El asedio a París del furioso dragón transportista, ahora también en España

Erasmo Quintana *

Negros nubarrones se ciernen en nuestro entorno político y económico con  los tractores que se han puesto en huelga, herramienta necesaria para los productores de frutas y hortalizas, así como los camiones transportistas, tan imprescindibles en la cadena de distribución por toda la geografía europea. Los camioneros franceses han colapsado las principales vías de comunicación o acceso a la capital de Francia, desafiando así al presidente Enmanuel Macron, al que culpabilizan de su nefasta situación. La última noticia es que de momento han levantado la huelga, tras las promesas de Macron pero insisten en que continuarán con las protestassi el Gobierno francés no satisface sus reivindicaciones.

Ante el conflicto, los más perjudicados están siendo los camioneros españoles, porque éstos sufren las consecuencias de las protestas de manera directa; los huelguistas franceses la aprovechan para ensañarse -como es costumbre- volcando nuestros camiones, incendiarlos y derramar por completo miles de litros de vino en el asfalto de sus carreteras, dando la impresión de que a quien va destinada la lucha es contra nuestro país. El vandalismo de los agricultores y camioneros franceses responde a esa enconada y violenta enemistad histórica franco-española. Si nos remontamos a la Historia, Francia siempre fue enemiga declarada del país transpirenaico, que es España.

Cuando único aflojó fue en el repartimiento del imperio en el que nunca se ponía el sol, a la muerte -sin descendencia- del último de los Austria, Carlos II el Hechizado. El cambio de dinastía fue propiciada por el Borbón Luis XIV, de Francia, el Rey Sol, que puso como rey de España a su nieto Felipe V, inaugurando la implantación de la dinastía de los Borbones, al que le advirtió: “Vas a ser Monarca en el país vecino, pero no olvides nunca que eres francés”, además de que este nieto suyo conservaba todos sus derechos a la Corona francesa. Viene Carlos III, el mejor monarca Borbón con diferencia, y aparece la Ilustración y el Despotismo Ilustrado con su hijo Carlos IV. Monarquía Católica. Con la Revolución Francesa, arrojaron a la Monarquía, guillotinaron al Rey y a María Antonieta, Francia se convirtió en República y a España le dejaron la Corona, y el país galo llegaría a convertirse en una nación de las más prósperas, mientras España se sumía en el mayor de los oscurantismos, y país en el que predominaba el analfabetismo, la carestía y la hambruna. 

Carlos IV pide ayuda a Napoleón porque su hijo Fernando VII le disputaba la Corona. Napoleón invade con sus tropas España y el Rey Borbón prácticamente la deja en sus manos, nombrando al hermano José Bonaparte como Rey. Tuvo que ser el pueblo (2 de mayo y Agustina de Aragón) quien se encargará de restablecer el honor mancillado y perdido. Fernando VII, en el exilio, prometió acatar la Primera Constitución de 1812, convertido en “El deseado”, y cuando tomó posesión del Trono, dijo: “Aquí soy yo el que manda”. De nuevo un Borbón. Es proverbial, por tanto, el afecto y cariño que nos tienen los vecinos franceses desde tiempos inmemoriales. Por lo que, teniendo en cuenta lo dicho, no extraña el trato que los salvajes tractoristas dan a nuestros camiones, que tienen por necesidad que atravesar todo Francia para llevar nuestros productos hortofrutícolas, productos de la huerta española, a los países de la UE, en definitiva.

Los camioneros españoles sufren las consecuencias de una huelga que no es suya; por tanto, no es lícito que tengan que soportar la agresividad, como una prueba de cinismo refinado, de los camioneros franceses. Su huelga está montada en contra del presidente Macron y su Gobierno, que durará hasta que responda a sus reivindicaciones. Los transportistas cifran en doce mil millones de euros el impacto de las protestas. En el orden crematístico, parece que, dependiendo del tipo de póliza, los seguros responderán de la indemnización que supone la huelga, además de que la mayoría de los seguros de transportistas y las empresas cubren parcialmente los vehículos y sus contenidos o mercancías perecederas.

El conflicto se ha contagiado al mismo sector español, por lo que ya han anunciado la huelga; los agricultores españoles también preparan mivilizaciones. Asaja, COAC, UPA, reclaman cambios en la regulación regional y soluciones ante la escalada de los precios, uniéndose así también los agricultores españoles a la ola de protestas. La sequía agrava aún más el problema del sector agrícola. Las principales organizaciones agrarias, de continuar el bloqueo, es previsible un aumento de la violencia. Las tierras en barbecho tienen hoy la rentabilidad cada vez más baja; los almacenes están al límite de su capacidad, y los productos perecederos se han convertido en el mayor drama de la huelga, pues a todos los efectos es como si se arrojaran al asfalto, como sucede en Francia.

* Gracias a Erasmo Quintana