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lunes, 29 de abril de 2024 00:48h.

El desmantelamiento de los derechos sociales, otra violencia hacia las mujeres - por Koldobi Velasco


Koldobi Velasco es una más de las tantas mujeres y los tantos hombres que en Canarias unen el suyo al tremendo esfuerzo que por todo el mundo mucha gente hace para oponerse a la injusticia y a la crueldad social. Precisamente que esta cantidad y calidad de voluntades no haya logrado todavía rechazar a la opresión, es una buena prueba de la potencia del enemigo que hay enfrente. Pero, con luchadoras como Koldobi, la victoria se conseguirá. Que nadie lo dude. Lean este grito certero, en este artículo que pone de relieve la doble agresión sufrida por las mujeres con la depresión que llaman crisis

El desmantelamiento de los derechos sociales, otra violencia hacia las mujeres

 "La transformación del mundo comienza con la transformación de nuestras mentes, y la renovación de nuestras mentes comienza con la transformación de las imágenes que introducimos en ella: las imágenes que colgamos en nuestras paredes y las que llevamos en nuestros corazones.”

Ward L. Kaiser

 

Vivimos en un sistema capitalista patriarcal, en su fase neoliberal, que necesita de la desigualdad y la violencia para subsistir. Este sistema que fabrica los mecanismos para empobrecer y excluir, potencia las lógicas de acumulación de capital, propiedad y poder. En esta dinámica el colectivo de las mujeres somos las más empobrecidas, la mayoría de las desnutridas, con graves carencias de acceso a la educación, sin formar parte de la población activa, cobrando menos en los empleos, con más tasa de mortalidad y desapariciones, agredidas y violentadas, la mayor parte de las víctimas de las guerras, de las refugiadas, las que más trabajan, sin apenas acceso a la propiedad de la tierra, aunque sea la mayoría que la cultiva...cobrando menos por el mismo trabajo, con más desempleo, mayor índice de precariedad laboral, la tasa de temporalidad más alta, las jornadas laborales más flexibles y largas, con mayor posibilidad de sufrir el empobrecimiento grave y el doble de padecer exclusión extrema, la mayoría en los estractos populares y bajos de la población, con menos acceso a los bienes y al consumo, las que más cobramos pensiones no contributivas y prestaciones sociales que nos mantienen bajo el umbral de la pobreza, sufriendo con mayor intensidad la precariedad en las condiciones de vida, con más facilidad para estar empobrecida y más dificultad para salir de ella, con menor cobertura de las necesidades y protección social, con menor renta,con más responsabilidad en las gestiones de las unidades de convivencia, sin ser valoradas por la mayoría de los trabajos reproductivos y nunca remunerados, siendo las protagonistas de las “cadenas mundiales de asistencia y afecto, con un empeoramiento de las condiciones de salud, con mayor situación de irregularidad en las migraciones...invisibles, oprimidas, precarizadas, explotadas.... y en Canarias, de todo más.

En esta dinámica injusta y desigual se ubica el desmantelamiento de los derechos sociales, a través de los recortes presupuestarios, la mercantilización y privatización de los servicios públicos, el cierre de servicios de atenciones básicas, empeoramiento de las condiciones laborales para todas, los incumplimientos legislativos, una participación individualizada y despolitizada...invisibilizando el efecto multiplicador de la desigualdad que todos estos mecanismos tienen y que como siempre afectan más a las mujeres.

Nosotras sufrimos más los costes de esta situación, desde un punto de partida tan diferente y con saldo negativo para las mujeres, fundamentalmente las más empobrecidas. Como expresan Lina Gálvez y Mauricio Matus: “Si son empleadas, porque tienen más probabilidad de perder el puesto de trabajo que los hombres y porque les afectará en mayor medida que a ellos la pérdida de sueldo y salario; si son pensionistas o reciben prestaciones sociales porque la pérdida de ingresos por los recortes será mayor que la que sufran los hombres; si solo trabajan en su casa porque la menor provisión de bienes públicos de atención y cuidado (guarderías, servicios de dependencia, etc.) les hará trabajar más horas ya que no se fomenta la corresponsabilidad...”.

Cuando se reducen los servicios públicos, las mujeres somos las que más padecemos los efectos nocivos de las privatizaciones, aguantando la mercantilización de la vida, ya que es a las mujeres a las que se nos carga con la compensación de estas disfunciones, incrementando el tiempo necesario que dedicamos para favorecer el bienestar de las unidades de convivencia,volviéndose a asumir que el trabajo de cuidados o reproductivo tiene que ser la única salida para que no se generen situaciones de malestar social manifiesto, poniendo denuevo en el candelero la teoría del “impuesto reproductivo” de Ingrid Palmer y fortaleciendo políticas familiaristas, que no son más que la máscara que oculta la explotación en femenino.

En todo este contexto, que no es más que el reflejo de la barbarie de un sistema que anula la sostenibilidad de la vida a costa de los beneficios del capital, sólo nos queda la construcción de un mundo alternativo, donde se reparta equitativamente la riqueza, el poder, las propiedaddes y el cuidado; donde equilibremos el cuidado y la lucha por la justicia; donde tomar conciencia de clase-género y actuar de forma colectiva, en el que pongamos género a la desigualdad. En el que rescatemos el empoderamiento de todas, para salir de este fatalismo que nos agoniza y donde continuaremos en la lucha , como dice la Marcha mundial de Mujeres, “hasta que todas seamos libres”, pero todas, todas. Y ni un recorte de derechos más, sin respuesta.

Miren Koldobike Velasco Vázquez