prospere la declaración de Vegueta-Triana Patrimonio Cultural de la Humanidad, aspiración que abriga un importante núcleo poblacional y todos los ayuntamientos, Cabildo y Gobierno Autónomo, al que se añaden las firmas de importantes organismos culturales, colegios profesionales, fundaciones y asociaciones de todo tipo. Es un clamor el que hay en los ciudadanos ante la expectativa de que se haga realidad este reconocimiento por la UNESCO, menos, sorpresivamente, en la clase política, que no está ni se la espera. Dan la impresión de que la cosa no va con ellos.

Una displicencia que sonroja, y cabe preguntarse: ¿Para qué se presentan  a cargo público, si luego hacen dejación de responsabilidad? Vergüenza ajena es la que provocan. No tuvimos oportunidad de oír a uno de los galardonados, José Miguel Pérez, que se encargó de hablar en representación de todos los distinguidos por el Día de Canarias,  circunstancia que me libera de algún no deseado olvido. Creo que no mencionó a la Plataforma Ciudadana que retomó la candidatura de esta Ciudad al reconocimiento por la UNESCO. Natural: están acostumbrados a no ver más allá de sus narices. Sin menoscabo del legítimo derecho que le asiste a la ciudad hermana, San Cristóbal de La Laguna para su logrado reconocimiento por la UNESCO, Gran Canaria, en lo que al merecimiento se refiere, no le va a la zaga.

Ya en 1483, acabada la Conquista, Juan Rejón y el obispo Frías levantan a orillas del barranco Guiniguada un asentamiento militar, que será el origen de lo que se convertiría en villa, con trazado según la tradición de las ciudades Mediterráneas del momento. Esto convirtió a la actual Las Palmas de Gran Canaria en la primera ciudad castellana allende el proceloso océano Atlántico. Su privilegiada situación la convirtió en el asentamiento principal de la ruta del descubrimiento del Nuevo Mundo, lo que le supondrá, junto a La Gomera, el apelativo de “Isla Colombina”. Vendrán los Fueros y Privilegios desde la Corona de Castilla, cuando en 1500 da comienzo la emblemática plaza de Santa Ana, modelo que se implantó en las nuevas ciudades hispanoamericanas, con sus edificios civiles, militares y religiosos más importantes en su derredor: Casa del Cabildo, Capitanía de Canarias, la Audiencia, la Catedral y el Obispado.

Su principal importancia lo vemos en la temprana implantación de la temida Inquisición, que otorgó a la capital grancanaria la jurisdicción inquisidora de todo el Archipiélago, pues desde aquí partían todos los inquisidores al resto de las islas para indagar culpas y ejecutar sentencias. La ciudad se fue conformando según el crecimiento de la misma, y ya en el siglo XVII, debido a su carácter orográfico, los riscos comenzaron a habitarse por trabajadores venidos de distintos puntos de la Isla.

De lo que antecede se colige que Gran Canaria fue la primera ciudad castellana en el Atlántico y que formó parte destacada de la Ruta Colombina (de cuatro viajes que hizo Colón a Las Indias, tres de ellos estuvo en Gran Canaria, cobrando mayor relevancia el primero). Todo esto es lo que hace al Casco histórico Vegueta-Triana merecedor al reconocimiento por la UNESCO, en grado mayor, por su valor inmaterial como Patrimonio Mundial Cultural.

¡Qué gran patrimonio atesora nuestra capital!, pues a pesar de la incuria y desprecio a su bello trazado urbano, con reliquias de edificios cargados de historia, algunos fueron pasto del derrumbe para en su lugar construir mamotretos que nada tienen que ver con el conjunto. Un completo despropósito. Sin embargo, todavía quedan grandes edificaciones que muestran el modo de vida de nuestros antepasados, por lo que hay que conservar y proteger, cueste lo que cueste; y porque es, en definitiva, testimonio vivo de la historia de Las Palmas de Gran Canaria. Mientras, nuestros políticos, a lo suyo, que no es mimar y conservar la joya que tenemos de Ciudad. Hoy, el Casco Histórico Vegueta-Triana en su conjunto corre peligro: no está protegido. La muestra la tenemos en ese Palacete de San Bernardo que fue sede de la presidencia del Gobierno de Canarias, el cual piensan derribar para levantar allí un adefesio colmatado de viviendas a mayor gloria de la especulación. Y a mi, que me gusta analizar los problemas al trasluz de un tapiz, me pregunto: ¿a quién puede perjudicar que tan deseado y hermoso sueño se haga realidad para toda Gran Canaria?

La desprotección del palacete de San Bernardo permite el derribo del edificio - Teresa García Santana LA PROVINCIA

* Gracias a Erasmo Quintana